Capítulo 409
En el privado, el hombre sentado en el lugar principal del sofá no era otro que Agustín.
Al principio, Agustin no levantó la mirada hacia la puerta.
Fue Ricardo quien notó el comportamiento extraño de Macarena y, con curiosidad, le preguntó:
-¿Qué sucede? ¿Por qué no avanzas?
Macarena quiso correr, pero Ricardo la sujetó con firmeza.
-¿Correr? ¿No quieres irte al extranjero?
El alboroto llamó la atención, y algunas personas voltearon a mirar.
Alguien reconoció a Macarena y exclamó asombrado:
-¡Esa no es Macarena! ¿Cómo la trajiste aquí?
Macarena había difamado a Dafne en línea y había incitado a sus seguidores a acosarla, lo que había generado un gran escándalo.
Muchos de los jóvenes adinerados de Silvania, que antes no conocían a Macarena, ahora sabían de ella por ese incidente.
Al escuchar el nombre “Macarena“, Agustín levantó la mirada.
Sus ojos eran como cuchillas, destellando con una luz fría y aterradora.
El corazón de Macarena dio un vuelco y un escalofrío recorrió su espalda.
Se acabó, pensó, ahora no hay escapatoria.
Adam claramente estaba al tanto de lo que había pasado entre Macarena y Dafne.
Rápidamente se dio cuenta de que la amiga que Ricardo le había pedido que ayudara a salir del
país era Macarena.
Con el rostro ensombrecido, Adam cuestionó a Ricardo:
-¿La amiga de la que hablabas es ella?
Ricardo no sabía que Adam conocía a Agustín.
Ricardo, Macarena y Bruno pertenecían al mismo círculo, y naturalmente, Ricardo estaba al tanto de la enemistad entre Macarena y Dafne.
-Tráela aquí -ordenó Agustín con una voz fría.
Ricardo no se atrevió a desafiar a Agustín y, a regañadientes, llevó a Macarena hacia él.
Macarena se resistía, pero no tenía la fuerza suficiente para librarse de Ricardo.
Finalmente, Macarena fue llevada frente a Agustín.
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Agustín ni siquiera le dedicó una mirada directa a Macarena. Miró a Adam, que estaba sentado a su lado, y con una voz glacial, dijo:
-Explica.
Esas pocas palabras hicieron que Adam empezara a sudar frío.
Vaya lío, sin querer había ofendido al “principe” de la familia Rosales.
¿Quién no sabía que la familia Rosales era la adoración del “príncipe“?
Adam deseaba poder darse unas buenas bofetadas.
¡Por hablar de más y aceptar todo sin pensar!
-Ejem, ejem -Adam aclaró su garganta, sintiéndose nervioso-. Sr. Junco, esto… esto es un malentendido. Ricardo me llamó hoy pidiéndome ayuda, diciendo que una amiga suya quería salir del país. Me pidió que la ayudara, y como justo yo iba a salir del país, acepté. No sabía que esa amiga era Macarena. Si lo hubiera sabido, no habría aceptado bajo ninguna
circunstancia.
Agustín le lanzó a Adam una mirada ligera.
Parecía que Adam no estaba mintiendo.
Esa mirada hizo que Adam se sintiera ansioso, temiendo que si Agustín se molestaba, la oportunidad de negocio que estaba por cerrar se arruinaría.
-Encárgate de esto -dijo Agustín a Adam-. El caso de ella con Dafne aún no se ha cerrado, no puede salir del país.
Adam asintió rápidamente, con una sonrisa de disculpa en su rostro.
-Claro, claro, me encargaré de todo, Sr. Junco. No se preocupe.
Durante todo el encuentro, Agustín no le dirigió ni una sola palabra a Macarena.
Ese mismo día, Agustín llamó a Dafne para informarle sobre el intento de Macarena de huir del país.
Dafne no dijo mucho, solo agradeció.
Después de colgar, Agustín sonrió levemente.
Macarena había resultado ser de alguna utilidad.
Le había dado una excusa perfecta para llamar a Dafne.
Habían pasado varios días desde que no hablaba con ella, y la extrañaba profundamente.
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