Capítulo 10
-¿Saben… saben dónde fue Diana? ¿A qué hora salió?-preguntó Nicolás, lamiéndose los labios resecos, su voz ronca por la angustia.
Los sirvientes negaron todo: Señor, la señora salió temprano con una maleta. No sabemos más.
“¿Salió? ¿Pero adónde podría haber ido?”
Su mente se quedaba por completo en blanco incapaz de imaginar dónde podría estar. Sus padres ya tenían sus propias familias, era imposible que hubiera acudido a ellos
Solo le quedaba la esperanza de sus amigas. Comenzó una serie interminable de llamadas:
-¿Hola? Soy Nicolás. ¿Está Diana contigo?
-¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Cómo va a estar Diana aquí?
Esta conversación se repitió numerosas veces. Incluso llamo a sus propios amigos, pero nadie sabía del paradero de Diana.
La desesperación lo invadía por completo. Era como volver a aquella época antes de conocerla. Diana era su único amor verdadero, como una parte vital de su ser. Perderla era como arrancarse la carne viva, un dolor que amenazaba con destruirlo por completo. 2
-Diana, por favor, deja de jugar, ¿sí? Necesito verte gritaba con un tono de voz desgarrador, sus ojos enardecidos como un león que ha perdido a su compañera.
De repente, recordó algo y corrió escaleras arriba. En el estudio, despegó la nota que decía “abrir en dos semanas” y tomó la caja como si fuera su última esperanza.
-Quizás Diana dejó un mensaje aquí, diciéndome dónde encontrarla -murmuraba de manera delirante.
Al desempacar los múltiples niveles de papel y al abrir la caja, se encontró con los papeles de divorcio firmados por Diana.
-¡No! Imposible… esto es imposible… -se desplomó en la silla, aferrándose con fuerza a los documentos, negándose a creer lo que veía-. Diana me ama, jes imposible que me abandone! ¡Alguien debe haber cambiado el regalo!
Reunió a todos los sirvientes, interrogándolos uno por uno sobre quién había tocado la caja en su escritorio.
-Señor Paredes, solo nos encargamos de la limpieza. Sin sus respectivas órdenes suyas o de la señora, jamás tocaríamos nada.
Si no nos cree, puede revisar las cámaras de seguridad del estudio. La verdad quedará al descubierto.
Todos negaron haberlo hecho, pero Nicolás se resistía a aceptarlo.
Solo cuando vio una y otra vez las grabaciones de seguridad se enfrentó la realidad. En el fondo, sabía perfectamente que esa era la misma caja que Diana le había dado hace dos semanas. Simplemente se resistía a aceptarlo.
En esa media hora, su tormento interior pareció durar más de un siglo. Cada pregunta era un intento desesperado de que alguien le dijera: “Diana no quería dejarte de verdad.‘
Pero la realidad era cruel. Nicolás observaba una y otra vez la firma decidida de Diana en los papeles del divorcio. Verdaderamente había perdido la fe en él y quería dejarlo.
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Capitula 10
¿Pero por qué? 2
Se preguntaba mientras revisaba de manera obsesiva cada detalle de su vida reciente con Diana. Poco a poco, todas las pequeñas señales de que algo andaba mal comenzaron a aparecer co
clar