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Capítulo 725
-¿Y Patrick? ¿De qué lado está él?
¡Ay, por Dios! ¿Qué desastre es este? -¿Mi mamá fue encontrada por el actual líder de Lago Negro?
-Sí–respondió Carlos.
Esto lo complicaba todo aún más.
Paulina no dejaba de darle vueltas en la cabeza, porque en realidad no sabía mucho sobre Lago Negro.
Así que, por ahora, no entendía bien qué tipo de enredo era este. Sin embargo, solo tenía un pensamiento en mente: ayudar a su mamá lo antes posible.
Esos tipos ahora la están molestando… Solo de pensarlo, le dolía el corazón.
-¿Cómo se llama el actual líder de Lago Negro? -preguntó Paulina.
Porque con todo lo que había pasado últimamente, su mente estaba hecha un lío.
No estaba segura de cuánto le había contado Carlos sobre el líder actual, pero sabía que no era nada bueno para su mamá.
Al escuchar la pregunta de Paulina, Carlos mostró una expresión intrigante.
-Hablar de ese líder actual es realmente interesante.
-¡¿Interesante?! -Paulina no daba crédito.
-Durante años, el líder ha sido un misterio, pero ahora tengo algunas pistas. Creo que es Dan.
Lago Negro ha crecido, y no podemos bajar la guardia.
-Pero parece que no es así…
Los líderes anteriores nunca se ocultaron tanto, entonces, ¿por qué este lo hace? Hay algo más detrás de esto que no podemos entender.
-Según lo que dices, ¿el líder actual podría ser un títere? -preguntó Paulina.
-No lo creo. Tu padre, Patrick, no tiene el poder para manejar un títere así -respondió Carlos.
Todos han sido testigos de las habilidades de esta persona desde que asumió el cargo.
Al mencionar a Patrick, el rostro de Paulina se oscureció.
-Ese no es mi padre.
¿Padre? Para Paulina, no tenía tal padre.
Carlos notó su cambio de expresión y soltó una risa ligera, mientras le tocaba la frente.
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-Todavía tienes un poco de fiebre, mejor volvamos.
Había estado soplando viento frío afuera y ella no podía permitirse más exponer.
Paulina asintió obediente y siguió a Carlos de regreso. Sin embargo, apenas dieron unos pasos…
-Ay–se quejó-, duele mucho.
Carlos arqueó una ceja.
-¿Qué pasa?
-La pierna, me duele más.
Desde antes ya le dolía el muslo, y hoy había estado de pie practicando durante horas. Realmente dolía.
-Qué problema -murmuró Carlos.
Aunque se quejaba, en un instante la levantó en sus brazos.
Paulina era pequeña, no tan alta como Isabel, y en los brazos de Carlos parecía una niña.
Carlos la evaluó.
-¿No te he estado alimentando? Pesas menos que un pollo.
Paulina hizo una mueca.
-No he comido mucho últimamente.
Desde que llegó con Carlos, empezó a haber problemas. Primero, ella no sabía cocinar.
Así que al principio comía irregularmente.
Después llegó la cocinera, pero ella cocinaba comida de verdad, no alimento para engordar cerdos, así que no era fácil que Paulina ganara peso.
Carlos bajó la mirada, observándola con una sonrisa.
-¿Te estás quejando?
Paulina bufó.
-Solo digo la verdad, al principio apenas comía.
Era la primera vez en años que pasaba hambre así.
Carlos sonrió, claramente disfrutando de sus quejas.
Cuando llegaron a la casa, Carlos la llevó directamente al dormitorio.
-¿No te aplicaste la pomada al mediodía?
El médico había dicho que tenía fiebre porque se había lastimado.
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Era muy delicada, terminar con fiebre por algo tan pequeño…
Al escuchar a Carlos mencionar la pomada, el rostro de Paulina se puso rojo como un tomate.
Carlos levantó una ceja.
-¿Por qué te sonrojas?
Paulina no dijo nada. ¿No debería sonrojarse?
Para ella, era increíble que Carlos hablara de eso con toda la calma del mundo, como si fuera algo normal.
Era parte de su acuerdo, pero aun así, Paulina se sintió vulnerable y sus ojos se llenaron de lágrimas.
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