Capítulo 508
Yeray Ulloa seguía fumando cuando escuchó unos gritos desgarradores provenientes del interior. De pronto, vio a una sombra que salió corriendo desde un rincón oscuro.
Rápidamente, entró en la habitación, tirando la colilla de su cigarrillo y con una expresión seria
en su rostro.
-¿Qué pasó aquí?
Tres personas yacían en el suelo, claramente inconscientes, con heridas en la cabeza. Los demás estaban agachados, tratando de ver qué podían hacer, pero sin muchas ideas.
Yeray frunció los labios y miró en la dirección en la que Anaís había huido, diciendo solo una palabra:
-Primero, atrapen a esa persona.
Aunque todos eran conocidos y se llevaban bien, no podían dejar a sus compañeros heridos sin atención. Sin embargo, en ese momento no tuvieron más remedio que seguir las órdenes de
Yeray.
Anaís había corrido bastante lejos. Normalmente, uno correría hacia donde hubiera luz, pero ella hizo lo contrario, sumergiéndose en la oscuridad.
Quizás había desarrollado mejor visión desde que estaba con Z, porque veía mucho más claro que sus perseguidores.
Además, ellos se equivocaron al pensar que Anaís había corrido hacia la luz.
Yeray se detuvo tras correr unos cientos de metros y miró en la dirección opuesta.
-¿Yeray? -preguntó uno de sus compañeros.
Yeray respiró hondo.
-Ustedes sigan hacia adelante. Los otros tres, vengan conmigo por aquí.
Anaís no era una mujer común; pudo atacar a tres personas en tan poco tiempo. No podían resolver esto con el pensamiento habitual.
Además, Yeray le había prometido a Fabiana que esta vez se encargaría de todo.
Corrió dos kilómetros más, y aunque todos llevaban pequeñas linternas para iluminar los alrededores, no encontraron a nadie.
Anaís ya se había escondido.
Con una expresión de frustración, Yeray dijo:
-Pregúntale a los de allá si la encontraron.
-Yeray, dicen que tampoco la vieron por allá.
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Capítulo 508
En teoría, en la luz debería ser más fácil ver a alguien. Si no la habían visto, entonces Anaís debía estar escondida cerca.
Yeray se frotó el entrecejo, justo cuando recibió una llamada de Fabiana.
-Yeray, ¿cómo va todo?
La última vez no había cumplido, y ella se había molestado un poco.
Yeray se sintió avergonzado; él había prometido siempre apoyarla y protegerla desde las
sombras.
-Ella atacó a tres personas y huyó. Todavía la estamos buscando.
Fabiana pensó que había escuchado mal. Pero al entender, no se enfureció de inmediato.
-Llámame cuando la encuentres. Y si no la encuentras, olvídalo. Yeray, no te presiones demasiado. Aquí todo está tranquilo por ahora, pero no le digas a nadie sobre nuestra relación. Yeray se sintió aún peor. Fabiana siempre había sido la persona más brillante, destacando en todo desde pequeña, ya fuese en estudios o cualquier otra cosa. Incluso si la pusieran en una situación difícil, sobreviviría.
Yeray la admiraba y respetaba, considerando sus órdenes como sagradas.
Cuanto menos lo culpaba Fabiana, más pesado se sentía él.
Con rabia, Yeray le dio una patada a uno de los que estaban frente a él.
-¡A prisa! Si no la encontramos, olvídense del pago final.
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