Capítulo 419
Preocupada por si Z había recaído, Anaís intentó llamarlo, pero no obtuvo respuesta.
Anaís frunció el ceño. No podía ir a buscarlo en ese momento, así que decidió enviarle la foto a Samuel.
Cuando mucho, tendría que aguantar alguna burla suya, pero como Samuel era un Córdoba, quizá supiera algo.
Samuel estaba en casa de Fausto; Iván y Efraín también se encontraban allí.
Soltó una risa burlona y dejó caer su celular sobre la barra.
-¿Y ahora qué mosca le picó a Anaís? ¿Por qué me anda preguntando por esta hacienda? ¿Desde cuándo tanta confianza?
Efraín, sentado a su lado, vio la foto de la hacienda y sus dedos se aferraron con más fuerza al
vaso.
Fausto tomó el celular para ver la imagen, arqueando una ceja.
-No, ni idea de qué lugar es. Sabe que te cae mal y aun así te pregunta a ti… Parece que de verdad le importa esta hacienda.
-Puede ser, pero la verdad no le voy a contestar.
Fausto miró a Efraín.
-¿Tú conoces este lugar?
Efraín dejó el vaso sobre la mesa y negó con la cabeza.
Fausto sintió una verdadera curiosidad. La hacienda parecía costosa; un lugar así de llamativo debería ser conocido. ¿Cómo era posible que ninguno supiera de ella?
Le pasó el celular a Efraín con una sonrisa socarrona.
-A lo mejor deberías dejar que te pregunte a ti.
Samuel miró alternativamente a Efraín y a Fausto.
“Fausto era el más astuto del grupo, siempre un paso adelante. ¿A qué venía eso?”
-Fausto, Efraín ya dijo que no sabe. ¿Para qué le va a preguntar Anaís? Además, ¿quién se cree ella para andarle mandando mensajes a Efraín? Seguro él tampoco le va a contestar.
Iván, que hasta entonces había permanecido callado, levantó la vista.
-Si le va a contestar.
Fausto arqueó una ceja, preguntándose si Iván sabía algo que ellos ignoraban.
Iván se recostó en la silla con estudiada displicencia.
1/2
17.057
-Ya se me hizo raro la otra vez que Efraín aceptara cenar con Anaís. Ahora entiendo: sigue ardido por lo de las piernas. Si no fuera por él, ya la hubiera aplastado hace rato. ¿Te piensas vengar, Efraín? ¿La vas a ilusionar para luego dejarla caer? Eso sí la destruiría.
Fausto se masajeó la frente, conteniendo una sonrisa ante las ocurrencias de Iván.
Iván, seguro de haber dado en el clavo, se encogió de hombros.
-Anaís es muy novelera. Si se clava en serio y luego la botan, seguro aprende la lección. Chance y lo de Roberto fue cosa de Efraín, nomás para torturarla. Buena jugada.
Efraín miró a Iván en silencio, sin inmutarse.
Iván se sintió cohibido bajo esa mirada y esbozó una sonrisa nerviosa.
-¿Qué? ¿Dije algo que no debía?
Efraín respondió al mensaje de Anaís.
-No. Solo pienso que Irene no te va a hacer caso ni en cien años.
La mención de Irene hizo que Iván enmudeciera.
Mientras tanto, Anaís no tardó en recibir la respuesta de Samuel.
[No, ni idea.]
“¿Si ni Samuel lo conocía, qué lugar sería ese?”
Mientras le daba vueltas a eso, recibió otro mensaje de Samuel.
[chance y Efraín sabe. Tiene muchas propiedades, igual lo conoce.]
Anaís se sorprendió por la inesperada amabilidad de Samuel.
“¿Qué bicho le habrá picado?“, pensó.
Sin embargo, la idea de preguntarle a Efraín la incomodaba.
2/2