Capítulo 387
Dafne se encontraba en la cama, dando vueltas y vueltas, atrapada en sus pensamientos. Finalmente, decidió tomar su celular y enviarle un mensaje a Agustín.
[Mis condolencias.]
Pasó un buen rato y no obtuvo respuesta alguna.
No sabía si él estaba dormido o ocupado con todo el asunto de la familia Junco.
Dafne suspiró, sintiendo una presión en el pecho.
Aunque no lo admitía abiertamente, sabía bien que aún no lograba superar a Agustín.
Ahora que la familia Junco enfrentaba semejante tragedia, estaba preocupada por él.
Seguramente debía estar destrozado.
Fue casi al amanecer cuando Dafne sintió por fin un poco de sueño.
Justo cuando iba a quedarse dormida, la pantalla de su celular se iluminó.
Era un mensaje de Agustín.
[Estoy bien, descansa temprano.]
A pesar de leer el mensaje, la preocupación de Dafne no disminuyó.
¿Cómo podría estar bien?
Uno era su padre y la otra su abuela.
Quería decir algo que lo consolara.
Se frotó los ojos, tratando de mantenerse despierta.
Escribió algo.
Lo borró.
Volvió a escribir.
Y lo borró de nuevo, palabra por palabra.
Al final, Dafne no envió nada.
Porque cualquier cosa que dijera le parecía insuficiente.
El sueño la venció, y Dafne terminó quedándose dormida con el celular en la mano.
Entonces soñó.
En su sueño, un niño miraba con tristeza y envidia a su padre mientras éste abrazaba a otro niño.
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Capitulo 387
Se acercó y notó que los ojos de aquel niño eran iguales a los de Agustín.
-Agustín… -susurró Dafne.
El niño bajó la cabeza, visiblemente abatido, y murmuró: -Pero yo también soy su hijo…
El corazón de Dafne se llenó de un dolor punzante.
Extendió la mano y acarició la cabeza del niño, diciéndole con dulzura: -No te preocupes, encontrarás a alguien que te quiera muchísimo, esa persona será tu salvación.
El niño la miró y preguntó: -¿Esa persona eres tú?
Sintió una punzada en el corazón que le quitó el aliento.
De repente…
El escenario cambió.
Lluvia torrencial y truenos.
Un hombre se encontraba bajo la lluvia, su figura reflejaba soledad y desolación.
Era Agustín ya adulto.
Se acercó y vio que sus ojos estaban enrojecidos, su rostro lleno de dolor.
-Él murió -escuchó que el hombre decía en voz baja.
Luego, añadió una frase sin contexto: -En esta vida ya no habrá más oportunidades.
Dafne entendió que se refería a que nunca más podría sentir el amor paternal de Carlos.
Quiso decir algo, abrió la boca, pero no salió ninguna palabra.
Agustín permanecía inmóvil bajo la lluvia, como una estatua helada.
-Agustín… -susurró Dafne al despertar.
El dolor en su corazón era tan real.
La luz del sol se colaba por las rendijas de las cortinas, anunciando el comienzo de un nuevo
día.
Tres días después del suicidio de Carlos, Dafne se encontró con Agustín.
Fue una noche lluviosa.
Relámpagos y truenos, el viento y la lluvia azotaban con fuerza.
Las sombras de los árboles se balanceaban, creando formas extrañas, como monstruos rugiendo y aullando.
Dafne se levantó y se dirigió a la ventana, queriendo correr las cortinas.
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17.04
De repente, vio a alguien parado bajo la lluvia.
Aquel perfil le era inconfundible.
Era Agustín.
La escena era idéntica a su sueño.
La mano de Dafne se detuvo en la cortina.
Se quedó allí, observando en silencio al hombre bajo la lluvia.
Finalmente, suspiró, se dio la vuelta y abrió la puerta de su habitación, dirigiéndose hacia abajo…
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