Capítulo 62
Ana se sonrojó de ira, su rostro se transformó de inmediato.
Luisa tomó con suavidad la mano de Ana, consolándola en silencio.
Con una sonrisa que parecía irónica, miró a Sofía y le dijo: -¿Qué tiene pues de vergonzoso ser una niñera? No robo ni engaño a nadie, trabajo con mis propias manos y no me siento avergonzada de hacerlo. Al contrario, creo que una mujer como tú, que no tiene ningún talento y pasa todo el día por ahí gastando el dinero de su marido en cosméticos y suplementos, esa sí que es una verdadera vergüenza.
-¡No te pases…!–Sofía enseguida levantó el dedo señalando a Luisa, tan furiosa que su dedo temblaba.
Carolina, con un gesto atento, acarició la espalda de Sofía para calmarla un poco.–Señora Sofía, no le haga caso, no se ponga mal.
Luego, giró la cabeza y, con desprecio, le dijo a Luisa:—Luisa, eres hija de una niñera, al final, una simple sirvienta. Esta fiesta la organizó el presidente Fernando para su prima, y los invitados son gente de la alta sociedad. Gente como tú, una mujer pobre y sin clase, no tiene por qué estar aquí avergonzándonos.
Luisa sonrió de oreja a oreja.—¿Oh? ¿Invitados de la alta sociedad? Entonces, ¿cómo es que ustedes, de una familia de poca monta, lograron colarse?
Carolina se enfureció de inmediato.
¡Había tocado un punto sensible!
-¿Qué has dicho? ¿Quiénes somos de poca monta? ¿Qué derecho tienes tú, hija de una sirvienta, para llamarnos así?
-Vaya, ¿tratando de agradar a la familia López?-Luisa levantó con altivez una ceja.–Con la familia Hernández que tienes, ni siquiera tendrías el nivel para ser un perro guardián de la familia López.
-¡Tú…!–Ahora, fue Carolina quien apuntó con el dedo a Luisa, furiosa. -¿Estás realmente loca? ¿No conseguiste a Carlos y ahora te quieres desquitar conmigo? Je, je, no tienes la capacidad de retener el corazón de un hombre, solo te queda desahogarte conmigo.
Luisa sonrió. -¿No sabes que Carlos terminó en el hospital por defenderme?
Carolina se quedó paralizada. ¿Entonces las heridas de Carlos, hace unos días, fueron
Sofía claramente no lo creía, se rio con sarcasmo.–¿Tú? ¿En serio?
por
Luisa?
Capitulo 62
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-Señora Sofía, vámonos, no vale la pena discutir con ella.–Carolina tomó del brazo a Sofía.
Sofía estaba tan molesta que temía que, si seguía allí, podría sufrir un problema de corazón, así que siguió mejor a Carolina y se fue.
Carolina, conversando entretenida con los hombres de la alta sociedad, no dejaba de mirar hacia donde estaba Luisa.
Finalmente, diez minutos después, encontró su oportunidad.
Luisa se levantó del área de la sala para ir al baño.
Al instante, Carolina la siguió.
En el baño.
Carolina, con intención, se acercó a Luisa y, aprovechando la proximidad, metió su pulsera en el bolso de Luisa.
A Luisa le repugnaba que alguien que no soportaba la tocara, y la cercanía de Carolina la hacía sentir algo incómoda, así que la empujó con brusquedad. —¡La calle es tan ancha, ¿por qué te pegas tanto a mí? Ahh…!
Carolina, satisfecha de haber logrado su objetivo, sonrió con malicia. —¿El baño lo construyó tu familia? Yo caminaré por donde quiera, ¿y tú qué puedes hacer al respecto?
Jeje.
Luisa sonrió con frialdad en su interior. En realidad, sí, ese baño era suyo.
Toda la finca era de la familia López, y ella era nieta de la familia López, así que, sí, el baño estaba construido por su familia.
Carolina, después de decir eso, se dio la vuelta para marcharse.
Unos minutos después, en el salón de la fiesta.
Carolina, alzando la voz, afirmó que había perdido su pulsera.
Se plantó frente a Luisa, con una actitud altiva. -Tú robaste mi pulsera, ¿verdad?
Luisa la miró algo divertida. -¿Estás segura de que fui yo?
-¿Si no fuiste tú, quién más podría ser?-Carolina cruzó tranquila los brazos, levantando el mentón con arrogancia.–En esta fiesta de hoy, solo tú eres la hija de una sirvienta, una
pobretona sin clase que juega a ser la cenicienta. Nadie más robaría una pulsera de más de diez mil dólares.