Capítulo 65
Ni siquiera había terminado de hablar cuando Fernando la interrumpió impacientemente: -¡ Lárgate ahora mismo de aquí!
Solo se había ido un momento, y su prima ya había permitido que la maltrataran y de la peor
manera.
Y todo eso en su propia casa.
En ese instante, Andrés llegó tarde.
-¿Qué pasa?-El hombre notó la fuerte tensión en el aire y preguntó.
Fernando, ante la mirada de todos, hizo un gesto hacia Luisa y, en voz alta, la presentó: -Ella es mi prima, Luisa, hija de los González del Grupo Financiero González. Mi prima llegó hace unos días de Puerto Bella, y he organizado esta fiesta para darle la bienvenida.
Dicho esto,
Fernando lanzó una mirada aterradora hacia Sofía y Carolina.–No sé de dónde salieron estas basuras, pero se atrevieron a difamar a mi prima, acusándola de robar.
Fernando hizo una señal a sus guardaespaldas, quienes enseguida comprendieron y se acercaron. Con brusquedad, tomaron a Sofía y Carolina y las arrojaron como perros hacia la puerta.
Fue solo cuando Sofía y Carolina fueron expulsadas que Carlos reaccionó, mirando estupefacto a Luisa con los ojos bien abiertos, tartamudeando: -Yo… ¿tú eres la prima del presidente Fernando?
-¿Acaso no lo ves?-Luisa lo miró con una sonrisa divertida.
Carlos tragó saliva, su garganta se tensó y sus ojos se llenaron por completo de lágrimas.
Sentía un dolor profundo en su pecho. -¿Por qué? ¿Por qué, después de tres años, nunca me dijiste quién eras?
-Lo intenté, pero esa vez que te dije que te llevaría a mi casa, era para presentarte a mi familia. Pero fuiste tú quien no quiso aceptar.
Su voz era tranquila, sin una pizca de emoción en ella, como si ya no le importara.
Carlos cerró los ojos con profundo dolor. -Si me hubieras dicho que eras hija de la familia González de Puerto Bella, ¿cómo no iba a ir contigo?
En ese instante Fernando no necesitó más para comprender. El hombre frente a él, Carlos, era el exnovio de Luisa.
Viendo la caótica situación, parecía que Luisa había ocultado su identidad cuando estuvo con
Captulo 65
él, pues Carlos no la veía como una mujer de buena familia, y por eso hizo tantas cosas que lastimaron demasiado a Luisa.
2/3
Fernando miró de manera inconsciente a Andrés, cuya expresión era tan amenazante que parecía que una tormenta se desataba furiosa a su alrededor. La presión en el ambiente se hacía palpable.
Carlos, al escuchar las palabras de Luisa, sintió su corazón retorcerse. Un dolor tan intenso que casi no podía respirar.–Luisa, si me hubieras dicho quién eras, quizás ya estaríamos casados ahora, y seríamos felices. E
Luisa lo miró en absoluto silencio, sin mostrar ninguna emoción. Su mirada era tan distante, tan fría, que parecía una observadora ajena a la caótica situación.
-¿Lo olvidaste Carlos? Tú dijiste que nunca podrías casarte conmigo. Tu madre, Sofía, me humilló, diciendo que una mujer como yo no era digna de entrar a la familia Rodríguez.
Las crueles palabras regresaron como un boomerang, golpeando con fuerza el centro de la frente de Carlos.
Sus ojos se enrojecieron, su voz apenas pudo salir, ahogada por el intenso dolor.–Luisa, do que en realidad nos separaba antes era la diferencia de linaje, pero ahora esa diferencia ya no existe. Ya no hay nada que nos impida estar juntos. 1
Dicho esto, dio un paso hacia adelante, con la intención de tomar la mano de Luisa.
Pero Andrés lo detuvo con una patada que lo hizo caer al suelo. Con su zapato negro, comenzó a presionar su rostro con violencia.
La multitud quedó en estado shock.
Andrés parecía envuelto en una infernal oscuridad, con los ojos tan siniestros brillaban
que como cuchillas. Su voz, llena de amenaza, cortó el aire.–Te lo dije, Carlos. Si vuelves a tocarla, te juro que te arruinaré.
Carlos dejó de luchar.
En ese momento, como un pez muerto, se quedó allí inmóvil en el suelo, permitiendo que el zapato de Andrés continuara como si nada presionando su ya humillado rostro.
Con la cabeza inclinada, miraba a Luisa con desesperación. El dolor le recorría todo el cuerpo, como si ya no tuviera fuerzas suficientes para vivir.
Fue en ese instante que comprendió cuán ridículo había sido.
En un abrir y cerrar de ojos, su mente se llenó de recuerdos como si fueran diapositivas, mostrando momentos de su relación con Luisa, hermosos instantes de su amor. Ahora, cada
uno de esos recuerdos le dolía como cuchillos clavándose en el corazón.
Se dio cuenta de que había cometido errores imperdonables.
Se negó a regresar con ella a su casa, permitió que su madre la humillara sin piedad alguna, paseó de forma descarada de la mano con Carolina, le dijo en su cara que nunca la tomaría como esposa, y permitió que su relación se desmoronara poco a poco por su falta de cuidado y consideración hacia los sentimientos de Luisa…
Cada una de esas cosas solo la alejó aún más.
Luísa y él podrían haber tenido un buen final.