Capítulo 475
Agustín dejó caer su mano sobre el delicado y blanco cuello de Dafne.
El hombre bajó la cabeza, sus ojos fijos en ella. Estaban tan cerca que sus respiraciones se entrelazaban. Con voz ligeramente ronca, Agustín murmuró:
-¿Qué es lo que no quiero?
-Sabes muy bien a qué me refiero -respondió Dafne en voz baja.
Agustín le levantó ligeramente el mentón, obligándola a encontrarse con sus profundos ojos.
-Quiero oírlo de ti.
Sus ojos eran como un océano profundo, pareciendo arrastrarla hacia ellos.
Dafne apretó los labios antes de hablar.
-No quieres preocuparte de que me enamore de otra persona.
Agustín soltó una pequeña risa, sus usualmente severos rasgos suavizándose con un toque de
ternura.
-¿Y tú te preocuparías de que yo me enamore de alguien más?
En realidad, ella había tenido sus dudas, especialmente cuando Luna había regresado al país.
Dafne negó con la cabeza, aunque no era sincera.
-No.
Los dedos de Agustín, huesudos y definidos, apretaron suavemente las mejillas de Dafne, dejándole un pequeño hoyuelo en cada lado.
-No me gusta esa respuesta. Dilo de nuevo.
Dafne no supo qué decir.
Giró la cara, pero Agustín la volvió a dirigir hacia él.
Dafne, resignada, confesó:
-Sí, me preocupé. Incluso me puse celosa. ¿Contento?
Agustín sonrió, satisfecho.
El beso cayó de nuevo.
Con determinación, Agustín abrió el paso con su lengua, sumergiéndolos en un beso apasionado.
Dafne sintió como si el aire le fuera arrebatado, su respiración se volvía irregular.
Esta vez, el beso de Agustín era profundo e intenso.
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Capitulo
Ambos respiraban con dificultad.
El deseo crecía en medio del beso frenético.
Dafne sentía que su sangre hervía.
El deseo en lo más profundo de su ser debilitaba su cuerpo.
Dafne, casi sin aliento por el beso, apoyó su brazo en el pecho de Agustín, intentando detenerlo, pero era imposible.
La situación estaba a punto de descontrolarse.
Dafne, incapaz de resistir, entre jadeos, susurró su nombre, tratando de que se detuviera.
-Agustín…
El hombre no detuvo su beso ni por un instante. Sabía lo que ella quería decir, pero con una voz ronca preguntó:
-¿Qué pasa, hmm?
Dafne, atrapada por su beso, no pudo responder.
De repente, el timbre sonó.
Los dos se detuvieron.
No sabían si agradecer la interrupción o lamentarla.
Dafne exhaló, acomodándose el cabello.
-Voy a abrir la puerta.
Los ojos de Agustín estaban llenos de deseo. Dafne evitó mirarlo, apresurándose hacia la puerta.
En la pantalla del intercomunicador apareció el rostro de Clara.
-¿Dafi, estás en casa?
Dafne giró rápidamente hacia Agustín, indicándole con la mirada que se escondiera.
Agustín no se movió, observando a Dafne con una expresión relajada y una sonrisa en los labios.
Dafne habló al intercomunicador:
-Clara, dame un momentito.
Después de eso, se apresuró hacia Agustín, empujándolo rápidamente hacia el dormitorio.
-Es Clara, ve a esconderte en el dormitorio -le dijo en voz baja y rápida mientras lo empujaba.
Parecía como si estuviera escondiendo a alguien en casa y el esposo acabara de llegar de improviso.
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Capítulo 475
Agustín se dejó llevar, en contraste con la urgencia de Dafne, con una actitud despreocupada, caminando hacia el dormitorio.
Ya dentro, Dafne se quedó en la puerta, sujetando el pomo, la puerta entreabierta. Asomó la cabeza y le dijo rápidamente:
-Perdona el inconveniente, pero por favor, quédate callado.