Capítulo 378
Miguel miraba con una expresión sombría. Después de un momento de silencio, el anciano. comenzó a hablar lentamente, compartiendo con ellos los detalles más importantes del viejo conflicto entre Carlos y Tristán.
Estaban acostumbrados a escuchar chismes de familias ricas en su trabajo como policías, pero escuchar a Miguel narrar los secretos de su propia familia impactó a todos. Sin embargo, rápidamente se concentraron en la conversación, tomando notas de vez en cuando.
Finalmente, Miguel dijo con firmeza: -Mi opinión coincide con la de Elsa, creo que Fátima es la principal sospechosa.
Los presentes asintieron con la cabeza.
-Haremos todo lo posible por investigar este caso -respondió Liam respetuosamente.
Pensando en su hijo, cuyo tiempo en el hospital era limitado, Miguel dejó ver una profunda tristeza y falta de poder en su voz. -Les agradezco mucho. Por favor, descubran la verdad
cuanto antes.
Al menos Carlos debería saber quién fue el responsable de su desgracia. No podía morir, sin cerrar ese capítulo.
Todos asintieron solemnemente, respondiendo al unísono: -Entendido.
Agustín, con voz fría, añadió: -Pondré a alguien para ayudar en la investigación…
Dafne llevaba tres días en la unidad de cuidados intensivos.
El cuarto día, el médico anunció que podían visitarla.
Había un horario de visita de media hora, de dos y media a tres de la tarde.
En la primera visita, Agustín quiso ver a Dafne, pero Baltasar se lo impidió rotundamente.
Agustín no insistió más.
Si su propia hija hubiera estado al borde de la muerte varias veces por culpa de alguien, él tampoco permitiría que ese hombre se acercara de nuevo.
Entendía a Baltasar, pero eso no evitaba que se sintiera terriblemente mal.
Estos días habían sido un calvario para él.
Apenas habían salvado a Dafne de una muerte segura, cuando su padre también sufrió un percance.
Tristán había causado un caos absoluto en la familia Junco.
Después de hablar un poco con Baltasar, Agustín se dio la vuelta y se fue.
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Capitulo 378
Todavía estaba lejos de la habitación de Carlos cuando escuchó una acalorada discusión.
Parecía que Elsa estaba discutiendo con alguien.
Apresuró el paso, y al girar en el pasillo, llegó a la puerta de la habitación de Carlos.
Al principio, solo había escuchado a Elsa, pero al acercarse, las voces se hicieron más claras, y la débil voz de Carlos también llegó a sus oídos.
-¿Por qué me detienes? -decía Carlos-. Vivir así no vale la pena, mejor sería morir y acabar con todo, igual voy a morir de todas formas.
Elsa, llorando, gritó: -¿Has pensado en papá, mamá y Agustín? ¿Cómo pueden aceptar algo asi?
-¿De qué sirve que lo acepten o no? -Carlos alzó la voz, con un tono rasposo-. El doctor dijo que me queda, a lo mucho, un mes. ¡Morir hoy o mañana, da igual!
-¡Un mes también es tiempo! -Elsa lloraba-. Cada día que vivas es un día más.
La voz de Carlos se quebró, llena de dolor.
-Vivir así es un tormento. Despertar cada noche con dolor, con analgésicos y calmantes todo el tiempo, el cabello cayéndose por montones, sin poder comer nada. Dime, ¿de qué sirve seguir así? Preferiría morir. Cada día que abro los ojos es un nuevo conteo de cuántos días me quedan. Estoy harto de esta vida, por favor, déjame morir. Morir es más fácil que vivir así.