Capítulo 444
Anaís giró la cabeza para mirarla, su expresión era seria.
Lucía tragó saliva, sin saber por qué, sintió un poco de miedo de cruzar miradas con Anaís.
Los ojos de Anaís parecían poder ver a través de todo.
Pero al pensar en Fabiana, Lucía recobró el valor. -En el futuro, me casaré con Raúl, y él también ha admitido que se casará conmigo. ¿No es normal que vivamos juntos? De hecho, debería llamarte hermana.
Ese término de “hermana” le resultaba repulsivo a Anaís.
No quiso responder y simplemente entró al conjunto residencial.
Lucía no pudo entrar, se quedó en la entrada, desesperada.
-Si no me ayudas, iré a pedirle a Raúl. Él se preocupa por mí y seguro me ayudará.
Anaís solo sintió un nudo en el pecho, y más aún cuando, una hora después, Raúl la llamó para preguntarle si podía llevar a Lucía a la casa para que descansara durante el embarazo.
Anaís solo quería pasar un buen año nuevo tranquila con su hermano, pero ahora se sentía sin ánimo.
-Haz lo que quieras.
-Anaís, ¿estás enojada? -preguntó Raúl con cautela, bajando la cabeza-. La situación de Lucía en su casa es complicada. Sus padres prefieren a su hermano y siempre han querido venderla para comprarle una casa a él. No tiene a dónde ir.
Sin ganas de escuchar más, Anaís respiró profundo. -Haz lo que creas conveniente.
-Anaís, ¿podemos salir a cenar juntos en Año Nuevo? Hace mucho que no comemos juntos.
Ella sintió una punzada en el corazón. -Está bien.
Los ojos de Raúl se iluminaron. -Acabo de terminar de leer un libro. ¡Espero que vengas a buscarme!
Anaís no dijo nada más y colgó el teléfono.
Se sentía irritada. El proyecto no avanzaba y su único hermano le daba más preocupaciones.
Suspiró profundamente, sacó una botella de vino del gabinete y planeó pasar la noche bebiendo en casa, pero el timbre sonó. Era Irene.
Irene había venido vestida elegantemente, con una pila de frutas frescas y caras.
-Anaís, hoy es el cumpleaños de mi mamá. Más tarde iré a cenar con la familia Moreno. Estas son frutas importadas que me dieron nuestros socios comerciales, no tengo tiempo para comerlas, así que te las dejo.
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Capitulo 444
Había tantas bolsas que llenaron todo el suelo junto a la puerta.
-Irene, no puedo comer tantas…
Pero antes de que pudiera terminar, el celular de Irene sonó. Le dio una palmadita en el hombro
a Anaís.
-Si no puedes comerlas todas, comparte con tus amigos. Esta noche voy a cenar con la familia Moreno y luego tengo que viajar por trabajo, estaré fuera por una semana. Sería una pena que las frutas se echaran a perder.
Mientras hablaba, caminaba hacia el ascensor, contestando la llamada. Era Iván quien llamaba.
Anaís se esforzó por llevar las cajas de frutas al interior de su casa. No tenía muchos amigos, solo conocía a Fabiana y Laura.
Primero llamó a Fabiana para preguntarle si estaba en casa, planeando enviarle las frutas.
Fabiana agradeció gentilmente y aprovechó para preguntar.
-Anaís, ¿ya pensaste cómo vas a pasar Año Nuevo? ¿Quieres invitar a tu novio para que cenemos todos juntos?
El próximo mes estaba a la vuelta de la esquina y Año Nuevo llegaría en unos diez días.
-Le preguntaré, a ver si quiere.
Fabiana notó un cambio en el tono y comentó tranquilamente. -Realmente eres buena con tu
novio.
¿Qué clase de hombre merece que lo proteja tanto?
-Lo quiero, así que es lo correcto.
Irene llegó al estacionamiento y vio que Iván ya estaba esperando en el carro.
Llevaba un reloj en la muñeca y sus dedos descansaban en el volante. Al verla, sus ojos brillaron.
Irene intentó abrir la puerta trasera del carro, pero no pudo.
Iván soltó una ligera risa, así que tuvo que sentarse en el asiento delantero.
Apenas se abrochó el cinturón de seguridad, Iván pisó el acelerador.
Lo extraño fue que, durante todo el viaje, no dijo una palabra, lo cual no era normal.
Hasta que el auto se detuvo en la casa de la familia Moreno, Irene bajó del carro y al ver a los padres de la familia esperándola, su inquietud se desvaneció.
-Papá, mamá.
Capitulo 444
Alicia Mueses estaba vestida elegantemente, con un collar de jade en el cuello. Asintió y sonrió. -Qué bueno que estés de vuelta.
Alicia tomó a Irene del brazo y entraron juntas. Iván se adelantó.
-Irene, Año Nuevo está cerca. ¿No me tienes preparado un regalo?
Alicia escuchó el comentario y le dio una palmada. -No seas irrespetuoso. Llama a Irene
hermana.
Iván se encogió de hombros y se adelantó.
Irene se sintió más inquieta, pero durante la cena todo fue armonioso.
Mientras todos estaban sentados viendo televisión, Alicia preguntó por su novio.
-¿Cuándo traerás a tu novio para que lo conozcamos? Me dijeron que es profesor universitario. Siempre te han gustado los hombres maduros.
Irene estaba pelando una mandarina y cuando iba a llevarla a su boca, Iván se la arrebató.
Alicia se enfureció y golpeó la mesa. -Tu falta de respeto es lo que ha metido a Irene en problemas con tus chismes.
De repente, la sala quedó en total oscuridad. ¿Un apagón?
¿Cómo podía ser?
Antes de que Irene pudiera reaccionar, unas manos la tomaron por la cabeza y el gajo de mandarina que le habían quitado fue devuelto a su boca, ahora aplastado.
El sabor de la mandarina se esparció en sus bocas.
Instintivamente retrocedió. ¿Se había vuelto loco?
¡Sus padres estaban justo enfrente!
En la oscuridad, sintió el intercambio de respiraciones y comprendió la diferencia entre hombres y mujeres.
-Iván…
Susurró, temerosa de que las luces se encendieran y la vergonzosa escena se revelara ante todos.