Capítulo 176
Un aire denso inundaba el salón de los Villagra. Los sollozos de Bárbara resonaban contra las paredes mientras permanecía postrada en el suelo, su figura delicada y temblorosa evocando una fragilidad que despertaba instintos protectores en quienes la rodeaban. El silencio opresivo se quebró con la voz grave y determinada de Héctor.
-¡Ya basta! Yo me encargo del pago.
Bárbara alzó el rostro hacia su padre adoptivo, sus mejillas húmedas brillando bajo la luz de las lámparas.
-Papá, por favor, no lo hagas. Si le damos lo que pide, volverá por más -su voz se quebró mientras continuaba-. Mejor que publique esas fotos. Me iré esta misma noche del país y nunca volveré. Al fin y al cabo, últimamente solo he traído vergüenza a la familia.
Un destello de angustia cruzó el rostro de Héctor mientras observaba al extorsionador. La demencia en los ojos del hombre y su comportamiento errático revelaban el ambiente tóxico en el que Bárbara había crecido. Sus problemas emocionales actuales tenían una raíz profunda y dolorosa.
Con un suspiro que parecía cargar el peso de años de preocupación, Héctor respondió:
-No te preocupes, hija. La empresa todavía tiene fondos. A mi edad, lo único que me importa es la tranquilidad de mis hijos.
Una sonrisa torcida se dibujó en el rostro del extorsionador al escuchar la promesa de pago.
-Así me gusta. A la cuenta de siempre se relamió los labios antes de continuar-. Barbi, qué suerte tienes con este padre. No como el otro, que solo te quería por tu cara bonita.
El cuerpo de Bárbara se estremeció violentamente antes de desplomarse, inconsciente. Su desmayo desató el pánico en la residencia Villagra.
La familia actuó con rapidez, apresurándose a realizar la transferencia y escoltar al intruso fuera de la propiedad, desesperados por silenciar aquellas palabras que laceraban el corazón de Bárbara. Mientras tanto, el médico familiar ya atendía a la joven en el sofá de la sala.
Anaís, quien había contemplado marcharse, permaneció en su sitio al notar la angustia de Raúl, quien observaba a Bárbara con una mezcla de impotencia y preocupación. Marcharse en ese momento la pintaría como una persona insensible.
Victoria sollozaba junto al sofá donde reposaba su hija, presionando un pañuelo de seda contra sus ojos.
-¿Acaso no tengo derecho a sufrir por el pasado de mi Barbi? -su voz temblaba con emoción contenida. Todos fuimos testigos del comportamiento de ese hombre. Solo Dios sabe los horrores que vivió antes. Como madre, me destroza pensar que tardé tanto en encontrarla.
Un silencio pesado se instaló en la habitación, roto únicamente por los sollozos ahogados de Victoria.
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Capítulo 176
“Qué conveniente“, pensó Anaís, manteniendo su rostro impasible. “Si Bárbara orquestó todo esto, ha conseguido exactamente lo que buscaba: la compasión incondicional de la familia. La próxima vez que cometa un error, todos saltarán a defenderla sin dudarlo“.
Mientras memorizaba cada detalle del rostro del extorsionador, Anaís comenzó a planear su investigación. Algo en sus facciones le resultaba inquietantemente familiar.
La madrugada avanzaba cuando Bárbara finalmente recuperó la consciencia. Su despertar fue silencioso, marcado solo por lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Victoria la envolvió en sus brazos protectores.
-Ya pasó todo, mi amor. La familia se encargará de todo. Tú solo descansa.
Anaís observó la escena conteniendo un bostezo. Por fin podría retirarse.
A las tres de la mañana, mientras conducía alejándose de la mansión Villagra, notó un mensaje sin leer de Efraín en su celular. [?]
“Cierto“, recordó súbitamente. Le había prometido acompañarlo a Bahía de las Palmeras como
su remedio natural para el insomnio.
“A esta hora ya debe estar dormido“, razonó, decidiendo no responder para evitar perturbarlo. Dirigió su auto hacia su departamento, donde el agotamiento de la noche comenzaba a pesarle.
Ya en su cama, la imagen del extorsionador seguía rondando en su mente. Sus facciones despertaban ecos de un recuerdo esquivo que se negaba a tomar forma.
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