Capítulo 34
Luisa acababa de regresar a Puerto Bella, y sus dos amigas la llevaron a todos lados para comer, beber, divertirse y hacer compras.
Por el momento, había dejado de lado su idea de enviar el currículum a la firma de abogados Consultores Legales Rivera.
Un día, las tres chicas se reunieron para tomar un dulce.
Fernanda había estado de fiesta en un bar la noche anterior, regresando a casa alrededor de las dos o tres de la madrugada, y hoy parecía estar agotada.
-Estos días, o estamos de compras o bebiendo y bailando. Ya me aburrí de todo eso
Fernanda se dejó caer sobre la mesa y, de repente, se le iluminó la cara-. Hoy el clima está tan bueno, ¿por qué no vamos a la pista de caballos de Catalina esta tarde?
La pista de caballos más grande de Puerto Bella era la que pertenecía a Catalina.
Las tres solían tomar clases de equitación juntas.
Luisa sonrió y bromeó: -¿Ya se te pasó la resaca? Si aún no te has recuperado, mejor ni vayas, que parece que estás manejando borracha.
-Ya estoy bien–respondió Fernanda con una sonrisa traviesa—. Anoche le vomité a Sergio, ese pobre chico. Jajaja, en medio de todo eso, creo que vi su cara completamente verde.
Catalina sonrió suavemente, su tono era cálido y gentil: -Fernanda, ¿tu hermano no se enojó contigo?
Fernanda respondió: -Ni lo digas, Sergio ahora sí parece que está tomando su rol de hermano en serio. Después de que le vomité encima, se cambió, se bañó y hasta me preparó una sopa para la resaca.
Sergio y Fernanda eran medio hermanos por parte de padre.
La madre de Sergio murió cuando él era muy pequeño debido a una enfermedad.
Los padres de Fernanda se divorciaron cuando ella tenía siete años debido a problemas en su
relación.
Después, el padre de Sergio conoció a la madre de Fernanda a través de unos amigos, se entendieron muy bien y pronto se casaron.
La primera vez que Fernanda conoció a Sergio tenía solo nueve años.
En ese entonces, Sergio tenía catorce y estaba en su fase rebelde de la adolescencia. No le gustaba su madrastra, y mucho menos Fernanda, la hermana que acababa de llegar a su vida.
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En su primer encuentro, él la agarró de una de sus trenzas y le dijo que se fuera.
Fernanda tampoco era de las que se dejaban.
En ese momento, le mordió la muñeca a Sergio con fuerza, y aún hoy él tiene una pequeña
cicatriz en esa zona.
Luisa movió su cuchara por el postre, observando a Fernanda con interés: -Parece que fuiste enviada por el cielo para fastidiarlo.
Fernanda soltó una risa burlona: -¿Y quién te dice que no?
Después de hablar un rato sobre la familia, Fernanda añadió: -En fin, ¿ustedes van o no al hipódromo? Hace mucho que no monto a caballo y me apetece un poco de diversión.
-Claro–respondió Luisa-. Hace tres años que no monto a caballo en Ciudad de la Esperanza, y la verdad es que extraño las carreras que solíamos hacer juntas.
Catalina sonrió con dulzura: -Yo también voy.
Fernanda le lanzó una mirada juguetona a Luisa, y abrió su celular para llamar a Sergio: -Voy a llamarlo y pedirle que traiga a Andrés.
En el hipódromo.
Luisa se cambió y se puso su traje de equitación.
La chaqueta gris claro, ajustada y con cuello alto, junto con los pantalones blancos y las botas negras, resaltaban su figura perfectamente esculpida.
Su largo cabello estaba recogido en un moño, dándole un aire aún más elegante y audaz.
Camina lentamente hacia afuera, y todos los que la ven quedan impresionados por su porte.
-Vaya, Luisa, ¡no te veía desde hace años y sigues mejorando! -dijo Sergio con su tono descarado, sonriendo mientras le hacía una broma.
Fernanda entrecerró los ojos y lo golpeaba en la cintura: -Cállate ya, Andrés no ha dicho ni una palabra, no vayas a hacer el ridículo.
-¡Suelta! -Sergio, apretado por el golpe, sonrió dolorido.
Andrés miró hacia ellos y sonrió ligeramente: -Luisa, te ves muy bien hoy.
También llevaba puesto su traje de equitación.
Era de tonos grises, y por casualidad, parecía que ambos llevaban el mismo conjunto, como si fueran pareja.
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El traje de equitación de Andrés resaltaba su físico: hombros anchos y cintura estrecha, con una figura alta y esbelta que lo hacía destacarse en medio de la multitud.
A su lado, estaba Valentina.
Luisa se sorprendió un poco, no sabía que Valentina también vendría.
Andrés explicó: –Valentina dijo que quería venir a divertirse, así que la traje.
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