Capítulo 411
Lucas eligió un restaurante occidental con un ambiente encantador.
El interior del restaurante estaba decorado principalmente con tonos cálidos. La luz suave se filtraba a través de elegantes lámparas colgantes, creando una atmósfera acogedora con un toque de ensueño.
En las paredes colgaban varios cuadros de estilo retro y colorido, añadiendo un toque de arte vibrante al espacio tranquilo.
Lucas tomó de la mano a Natalia, mientras Dafne hacía lo mismo con Jana.
El mesero los condujo a una mesa junto a la ventana con una vista espectacular.
Sobre la mesa redonda de vidrio había un ramo de flores pequeñas y delicadas, que desprendía un aroma sutil y refrescante.
Las dos niñas se sentaron juntas.
Lucas y Dafne también se sentaron, la mesa no era grande, así que estaban cerca uno del otro.
La música suave de un piano clásico flotaba en el aire, envolviendo el ambiente.
Lucas pidió la comida para las niñas y luego le pasó el menú a Dafne.
En el momento en que Dafne levantó la mirada, se encontró inesperadamente con unos ojos oscuros y profundos.
Su expresión se congeló y la sonrisa desapareció de su rostro.
Agustín estaba de pie no muy lejos, con una mirada penetrante.
A su lado, una mujer de figura esbelta con cabello ondulado.
Después de tantos años sin verlo, Dafne reconoció de inmediato a la mujer como Luna.
Recordando lo que Penélope Zúñiga le había contado, que Luna había regresado al país buscando a Agustín, Dafne sintió un nudo en el corazón, pero disimuló apartando la mirada.
Lucas también los había visto.
Le lanzó a Agustín una mirada significativa y sonrió ligeramente mientras decía:
-Qué coincidencia, Sr. Junco, ¿es esta su novia?
El rostro de Agustín se oscureció y su voz fue fría como el hielo del invierno.
-No.
Luna sonrió al saludar:
-Hola, soy Luna, soy… -Luna hizo una pausa al notar a Dafne- …una amiga de Agustín.
Dafne mantuvo la calma exteriormente, aunque en su interior sentía un leve oleaje.
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Capitulo 411
El hecho de que lo llamara “Agustin“.
Dafne bajó la mirada para ocultar la emoción que cruzó rápidamente por sus ojos.
–Dafne, cuánto tiempo sin verte, ¿me recuerdas? Nos hemos visto antes -dijo Luna con una
sonrisa radiante.
Dafne asintió, respondiendo sin entusiasmo:
-Si, han pasado muchos años, espero que estés bien.
Agustín, con el rostro serio, se acercó a la mesa.
Luna lo siguió.
-Srta. Rosales, ¿cómo va el manejo de los casos del Grupo Junco? -preguntó Agustín, tomando una silla de otra mesa y sentándose junto a Dafne.
Dafne respondió con un tono tranquilo y sin expresión:
-Sr. Junco, no se preocupe, he estado revisando los casos que su empresa me encargó, he revisado las pruebas dos veces.
La mesa ya era pequeña, y con Agustín sentándose, ahora eran cinco personas, lo que resultaba un poco apretado.
Luna, sonriendo, comentó:
-Agustín, es hora de descanso, hablemos de trabajo otro día, vayamos a sentarnos allá. Dafne tiene una cita, no los molestemos.
Agustín la miró con una mezcla de frialdad y una sonrisa irónica.
-¿Cita?
Dafne frunció ligeramente el ceño.
-Solo estamos cenando.
Su explicación instintiva suavizó un poco la mirada de Agustín, aunque en su interior seguía
sintiéndose celoso.
Lucas había logrado invitar a Dafne a cenar.
Mirando a las dos niñas sentadas frente a él, Agustín comprendió que Lucas había usado a los niños como pretexto para invitar a Dafne.
-Vamos, Dafne, sé que te da pena -Luna intentó tomar la manga de Agustín-. Agustín, vámonos.
Agustín se apartó de Luna, evitando que lo tocara.
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