Capítulo 737
Dan respiraba con dificultad.
En ese momento, Vanesa frente a él se asemejaba a una jueza, y él, ante su juicio, no podía pronunciar una sola palabra.
Ella… definitivamente no era tonta.
Desde la primera vez que la había conocido, Dan sabía que Vanesa era extremadamente inteligente.
Por eso, cada paso que daba cerca de ella, lo hacía con mucha cautela.
Al ver que Dan no decía nada, Vanesa le exigió en voz baja: -Respóndeme.
Zack, al recuperar el aliento, irrumpió en la habitación y vio cómo Vanesa apretaba el cuello de Dan con cada vez más fuerza.
Rápidamente, corrió hacia ellos para separar a Vanesa: -Señorita Allende, no puede tratar así a nuestro señor.
¡Pum!
Zack fue derribado al suelo de una patada.
En ese momento, Vanesa, llena de ira, emanaba una energía tan poderosa que su fuerza era
enorme.
Zack cayó al suelo.
Y Vanesa continuaba apretando el cuello de Dan con más fuerza.
Zack miró a Dan, quien no oponía resistencia y solo observaba tranquilamente a Vanesa, y se desesperó: -¡Señor!
Gritó.
Sin embargo, Dan seguía mirando a Vanesa.
Sus miradas se cruzaron.
Él estaba apostando, apostando a cuánto le importaba Vanesa en realidad, y si esos sentimientos podrían hacerla detenerse.
Trataba de encontrar en sus ojos una pizca de pesar o dolor.
Pero al final, se sintió decepcionado.
No encontró en los ojos de Vanesa la emoción que deseaba ver.
Al contrario, Vanesa apretaba su cuello con más fuerza.
Zack volvió a lanzarse hacia adelante.
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Esta vez, se enfrentó a Vanesa como si estuviera enloquecido, lo que hizo que ella soltara a
Dan.
Zack era extremadamente leal a Dan.
Vanesa estaba a punto de matar a Dan, así que por supuesto, Zack ya no le guardaba ningún respeto.
-Bruja.
Zack dijo con furia.
En ese instante, Vanesa lo pateó en la rodilla; sus movimientos eran tan rápidos que Zack no era rival para ella.
El golpe fue tan fuerte que Zack cayó de rodillas al suelo.
Dan permanecía en silencio, sentado en la cama del hospital.
Simplemente estaba ahí, sentado…
Cuando Vanesa volvió a mirarlo con ojos sombríos, Dan respiró con dificultad: -¿Quieres
matarme?
Cuando pensó que él había dormido con ella, ella ya quería matarlo.
Y ahora, al saber que él era el líder de Lago Negro, ¿realmente había desarrollado un deseo de
asesinarlo?
¡Claro!
La mirada que le dirigió antes estaba llena de intenciones asesinas, sin rastro de dolor o
vacilación.
Esa intención asesina significaba que realmente quería matarlo.
Vanesa entrecerró los ojos: -Te lo mereces.
Dan:
Al escuchar esas palabras, su respiración, que ya era agitada, se volvió aún más pesada.
-Ja, ja, ¿merecerlo? ¿Yo merezco morir…?
Al escuchar a Vanesa decir que merecía morir, Dan comenzó a temblar.
-Vanesa, ¿por qué confías tanto en Yeray? ¿Qué te ha hecho creer en él tan ciegamente?
Por la forma en que estaba vestida, parecía que acababa de regresar de Irlanda.
¿Y lo primero que hacía al volver era venir a golpearlo? ¿Y qué pasa con Yeray?
Cuanto más lo pensaba, más se enfurecía Dan.
En ese momento, al escuchar que mencionaba a Yeray, Vanesa le dio una bofetada: -¿Todavía
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te atreves a mencionar a Yeray?
-Te lo digo, ahora no importa de quién hables, no podrás ocultar la suciedad de tu pasado. Debido a su estatus especial.
Vanesa siempre había odiado a las personas que se acercaban a ella con intenciones ocultas. Y Dan… él realmente se había lucido: -¿Y ahora finges amnesia? ¿Te parece divertido? Diciendo esto, Vanesa sacó una pistola y la apuntó a Dan.
Zack se sobresaltó: -¡Señor!
Los ojos de Vanesa estaban llenos de peligro.
Dan respiró profundamente y, en el momento en que Vanesa disparó, se lanzó fuera de la cama para esquivar el disparo.
El fuerte ruido también alertó a los guardaespaldas de Dan y a la seguridad del hospital.
Al ver que Dan había esquivado, Vanesa soltó una risa sarcástica: -Pensé que no le tenías miedo a la muerte.
El rostro de Dan estaba pálido.
Ella… en realidad había disparado…
Su corazón se sentía cada vez más inestable, y su respiración se volvía más agitada.
Vanesa soltó una risita, guardó el arma justo cuando la seguridad y los guardaespaldas irrumpieron en la habitación.
Le dio a Dan una última mirada: -Tu miserable vida, por hoy te la dejo.
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