Capítulo 401
Dafne se detuvo un momento, como si no hubiera esperado que él le preguntara eso.
-Hmm -respondió.
-Él también sabe que te gusta el azul -comentó Agustín, esbozando una sonrisa que parecía más amarga que un limón-. Muy bien.
Dafne apretó los labios, observando de manera sutil el ramo de flores azules en el asiento del copiloto junto a Agustín.
El gusto de Agustín siempre había sido impecable, y las flores que escogía reflejaban su estética a la perfección.
Al notar que Dafne miraba las flores, Agustín, con un tono neutral, comentó:
-En realidad, quería dártelas, pero ya tienes un ramo, así que este parece de más.
Dafne, sin saber qué decir, murmuró:
-Entonces… ¿me voy?
Al decir esto, se dio la vuelta para marcharse.
-¡Espera! -dijo Agustín, esta vez con más urgencia-. No es que llevar dos ramos sea un
problema. Mejor llévate este también, aquí solo ocupa espacio.
Dafne, de espaldas a Agustín, esbozó una ligera sonrisa.
Se giró nuevamente para mirarlo a los ojos.
-¿Ocupa espacio?
-Sí–respondió él con firmeza-. Si no lo quieres, lo tiraré.
Dafne no pudo evitar reírse un poco.
-Entonces mejor lo tomo, sería una pena tirar unas flores tan bonitas.
Agustín salió del auto, rodeó el vehículo y le entregó el ramo a Dafne.
Ella lo tomó y le agradeció.
Al escuchar su agradecimiento, los ojos de Agustín se oscurecieron un poco más.
Dafne lo notó, pero no dijo nada. Después de todo, considerando su relación actual, lo correcto era ser educados.
Dafne regresó al auto con los dos ramos de flores.
Clara, sorprendida, exclamó:
-Dafi, ¿por qué tienes otro ramo? ¿Quién te lo dio?
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Desde donde estaba estacionado su auto, no se veía el de Agustín, así que ni Baltasar ni Clara lo habían visto darle las flores.
Baltasar, quien estaba sentado en el asiento delantero, miró a Dafne sin decir nada.
Sabiendo que Baltasar no simpatizaba con la familia Junco y se oponía a su relación con Agustin, Dafne decidió mantener el ambiente tranquilo y respondió vagamente:
-Un amigo.
-Oh, ya veo -dijo Clara, sin insistir más al ver que Dafne no quería entrar en detalles.
Baltasar no comentó nada, solo le indicó al conductor:
-Vamos.
De regreso a la casa de la familia Rosales, Jana Rosales estaba sentada en el sofá de la sala viendo dibujos animados de Peppa Pig.
Al ver a su hermana regresar, Jana sonrió ampliamente y corrió emocionada hacia Dafne, abrazándola mientras la llamaba con cariño:
-¡Hermana!
Dafne sonrió, acariciando suavemente la cabeza de Jana.
-Jana, ¿has pensado en tu hermana durante este tiempo?
La pequeña respondió alegremente:
-Sí.
La psicóloga, que estaba a un lado, sonrió y le dijo a Dafne en inglés:
-Jana
ya está curada. Puede llevar una vida normal y regresar a la escuela.
Dafne mostró una expresión de alegría:
-Eso es maravilloso, gracias, Alicia.
La doctora sonrió:
-No hay de qué. El Sr. Junco ya liquidó mi salario. Mañana me voy.
-¿Tan pronto? -preguntó Dafne.
La doctora asintió:
-Tengo citas con otros pacientes.
Dafne preguntó:
-Bien, ¿a qué hora es tu vuelo? Puedo pedirle al chofer que te lleve.
-A las tres de la tarde.
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Captulo 401
Baltasar intervino en inglés:
-Gracias, doctora Alicia. La recuperación de Jana fue gracias a ti.
-No hay de qué, señor.
Baltasar miró a Clara, quien comprendió y, en inglés, le dijo a la doctora:
-Alicia, tengo algo para ti. Por favor, ven conmigo.
Clara llevó a la doctora Alicia arriba, donde le entregó un regalo preparado especialmente para ella y un sobre.
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