Capítulo 48
Floriana soltó una risa burlona. -A decir verdad, pensar que cuidé de los hijos tuyos y de Tatiana durante cinco años me da nausea.
Valentín pisó el freno con fuerza.
El sonido del frenazo rompió la quietud de la noche.
El Maybach se detuvo a un lado del camino.
-Floriana, Rafael te ve como su madre de verdad.
Valentín miró a Floriana a través del espejo retrovisor. -¿No crees que es un poco fuerte decir algo así?
Floriana evitó su mirada y apretó las manos que tenía a los lados.
Sabía que Rafael no tenía culpa alguna y nunca había descargado su ira en él.
Pero en ese momento, necesitaba decir eso.
Floriana mantuvo su expresión impasible. -Solo estoy diciendo la verdad.
Valentín soltó una risa seca, su rostro atractivo mostraba una expresión sombría. Estaba a punto de hablar cuando su teléfono sonó.
Era una llamada de Tatiana.
Hizo una pausa y decidió contestar. -Tati… no te preocupes, ya voy de regreso.
Después de colgar, Valentín miró a Floriana.
Antes de que pudiera hablar, ella dijo: -Abre la puerta, quiero bajar.
Valentín apretó los labios, no dijo nada más y desbloqueó la puerta.
Floriana abrió la puerta y bajó del carro.
Cerró la puerta y el Maybach se alejó.
Floriana curvó los labios con una sonrisa desdeñosa. Todo lo que pudiera decir no valdría tanto como una sola palabra de Tatiana,
Luna tenía razón, jen Arbolada nadie tenía más suerte que Tatiana!
La distancia al centro de la ciudad no era mucha, así que Floriana sacó su teléfono para pedir
un carro.
De repente, un par de luces la deslumbraron desde el frente.
Molesta por el brillo, levantó la mano para cubrirse.
Un Range Rover se acercó despacio hacia ella.
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Capítulo 48
El carro se detuvo, la puerta del conductor se abrió y un tipo de aspecto apuesto salió del vehículo.
La puerta se cerró de un golpe, reflejando algo de enojo.
-¡Floriana!
El joven, alto y con piernas largas, vestía de manera casual. Tenía un rostro digno de un modelo de cine, ahora cubierto de ira.
Floriana lo miró con duda por un instante, frunciendo ligeramente el ceño. -¿Eres… Lisandro?
Lisandro rio con sarcasmo. -¡Vaya, qué milagro que aún me recuerdes! Pensé que esperarías hasta después de Año Nuevo para venir al aeropuerto a buscarme.
Floriana se quedó callada por un momento antes de responder. -Te mandé un mensaje.
-¿Y ya con eso basta? -Lisandro explotó-. ¡Es mi primera vez en Arbolada! ¡Por muy ocupada que estés, debiste asegurarte de que alguien me recibiera! Floriana, eres de lo peor. ¡No me sorprende que el profe no quiera saber de ti desde hace cinco años!
Floriana sabía que había fallado, así que, apretando los labios, se disculpó con seriedad. -Lo siento, fue mi error. Te prometo que no volverá a pasar.
Lisandro se quedó perplejo.
¿Se disculpó tan rápido?
¡Pero si aún no había terminado de reclamarle!
Al mover la vista, de repente notó las marcas en el cuello de Floriana.
Lisandro frunció el ceño. -¿Qué te pasó ahí?
Floriana no quería parecer una víctima y tampoco tenía la costumbre de hablar de su vida personal con personas que acababa de conocer. Simplemente dijo: -Tuve algunos problemas, pero no te preocupes, no afectará el trabajo.
-No me refería a eso… -dijo Lisandro, rascándose la nuca y suspirando-. En fin, esta no es la primera vez que no cumples tus promesas.
Justo entonces, se escuchó un ruido de estómago gruñendo.
Lisandro se quedó en silencio, incómodo.
Floriana echó un vistazo a su estómago y arqueó una ceja. -Para disculparme, ¿por qué no te
invito a una cena?
Lisandro estaba hambriento, pero aun así intentó mostrarse orgulloso. -Está bien, ya que tu disculpa parece sincera, aceptaré con gusto.
Floriana guardó su teléfono. -Tú manejas, yo te gulo.
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Unos diez minutos después, Floriana y Lisandro llegaron a la calle de comidas.
Este lugar era famoso por su variedad de comidas nocturnas, el favorito de los amantes de la comida a altas horas.
Floriana y Luna a veces venían juntas.
Había mucha gente en ese momento.
Floriana le preguntó a Lisandro qué quería comer.
Lisandro dijo que quería algo picante.
Floriana lo llevó a su restaurante favorito.
Encontraron un lugar vacío y se sentaron.
No muy lejos, Hilario estaba disfrutando de un trozo de carne que su novia le ofrecía. Al levantar la vista, vio a Floriana.
Se detuvo y miró a Lisandro, quien estaba frente a ella.
¿Lisandro?!
¿No era él el prodigio que había salido en un programa nacional hace poco?
¿Cómo había conseguido Floriana atraer a alguien así?
Hilario sacó su teléfono y les tomó una foto a Floriana y Lisandro.
Luego abrió el grupo de chat que tenía con Valentín, Guillermo, Tatiana y él, y envió la foto.
Hilario: [Parece que la hermana de Isaac no es nada sencilla, ¡hasta logró enganchar a alguien como Lisandro!]
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