Capítulo 84
Valentina miró a doña Ximena con los ojos llenos de lágrimas y dijo: -Abuela…
Doña Ximena primero observó a Andrés, luego a Valentina, y suspiró.–Ay, está bien, Valentina, ya que lo de aquel día fue un malentendido, puedes explicarlo una vez más frente a todos. Creo que Luisa no es una persona irracional.
Debido a que doña Ximena también lo decía, nadie más en el lugar la defendió.
Valentina sollozó, con la expresión de alguien que se siente injustamente tratada.–Ese día en el hipódromo, le pedí a Luisa que me enseñara a montar. Al principio todo iba bien, pero de repente el caballo se descontroló y…. me caí y me lastimé.
Todos sabían sobre este incidente, y al escuchar lo que Andrés había mencionado, parecía que había algo más detrás de todo eso.
Por eso, nadie la interrumpió, esperando a que Valentina continuara.
Valentina levantó la mirada hacia Andrés, pero su mirada era tan fría que Valentina sintió
Pensé que miedo inquebrantable. Dudo por un momento y dijo: -Es solo un malentendido. Luisa no me quería, que había hecho que el caballo se descontrolara para causarme serios daños. Luego supe que el caballo tenía una marca en el cuello, lo que confirmaba que ya estaba herido antes de ser sacado. Yo no me di cuenta y presioné sobre la herida, lo que causó que el
caballo se volviera loco.
Valentina miró a Luisa con ojos llenos de arrepentimiento. -Lo siento mucho, Luisa. Te malinterpreté. No debí haberte juzgado sin razón alguna. ¿Podrías perdonarme?
Luisa sorprendida al mirarla, no respondió ni una sola palabra.
نے
La señora Patricia intervino, reprendiendo: -Valentina, ¿cómo pudiste pensar eso de Luisa? ¿ Cómo iba a querer hacerte daño?
El padre de Andrés, Víctor, también mostró una actitud de reproche.–Si querías aprender a montar, ¿por qué no te inscribiste en una escuela de? Ahora no solo no supiste montar, sino que te has lastimado y encima armaste un malentendido con tu cuñada.
Cuando Valentina escuchó la palabra “cuñada,” una furia intensa se encendió en su interior.
Contuvo su rabia y respondió: -Sé que me equivoqué, mamá, papá…
Andrés la miró con frialdad. -¿No dijiste que aquel día que fue Luisa quien le dio una patada al
para hacerlo perder el control? ¿Por qué ahora no mencionas eso?
caballo
Sin esperar respuesta alguna, Andrés se volteó hacia sus padres.—¿Quién está a cargo de la educación de Valentina? ¿Cómo es posible que se haya vuelto así? Llenándose la boca con
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mentiras, y manipulando a los demás.
Víctor y Patricia intercambiaron algunas miradas.
Patricia sorprendida le preguntó a Valentina: —¿En realidad mentiste?
Valentina rompió en llanto de inmediato, las lágrimas caían como una fuerte tempestad, provocando así lástima entre los presentes. -Yo… yo me equivoqué, mamá…
Doña Ximena la miró preocupada.–Valentina, me dijiste que fue un malentendido, pero no mencionaste que mentiste. ¿Es eso lo que te enseñaron, a mentir y difamar a los demás?
La familia González también comprendió la situación.
Miguel expresó con rechazo: -Doña Ximena, el presidente Andrés, Luisa nunca haría algo tan vergonzoso y bajo para hacerle daño a alguien. Si su hija está mintiendo y difamando a Luisa, debería haber una explicación al respecto, ¿verdad?
Carla también intervino de inmediato y dijo: -Es cierto. Luisa es la joya de nuestra familia. Nosotros, la familia González, no tenemos el poder que tienen ustedes, la familia Martínez, pero nuestra hija es amable y bondadosa, no haría algo tan bajo.
Después de escuchar lo que Miguel y Carla dijeron, Luisa se sintió profundamente conmovida.
Aunque su relación con su familia no había sido buena en los últimos años, eso no significaba que no la quisieran ni la cuidaran.
Luisa había visto cómo Carla la había tratado en estos últimos años, pero no había logrado superar el obstáculo en su corazón para aceptar a su madrastra.
Valentina, entre sollozos, se levantó y se inclinó frente a Luisa. -Perdóname, Luisa, me equivoqué, no debí mentir ni difamarte, lo siento…
Doña Ximena suspiró de manera repentina.–Ay, Luisa, aunque Valentina cometió un error, ya se ha disculpado contigo. ¿Podrías perdonarla?
Luisa sorprendida dijo:
¿Cómo era posible que el tono de doña Ximena sonara tan impaciente?
Con esa actitud, parecía que, si no perdonaba a Valentina, sería una gran deshonra de su parte.
Justo cuando Luisa iba a hablar, Andrés la interrumpió.–Abuela, ¿qué estás diciendo? El perdón depende de Luisa, nadie más tiene el derecho a intervenir en su decisión.
Doña Ximena mostró su desagrado. -¿Me estás culpando, Andrés?
-No,-Andrés respondió con frialdad.–Solo te pido que no presiones a Luisa.
Luisa, al ver que Andrés se enfrentaba a su abuela, no dudó más. Y de inmediato habló: -Está
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bien, ya la perdoné.
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Luego, su mirada se deslizó con suavidad hacia Andrés, y extendió su mano para tomar la de él, dándole un leve apretón, señalándole que no siguiera discutiendo con su querida abuela.
Andrés entendió enseguida el mensaje y la intensidad en su mirada se suavizó,
Valentina observó todo esto, tan furiosa que casi mordió su mandíbula.