Capítulo 494
Luna respondió: -Estamos jugando al juego del rey.
Irene extendió la mano: -Dame una carta, yo también quiero jugar.
-Claro -dijo Luna-. Les presento a Irene, una amiga que conocí mientras estudiaba en el extranjero.
Con la llegada de una nueva participante, todos volvieron a sacar cartas.
Una nueva ronda comenzó.
Esta vez, Matías consiguió la carta del rey.
Matías miró a su alrededor y dijo: -El trébol tres, elige a alguien del sexo opuesto aquí presente y declárale tu amor.
-¿Quién tiene el trébol tres? -gritó Jaime.
Todos revisaron sus cartas y Penélope, tímida como una estudiante respondiendo a la pregunta de un profesor, levantó la mano y dijo en voz baja: -Soy yo.
Matías se quedó sorprendido.
No esperaba que fuera así.
Solo lo había dicho al azar.
Matías se sintió un poco incómodo.
Penélope era de carácter tranquilo e introvertido, y él no quería ponerla en una situación difícil, así que sugirió: -¿Qué tal si pienso en algo más?
-No es necesario, puedo hacerlo -respondió Penélope con calma-. Si todos pueden jugar, yo también.
Después de hablar, recorrió la habitación con la mirada.
Agustín y Jaime estaban descartados, ambos eran pareja de sus amigas, y aunque fuera un juego, debía evitar malentendidos.
La mejor opción sería su hermano, ya que no sería tomado en serio si le declaraba su amor.
Sin embargo, Penélope lanzó una mirada rápida a Amanda, que estaba sentada junto a Eduardo.
Amanda estaba allí, y Matías había dicho “declarar amor“, así que, aunque Eduardo fuera su hermano, no era apropiado hacerlo frente a Amanda.
Penélope era consciente y respetuosa, no haría algo que pudiera incomodar a Amanda.
Así que solo quedaban Lucas y Matías.
S
Capítulo 494
La mirada de Penélope viajaba entre ellos dos.
Matías sintió una ligera esperanza.
Penélope dudó solo un momento antes de tomar una decisión.
Miró a Matías, nerviosa, y tartamudeó: -Yo… yo gusto de ti, ¿quieres salir conmigo?
Matías sintió una alegría interna; aunque sabía que era solo un juego, no pudo evitar sonreír.
Con una sonrisa cálida y una voz suave, respondió: -Claro que sí.
Penélope asintió ligeramente: -Gracias.
Todos pensaron que era solo un juego.
Creían que Matías solo estaba actuando para seguirle el juego.
Pero solo Matías y Dafne sabían que él hablaba en serio.
El juego continuó con la siguiente ronda.
En esta ronda, la amiga de Luna, Irene, consiguió la carta del rey.
Irene le lanzó a Luna una mirada significativa: -Corazón A, dale un beso francés al Sr. Junco durante diez minutos.
El bullicio se detuvo de repente.
¿Estaba loca?
¿Realmente había pedido que alguien besara a Agustín?
Apenas hacía un momento, Agustín y Nicolás habían causado un gran alboroto en la cubierta, ¿cómo se le ocurría hacer esto?
No podía ser que no supiera que Agustín y Dafne eran pareja.
Por un momento, todos se miraron entre sí, perplejos.
La atmósfera era tensa.
En la enorme sala de descanso, se podía escuchar caer un alfiler.
-¿Quién tiene el Corazón A? Que se ponga de pie -dijo Irene, como si no notara la extraña atmósfera, sonriendo.
Luna recordó la mirada significativa que Irene le había lanzado antes.
De repente, se dio cuenta de algo.
Tocó la parte posterior de su carta y sintió un pequeño pliegue.
Esa carta había sido marcada.
Irene había sido quien barajó y repartió las cartas,
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