Capítulo 53
Luisa miró fijamente a Mariana, con una intensidad en la mirada que parecía querer perforarla.
-Mariana, deberías agradecer que yo esté aquí hoy. Si no hubiera intervenido en ese momento, Lucía habría muerto a manos del agresor, y tú serías culpable de asesinato.
Mariana pálida, mordió nerviosa su labio, sin pronunciar palabra alguna.
En ese instante, Lucía, preocupada, dijo: –Abogada Luisa, su herida aún sigue sangrando, debería ir al hospital para que la atiendan.
Luisa también había resultado herida en el ataque; aunque no era una lesión grave, había perdido bastante sangre, y toda la manga izquierda de su camisa ya estaba empapada.
No prestó más atención a Mariana y, sin decir una palabra, salió de la oficina de abogados y se dirigió al hospital.
Después de que Luisa trató su herida y pagó por el tratamiento, se cruzó con Carolina.
Carolina, con el rostro tenso, no parecía para nada amigable: -¿Luisa? ¿Qué haces aquí?
Luisa se sorprendió demasiado al ver a Carolina.
No esperaba que ella y Carlos estuvieran en Puerto Bella.
Pensándolo bien, Carlos siempre llevaba a Carolina a todas partes, así que tal vez no quería dejarla atrás en Ciudad de la Esperanza mientras venía a Puerto Bella.
Luisa no quiso perder tiempo con Carolina, así que la esquivó y pasó de largo.
Carolina la observó fijamente, con una intensa furia reflejada en sus ojos.
Luisa, parece que no te has ido.
Luego pensó en Carlos.
Aún no habían disfrutado de su tiempo en Sierra Azul, y ahora Carlos había comprado un boleto para Puerto Bella. ¿Será que vino por Luisa?
¿La herida de anoche también tendría algo que ver con Luisa?
Pensando en ello, Carolina apretó con rabia los puños.
Cuando Andrés se enteró por las noticias de que Consultores Legales Rivera había tenido problemas, llamó enseguida.
Capitulo 53
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–Luisa, acabo de ver en las noticias que hubo un disturbio en la oficina, ¡y hasta apuñalaron a alguien! ¿Dime, estás bien? ¿Dónde estás? Voy a buscarte en este momento.
Luisa, mientras sostenía una bolsa con medicamentos y hablaba por celular, presionaba el botón del ascensor: –Estoy bien no te preocupes. Estoy en el hospital donde estás internado, ahora voy a tu habitación.
La voz de Andrés sonaba preocupada: -¿Te has hecho mucho daño?
Luisa, pausada, respondió: -No es nada grave, solo me cortaron el brazo. Son heridas superficiales, en unos cuantos días estaré bien.
El ascensor subía, y cuando llegó al piso de la habitación de Andrés, Luisa entró al cuarto.
Andrés vio la venda en el brazo de la chica, y un destello de preocupación cruzó de inmediato por sus ojos.
-¿Está grave?-El dolor era evidente en su mirada; le dolía verla de esa manera.
Luisa observó atenta la expresión de Andrés.
¿Tan preocupado por una herida que ni siquiera se veía?
Si el médico no hubiera cortado la manga para vendarla, ¿cómo habría reaccionado entonces Andrés al ver la manga empapada en sangre?
-Creo que deberías tener un guardaespaldas. La abogacía es una profesión de alto riesgo. No me siento tranquilo si no tienes uno. No lo rechaces, Luisa, no quiero que esto vuelva a ocurrir.
Luisa apretó los labios y murmuró un “mmm“.
Andrés tomó su mano con suavidad y, en voz baja, dijo: -Voy a elegir dos guardaespaldas bien capacitados para que te protejan.
Luisa respondió: -Con uno basta, hoy fue una situación especial, pero por lo general no es tan peligroso.
Andrés insistió: -Con uno no me quedo tranquilo.
-Está bien,—dijo Luisa, levantando la mirada hacia él con expresión preocupada,-pero… tengo que ir a trabajar, ¿no es así? Tener un guardaespaldas me podría dificultar un poco las labores.
Andrés sonrió tranquilo: -Eso no es problema. Hablaré con el jefe de Consultores Legales Rivera para que instalen una sala de seguridad en la oficina, y así el guardaespaldas podrá quedarse allí como un vigilante.
-Eso sí es una buena idea. Lo haremos. Después de lo que pasó, la firma tal vez prestará más atención a la seguridad personal de los abogados.
Capitulo 53
Luisa fijó la mirada en la pequeña mesa junto a la cama de Andrés, donde había una computadora portátil.
Le preocupaba profundamente la salud de Andrés, e hizo mala cara: -¿Todavía trabajas estando internado? Deberías descansar unos días.
-Hay asuntos importantes en la empresa que debo supervisar. No me siento tranquilo dejándoselos a otra persona.
-Pero también tienes que cuidar tu salud.
Luisa le mostró preocupación genuina, y en los ojos oscuros de Andrés se reflejó una leve emoción, una suavidad que no pasó desapercibida.–Está bien lo haré,-respondió él con
ternura.