Capítulo 452
El laberinto estaba tenuemente iluminado, con un resplandor rojo que junto a la música aterradora ponía los pelos de punta.
Por un lado, Dafne y Agustín caminaban juntos.
Al principio, Dafne estaba un poco asustada, pero no de forma exagerada como Jaime.
Mientras avanzaban, de repente, una “fantasma” cayó inesperadamente desde arriba.
Vestida con un traje de novia rojo, con el cabello desordenado y el rostro pálido cubierto de lágrimas de sangre, la fantasma quedó suspendida en el aire, mirando fijamente a Dafne.
-¡Ah! -gritó Dafne, girando instintivamente para lanzarse a los brazos de Agustín.
Agustín apartó a la fantasma con una mano y abrazó a Dafne, tranquilizándola con voz suave : Tranquila, Dafi, no es real, solo es un accesorio.
Ni siquiera era una persona disfrazada.
Dafne temblaba en los brazos de Agustín.
Él la sostenía, acariciando suavemente su espalda como quien consuela a un niño-: No tengas miedo, ya pasó.
Pasó un buen rato antes de que Dafne se calmara.
Ella se separó de Agustín y dijo en voz baja-: Eh… lo siento, me asusté y fue una reacción automática…
-No te preocupes -respondió Agustín con voz grave y preocupada-. ¿Estás bien? Si tienes miedo, podemos salir.
-Estoy bien, solo que fue muy repentino… -la voz de Dafne se fue haciendo más pequeña.
Agustín notó el miedo en Dafne.
No dijo nada más y simplemente asintió, tomando la mano de Dafne en silencio.
El calor de su mano hizo que Dafne se tensara por un momento.
Pero luego se relajó.
No soltó la mano.
Dejó que Agustín la tomara mientras continuaban avanzando.
El reciente susto había incrementado el miedo en el corazón de Dafne.
Ahora caminaba con precaución, mirando a todos lados, temerosa de que en cualquier momento apareciera otro espectro.
Agustín, consciente de su temor, se mantuvo alerta, observando los alrededores para prevenir
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otra sorpresa.
Después de avanzar un poco, una mano se extendió de repente tratando de agarrar el brazo de Dafne, pero Agustín fue rápido y la jaló hacia él.
Al mismo tiempo, otro espectro, con cabello largo y vestido de blanco, flotó alrededor de ellos. Agustín se dio cuenta de inmediato de que era un actor con patines.
-Dafi, no mires -dijo con dulzura, colocando su mano en la parte posterior de la cabeza de Dafne y presionándola contra su pecho para que no viera al espectro.
Dafne obedeció y se acurrucó en el pecho de Agustín.
Su corazón latía con fuerza.
-Perdón, ¿puede dejarnos pasar? -pidió cortésmente Agustín al espectro de blanco.
La fantasma se quedó perpleja.
En tres años trabajando, nunca había visto a un visitante hablarle con tanta educación.
Por un momento, no supo qué hacer.
Su función era girar alrededor de los visitantes tres veces, gritando “devuélveme mi vida… devuélveme mi vida…”
Apenas había salido y ya este chico amable le pedía pasar.
-Disculpa, ¿podrías darnos paso? -insistió Agustín, extendiendo una mano para proteger a Dafne e intentando pasar por el pequeño espacio al lado del espectro.
La fantasma reaccionó y se hizo a un lado, permitiéndoles pasar.
Agustín abrazó a Dafne mientras se alejaban-: Ya pasó, Dafi.
-Mejor salgamos -murmuró Dafne-, no me atrevo a seguir, sobreestimé mi valentía.
Las atracciones emocionantes como las montañas rusas todavía las puedo soportar, pero estas casas del terror realmente me asustan.
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