Capítulo 480
Una expresión de disgusto cruzó fugazmente su rostro, pero al contestar el teléfono, su voz se tornó sumamente amable: “Hola, papá.”
Vicente respondió con un “Hola“, y añadió: “Ven a casa mañana, hay algo de lo que quiero hablar contigo.”
El corazón de Adriana dio un vuelco, instintivamente, sintió que Vicente tenía algo importante que anunciar, así que respondió con rapidez: “Está bien, papá, mañana estaré allí.”
Después de colgar el teléfono, Adriana comenzó a pensar en lo que Vicente podría querer anunciar. Sospechaba que iba a distribuir las acciones de la familia Noriega. Cuando se torció el tobillo y estuvo en el hospital, su padre había insinuado algo al respecto, cuando fue a visitarla. Pero eso no era lo más importante, lo crucial era cómo iba a distribuirlas.
Esa noche, Adriana se acostó temprano. A la mañana siguiente, se levantó, se maquilló y con una actitud muy positiva, se dirigió en coche a la casa de la familia Noriega.
Tal como lo había imaginado, Vicente no se sentó a hablar con ella de inmediato. Primero, le pidió a la cocina preparar una comida e invitó a Bárbara, Camila y a ella, a comer juntas.
La comida que preparó la cocinera estaba deliciosa, pero el ambiente era más extraño que de costumbre. Aunque Adriana y Vicente no solían hablar mucho, Camila siempre sabía cómo hacerse notar, animando a todos a comer y siendo muy amable con Adriana. Por su parte, Bárbara solía hablar bastante, aunque generalmente para lanzar indirectas a su hermana. Sin embargo, ese día, tanto Camila como Bárbara parecían muy apagadas. Era raro ver a Camila, siempre tan diplomática, mostrando su descontento abiertamente, algo extraño estaba ocurriendo entre Vicente y ella.
Y Bárbara, su mirada venenosa era más evidente que nunca, o tal vez, había aumentado su animosidad hacia Adriana, pero lo más sorprendente era que Camila, habitualmente tan perspicaz, no intentaba detenerla. ¿Qué estaba pasando?
La comida transcurrió en un ambiente tenso. Después de comer, Vicente llamó a Adriana a su estudio y le dijo: “Probablemente ya adivinaste por qué te llamé. Estoy pensando en distribuir las acciones de la empresa.”
¡Por fin!
Adriana se puso alerta, pero mantuvo su compostura, “De hecho, lo sospechaba, pero no sé qué estás planeando, papá.”
La actitud de Adriana era respetuosa pero firme, lo cual complació a Vicente, quien asintió. “Yo sé que en estos años no has venido mucho a casa y has pasado por situaciones difíciles allá afuera. Así que, como compensación, te daré la mayor parte de las acciones de la empresa“.
Al escuchar la primera parte, Adriana sonrió irónicamente para sí misma. En realidad, no había sufrido mucho fuera de casa; la mayoría de sus penas provenían de esa familia, aunque por supuesto, eso no lo dijo. Sin embargo, al escuchar la segunda parte, se sorprendió mucho.
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Su padre realmente tenía la intención de darle la mayor parte de las acciones. ¿No lo había escuchado mal?
Vicente sacó un documento que contenía la declaración de donación de acciones. Adriana miró los números y abrió los ojos de par en par. ¿Realmente planeaba darle tantas acciones?
Ella había pensado que Vicente le daría la mayor parte de las acciones a Camila y Bárbara, ya que eran dos personas, además él siempre había sentido culpa hacia esa mujer y su hija, tratándolas mejor que a ella durante años. Pero, ¿por qué ahora estaba actuando de manera tan diferente, dándole lo más importante a ella?
Haciendo un cálculo rápido, entendió que si Vicente le daba tantas acciones, lo que quedaría para Camila y Bárbara sería muy poco. No era de extrañar que durante la comida, el ambiente fuera tan extraño; seguramente Camila y Bárbara ya estaban al tanto.
Estaba tan asombrada que incluso sintió como si estuviera soñando.
Sin embargo, al siguiente instante, Vicente guardó los documentos y dijo: “Todavía no he firmado los papeles. Si quieres que mi firma sea válida, tengo una condición.”
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