Capítulo 85
Ella apretó con fuerza los puños, con las uñas clavadas en su piel.
¡Luisa, algún día te haré desaparecer de este mundo!
Medianoche.
Luisa fue despertada por una llamada telefónica.
Sacó enseguida el celular de debajo de la almohada, entreabrió los ojos con dificultad y contestó de manera somnolienta.
De pronto, un ruido estridente y caótico llegó a través del celular.
Luisa hizo un sonido de desprecio y alejó el celular de su oído, visiblemente molesta.
-¿Quién es?—preguntó, claramente irritada por haber sido despertada en medio de la noche. Su tono reflejaba una gran impaciencia.
La persona al otro lado no respondió.
-¿Vas a hablar sí o no?
Insistió, sin obtener respuesta alguna.
Solo se escuchaba el ruido de fondo.
Con gran esfuerzo, Luisa entreabrió más los ojos y vio en la pantalla del celular.
Era un número desconocido.
—¿Carlos?—dijo, visiblemente molesta.
Por fin, alguien habló al otro lado.
Carlos, con la voz ronca y un tono claramente ebrio, dijo: -Luisa, me he siento fatal, ¿por qué no quieres mirarme siquiera una vez? De verdad te amo, ¿me mirarías aunque fuera una vez? Estoy tan mal, Luisa…
La furia de Luisa alcanzó su punto máximo en ese momento.
Siempre le costaba demasiado conciliar el sueño, y cuando lo lograba, el descanso no era profundo.
Había tenido un buen sueño, hasta que Carlos la despertó con esa estúpida llamada.
¡Y tenía que trabajar mañana!
Pensó en colgar el celular de inmediato.
Pero estaba tan furiosa que sabía que no se calmaría sin gritarle sus cuatro verdades primero.
Carlos, ¿estás completamente loco? Si te duele tanto, ipues muérete! ¿Qué te pasa, por qué sigues molestándome? Si tienes un problema, ve a tratarlo, y si no puedes, jlánzate de un puente y listo! ¡No, me sigas jodiendo más, vete al diablo!
Carlos no se enojó en lo más mínimo. De hecho, se rio entre dientes:Luisa… creo que de verdad tengo un problema, porque en mi cabeza, aparte de pensar en ti, no puedo pensar en nada más. Sabes también quiero morir, Luisa. Si no me amas, me dolería tanto que quiero morir, pero si me muero, ya no podré verte nunca más…
¡Estás desquiclado!-gritó Luisa, colgando furiosa. Presionó el botón de silencio en el costado del celular y lo puso boca abajo, volviendo a intentar dormir.
***
En el bar, Carlos estaba borracho.
Dos mujeres, con ropa provocativa, se sentaron una a cada lado, frotándose contra él sín cesar.
-Bro, estás borracho, mejor te llevo a descansar. -dijo la mujer a su izquierda, tocando el pecho de Carlos.
-Bro, ¿y qué tal si hacemos algo más entretenido esta noche? -preguntó la mujer a la derecha, restregándose lujuriosa contra él, con una voz suave y seductora.
Fue en ese momento cuando Carolina llegó y vio la escena.
-¡Fuera!-gritó furiosa.–¡Lárguense! ¡No se atrevan a seducir a mi hombre!
Las dos mujeres, al ver la furia de Carolina, se levantaron apresuradas y se alejaron despavoridas, temerosas de que la mujer les causara problemas.
Carolina miró a Carlos, borracho, soportó su rabia por un momento, respiró profundo y lo levantó para sacarlo del bar.