Capítulo 431
Dafne también fue a la estación de policía para hacer una declaración.
Cuando Luna despertó, ya eran alrededor de las once de la mañana.
Dafne había terminado de hacer la declaración y regresado a la habitación del hospital.
Luna abrió los ojos, sintiendo un fuerte mareo. Su rostro estaba pálido y aún mostraba signos de agotamiento.
Después de acostumbrarse a la luz, Luna fijó su vista en la figura que se movía en la
habitación.
-¿Dafne? -preguntó Luna con una voz ronca.
-¿Ya despertaste? -Dafne se giró hacia ella.
Luna frunció el ceño. -¿Esto es… un hospital?
-Si–Dafne le ofreció un vaso de agua-. Toma un poco de agua.
Luna se apoyó en la cama para sentarse y tomó el vaso que Dafne le ofrecía. Bebió unos
sorbos. -Gracias.
Dafne se sentó al lado de la cama, con una mirada preocupada, y preguntó con suavidad: -¿Cómo te sientes ahora? ¿Te sientes mejor?
Luna abrió ligeramente los labios. -Me siento un poco mareada y débil. ¿Qué pasó? ¿Por qué estoy en el hospital?
Dafne explicó: -Anoche, vi a unos hombres con malas intenciones llevándote en la puerta del bar, así que me acerqué. Te habían drogado y llamé a la policía. Eva golpeó a esos tipos y te rescató.
Luna abrió los ojos con sorpresa. -¿Me drogaron? ¿Con qué?
Dafne apretó los labios. -Un medicamento que estimula el deseo físico, comúnmente conocido como afrodisíaco…
Luna frunció el ceño en silencio.
Después de unos minutos, cuando Dafne pensó que Luna había asimilado la noticia, dijo: -Srta. Seballos, los que te dieron la droga están detenidos en la estación de policía. Puedes ir a verlos si quieres.
Luna levantó la mirada hacia Dafne, con una expresión complicada. -Dafne, ¿por qué me salvaste? ¿No somos rivales en el amor? ¿No deberías estar feliz de verme en esa situación?
Dafne frunció el ceño al escuchar eso.
-Srta. Seballos, ¿acaso tienes algún prejuicio contra mí? -Un leve enojo apareció en los ojos de Dafne-. No tengo ningún motivo para quedarme de brazos cruzados viendo cómo te hacen
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daño. Además, ambas somos mujeres, es lo correcto ayudarnos mutuamente.
Dafne miró a Luna con una expresión divertida. -¿De verdad crees que por ser rivales en el amor me alegraría verte en una situación así? Eso es ridículo, Srta. Seballos. No soy tan retorcida…
Luna se sintió algo incómoda. -Lo siento, Srta. Rosales. Fue mi error juzgarte. Gracias por salvarme ayer.
-No hay problema, fue un gesto sencillo.
Luna terminó el agua de su vaso.
Dafne preguntó: -¿Tienes hambre? Puedo pedir algo de comer. ¿Qué te gustaría?
Luna contestó: -Entonces no seré modesta. Me gustaría comer el “Buda Salta la Muralla” y aleta de tiburón estofada de El Oasis Fresco.
El Oasis Fresco es un restaurante de lujo con una larga trayectoria, donde incluso un simple plato de verduras cuesta una fortuna. El “Buda Salta la Muralla” y la aleta de tiburón estofada son sus platos estrella, cada uno cuesta más de mil pesos, y sólo los miembros pueden disfrutar del servicio de entrega a domicilio.
Luna realmente no estaba siendo modesta.
Dafne sonrió. -De acuerdo.
Al pedir la comida, cualquier pequeña fricción entre ellas se disipó.
Dafne llamó para hacer el pedido.
Mientras esperaban la comida, Luna buscó un tema de conversación con Dafne.
-Srta. Rosales, ¿dices que Eva sola golpeó a esos tipos anoche?
Dafne asintió. -Sí, Eva parece ser mi asistente, pero en realidad es una guardaespaldas personal que mi papá contrató para mí. Es muy hábil.
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