Capítulo 470
‘Bueno, es mejor así.‘ Pensó él mientras colocaba el botiquín sobre la mesa y sacaba todo lo que había dentro. “Ya se puede cambiar el vendaje.”
Adriana pensó: ‘¿Qué significa eso de ya se puede? ¿Él no puede quitarse las vendas viejas?‘
Aunque quitar las vendas no era complicado, si tenía que hacerlo ella, inevitablemente tendría que tocar el cuerpo de Rodrigo, lo cual sería muy incómodo. Pero bueno, de todas formas, al cambiarle el vendaje también tendría que tocarlo, así que no importaba mucho. Adriana suspiró en silencio y tomó las tijeras para empezar a quitarle las vendas de la espalda.
Sus dedos cálidos rozaron la firme musculatura de Rodrigo, provocando una sensación electrizante. Él tensó su cuerpo, sintiendo una mezcla de dolor y placer, e instintivamente, tomó las puntas de los dedos de Adriana.
Ella se quedó en blanco por un momento, pero al darse cuenta de la situación, rápidamente preguntó: “¿Te hice daño?”
“No, para nada.” Rodrigo la soltó, cerró los ojos y continuó disfrutando de aquel doloroso pero placentero proceso.
Adriana pensó que él estaba actuando de manera extraña, pero no preguntó más, solo se aseguró de ser más cuidadosa en sus movimientos.
En cuanto terminó de quitar las vendas, vio las heridas de Rodrigo, eran un desastre de carne y sangre. Con solo mirar su espalda, podía imaginar cuánto dolor debía estar sintiendo, incluso sintió un dolor ajeno al verlo. Internamente, maldijo a Celeste una vez más; esa mujer realmente era terrible, no solo intentó lastimarla a ella, sino que también fue capaz de herir gravemente a su propio hijo. Realmente era malvada.
Adriana empapó un hisopo en ungüento y lo aplicó suavemente sobre Rodrigo, soplando un poco para aliviar el dolor.
Al hacer eso, sintió sus mejillas enrojecerse. ¿Qué estaba haciendo? Ese era un gesto que se hace para calmar a los niños, ¿cómo pudo usarlo en un hombre como Rodrigo?
Lo que Adriana no sabía era que esos suaves soplidos hicieron que Rodrigo sintiera una corriente eléctrica por todo su cuerpo, estremeciéndose. Una sensación de hormigueo le recorrió el cuerpo, y estuvo a punto de abrazarla.
Rodrigo abrió los ojos, en sus oscuros ojos había una tormenta que Adriana no podía descifrar.
Ella rápidamente apartó la mirada, evitando verlo a los ojos, dijo: “Si te duele, dímelo.”
El hombre la observó por un momento, asintió, y sus ojos se oscurecieron aún más.
***
Mientras tanto, Celeste estaba en una villa, una propiedad que Basilio y ella habían comprado hace más de treinta años como casa matrimonial. Gracias al mantenimiento constante, la
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casa se veía como nueva. Sin embargo, la hermosa villa ahora era un desastre, con el salón cubierto de fragmentos de vidrio y cerámica, todo el lugar estaba destrozado.
Con los puños apretados y los ojos enrojecidos, la mujer parecía capaz de matar con la mirada. Nunca imaginó que Rodrigo se presentaría ante ella con pruebas, acusándola de intentar dañar a Adriana, y menos que le diría palabras tan desafiantes, retirando parte de la gente que la rodeaba. En ese momento, estaba tan furiosa que, sin pensarlo, lo golpeó.
Justo después de haberlo hecho, Eric llegó a casa, y al ver la escena, se enfureció. Le dijo que nunca más la reconocería como su nuera y le prohibió volver a entrar en la casa principal de la familia Suárez. Eso hizo que su furia alcanzara otro nivel, sintiéndose profundamente humillada. ¿Qué nuera es insultada por su suegro y se le niega la entrada a la casa?
Un día entero había pasado, y aún no lograba calmarse. La ira seguía creciendo y sin tener cómo desahogar su frustración, terminó destrozando la casa.
Al ver que ya no estaba rompiendo cosas ni gritando, los dos guardaespaldas que la acompañaban, se acercaron cautelosamente y le dijeron en voz baja: “Señora, ¿quiere que continuemos con el plan contra Adriana?”
