Capítulo 687
Cuando Esteban y Yeray bajaron las escaleras, vieron a Isabel mirando fijamente la puerta, completamente ida.
Tenía una cuchara en la mano, y el caldo se le había derramado sobre la mesa sin que pareciera notarlo.
Era evidente que estaba completamente pasmada.
Esteban se dirigió a la cocina con paso firme.
-¿Qué tanto ves?
-Bueno, creo que mi hermana fue a darle en la torre a Ingrid.
Isabel volvió en sí y miró a Esteban.
¡Mira nomás! Con lo impulsiva que es Vanesa, pocos pueden reaccionar a tiempo.
-Es lo de anoche, no fue Dan quien lo hizo.
¡Caray!
Si no fue Dan, entonces, ¿quién fue?
¿Ingrid habrá contratado a alguien?
Si es así, todo se va a ir al carajo. Con lo temperamental que es Vanesa, va a hacer pedazos a Ingrid.
-¿No fue Dan? -preguntó Esteban, echándole un vistazo a Yeray sin poder evitarlo.
El rostro de Yeray estaba complicado, como si no supiera ni qué pensar.
-Sí, Dan estuvo con sus subordinados anoche, ni siquiera fue a buscar a mi hermana.
-¿Así que fue a buscar a Ingrid? -concluyó Esteban.
-Seguro que Ingrid está resentida porque Dan ha estado distante con mi hermana últimamente.
Lo que quiere decir que lo de anoche fue cosa de Ingrid.
Esteban y Yeray intercambiaron miradas, sin decir nada.
Isabel seguía hablando apasionadamente, mientras que Yeray por dentro sentía que estaba en un mar de emociones difíciles de expresar.
Con Vanesa como está ahora, cualquiera que tenga que ver con lo de anoche va a ser despedazado.
Oliver tenía razón, nadie se va a salvar.
-¿Eh? ¿Qué haces aquí, Yeray? -preguntó Isabel, sorprendiéndose al verlo ahí y lamentando no
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haberse mordido la lengua antes.
¡Ay, Dios mío!
Aunque sea su esposo de nombre, hay cosas que es mejor que no se entere.
Yeray, con cara de pocos amigos, ignoró a Isabel.
Miró a Esteban y le dijo:
-Me voy.
-Si–respondió Esteban asintiendo.
Yeray se marchó.
Esteban revolvió el cabello de Isabel con cariño, mientras ella miraba de reojo la puerta por
donde Yeray había desaparecido.
-¿Por qué no me advertiste antes? ¿No dije nada indebido, verdad?
-No, no dijiste nada malo.
-Uf, menos mal.
Al oír que no había metido la pata, Isabel suspiró aliviada.
Esteban le sirvió un poco de sopa.
-¿Por qué piensas que fue Ingrid?
El cambio en su pensamiento era tan abrupto que resultaba difícil de seguir.
Isabel probó la sopa.
-Ay, es que Dan no quiso admitir que fue él anoche, por más que mi hermana lo presionó.
-¿Y luego?
¿No lo admitió y ya le creyeron?
Eso no se parece en nada a Vanesa, sobre todo ahora que perdió toda la confianza en Dan.
Así que no importaba lo que él dijera, ella no iba a creerle.
-Bueno, mi hermana tampoco le creyó al principio, pero Dan se desmayó de la pura rabia.
-Después, sus subordinados, que no sabían que el teléfono seguía conectado, empezaron a hablar pestes de mi hermana, llamándola bruja. Decían que Dan estuvo con ellos toda la noche, que no hubo tiempo de ir a hacer aquello.
En resumen, todo se volvió un lío.
Esteban escuchó con atención, sus ojos entrecerrados.
Puso un pedazo de carne en el platito de Isabel y habló con voz profunda.
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-¿Y cómo llegaron a la conclusión de que fue Ingrid?
-Si no fue Dan, entonces tiene que ser Ingrid.
Esteban arqueó una ceja.
-¿Ah, sí?
Isabel continuó con confianza:
-Mira, Dan sabe que mi hermana se casó con Yeray, y seguro está furioso, queriendo vengarse. -Ingrid, al ver que su prometido solo piensa en mi hermana, también debe estar furiosa con ella.
-Así que fue uno de los dos, o Dan o Ingrid quien contrató a alguien para hacerlo.
En sus mentes, tanto Vanesa como Isabel estaban seguras de que, aparte de esas dos personas, no había más sospechosos.
-Porque en esta ciudad, nadie más se atrevería a meterse con mi hermana -añadió Isabel, fijando sus ojos en los de Esteban.
El hombre la escuchaba, pero no dejaba que sus palabras lo influyeran. Nadie sabía lo que pasaba por su mente en ese momento, pero estaba claro que seguía pensativo.
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