Capítulo 288
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Me volví hacia el señor Zelaya con una sonrisa calculadamente suave: -¿Solicita una disculpa? Pero antes, quizás deberíamos escuchar lo que su acompañante ha estado diciendo.
Con movimientos deliberados, extraje mi teléfono y reproduje la grabación de la conversación del baño, permitiendo que cada palabra resonara claramente en el aire tenso.
El efecto fue inmediato – los rostros de los presentes se transformaron, pasando de la curiosidad al shock.
La influencer, perdiendo su compostura, estalló: -¡Todo lo que dicen en internet es cierto! Eres una manipuladora calculadora, ¡grabando conversaciones privadas! Señor Montero, no se deje engañar por esta mujer, ella realmente es…
¡PLAF!
El sonido de la bofetada cortó el aire como un látigo. El señor Zelaya había actuado con tal rapidez y contundencia que dejó a todos los presentes congelados de asombro.
Todos los argumentos que había preparado cuidadosamente quedaron sin uso – la situación había tomado un giro completamente inesperado.
-Lucas, te pido sinceras disculpas. Mi acompañante ha demostrado una falta total de clase al ofenderte a ti y a la señorita Navarro–se disculpó Zelaya con formal dignidad.
Luego se giró hacia la influencer, que aún sostenía su mejilla enrojecida: -Si no quieres que tu incipiente carrera termine aquí mismo, te sugiero que te disculpes inmediatamente con la señorita Navarro.
Observé la escena con el ceño fruncido, sintiendo una punzada inesperada de remordimiento al ver su estado lastimero. Era víspera de año nuevo, un momento que debería estar lleno de alegría y celebración. Me sentía culpable por haber contribuido a arruinar el ambiente festivo.
Temiendo las consecuencias profesionales, entre sollozos entrecortados se dirigió a mí: —Lo siento profundamente, señorita Navarro. No debí difamarla de esa manera.
-Considerémoslo un desafortunado malentendido. Dejémoslo aquí -respondí con una
sonrisa conciliadora.
Sin dignidad para permanecer, recogió su bolso y se marchó apresuradamente, el sonido de sus tacones resonando en el silencio incómodo.
-¿No piensa ir tras ella, señor Zelaya? —preguntó Lucas con cierta curiosidad.
-No veo la necesidad.
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Inconscientemente, me aferré con más fuerza al brazo de Lucas, buscando consuelo en su presencia.
Él me miró comprensivamente, leyendo la culpabilidad en mis ojos: -Nada de esto es tu culpa. Lamento que hayas tenido que pasar por este momento desagradable.
-No es eso lo que me preocupa, solo lamento haber empañado la celebración de todos.
—Es algo insignificante, pronto será olvidado —consultó su reloj con elegancia—. El espectáculo está por comenzar.
Mariana, captando el momento perfecto para cambiar el ambiente, anunció con entusiasmo: ¡El show de drones está comenzando! ¡Vengan todos a ver!
Como por
arte de magia, el incidente quedó olvidado mientras todos se acercaban a los imponentes ventanales, copas de champán en mano.
—
Los cristales, increíblemente transparentes pero efectivos contra el frío invernal, ofrecían una vista perfecta del espectáculo que estaba por comenzar.
Una bengala solitaria atravesó el cielo nocturno como un cometa, y súbitamente, cientos de drones se elevaron en perfecta sincronía, creando un mundo de ciencia ficción ante nuestros ojos maravillados.
Desde el piso 80 del Edificio Altamira, la vista del río y el horizonte era simplemente espectacular, permitiéndonos una perspectiva privilegiada del show.
Los drones, cual estrellas danzantes en el firmamento, comenzaron a formar figuras cada vez más impresionantes:
Águilas majestuosas extendiendo sus alas en pleno vuelo, dragones rugientes serpenteando entre las nubes, naves espaciales surcando el cielo estrellado, rascacielos emergiendo como por arte de magia desde el horizonte…
Cada escena era más impresionante que la anterior, ejecutada con una precisión casi
sobrenatural.
Me quedé completamente maravillada, sintiendo la piel erizada de emoción y el corazón lleno de admiración por semejante despliegue de tecnología y arte.
-En este espectáculo participan diez mil drones, estableciendo un nuevo récord Guinness susurró Lucas cerca de mi oído.
Lo miré absolutamente asombrada: —¿Y antes dijiste que esto no era lo mejor que podían
hacer?
Él solo respondió con una sonrisa enigmática que prometía más sorpresas.
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Capitulo 288
Cuando los drones comenzaron a dispersarse como estrellas extinguiéndose en la noche, pensé que el espectáculo había llegado a su fin.
Pero estaba equivocada – el verdadero climax apenas estaba por comenzar…
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