Capítulo 621
De estatura alta, cuerpo esbelto pero firme-, de esos que casi con seguridad mantienen un régimen constante de ejercicio. Tenía rasgos ligeramente mestizos: facciones profundas y, sobre todo, unos ojos grandes de tipo europeo, con un color café matizado de azul. Su piel lucía muy cuidada, sin arrugas visibles, y trasmitía una presencia elegante que dejaba ver que ya había entrado en la madurez.
Luciana lo escuchó murmurar en voz baja y captó que hablaba en francés.
-Bonjour -lo saludó con cautela, dirigiéndose a él en el mismo idioma-. ¿Desea pedir algo?
El hombre se sobresaltó.
-¿Hablas francés?
-Un poco.
Luciana asintió con sencillez, aunque en realidad dominaba bastante bien el idioma; había trabajado un tiempo como traductora.
-Excelente. El hombre señaló las opciones del menú sobre la pantalla-. Quiero… esto.
-Perfecto. Luciana se volvió hacia la empleada-. Él desea una limonada con hielo reducido.
-Muy bien
respondió la chica con alivio, pues no comprendía nada de francés-. Señor, ¿ podría escanear el código de pago por aquí?
El hombre vaciló, sin entender la indicación.
-Señor, yo me encargo ofreció Luciana con amabilidad. Sacó su teléfono y pagó, por suerte solo era una limonada y no algo más costoso que la dejara en aprietos—. Voy a llevar también mi “doble crema” junto con su limonada.
-¡Gracias!
El hombre, profundamente agradecido, recibió la bebida y repitió una y otra vez sus muestras de gratitud.
-De verdad, gracias, señorita.
-No se preocupe. -Luciana tomó su postre y le sonrió al despedirse-. Hasta luego.
-Adiós.
Mientras observaba a Luciana alejarse, el hombre se quedó pensativo y, con una sonrisa creciente, murmuró en un español muy rudimentario:
-Es… muy buena chica.
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Luciana, la “buena chica” en cuestión, se acomodó en una de las mesas del local, ya que había varios asientos libres. Se dijo que, con el frío que hacía, le convenía comer su postre allí mismo, antes de que se enfriara demasiado. Abrió el empaque y probó un par de cucharadas.
-Hola -escuchó de repente.
Al alzar los ojos, se encontró con el mismo hombre de antes.
-Hola saludó Luciana, algo sorprendida.
El desconocido señaló la silla frente a ella.
-¿Puedo sentarme?
-Claro.
-Gracias respondió él, tomando asiento con gesto reservado-. Disculpa la molestia, pero voy a quedarme un tiempo en Muonio. Mi español no es tan bueno y necesito a alguien que me ayude con el francés… ¿podría contratarte como intérprete?
Mientras hablaba, deslizó su tarjeta de presentación hacia Luciana. Al verla, confirmó que se trataba de una compañía de comercio internacional.
Luciana negó con suavidad.
-No es que no quiera ayudarte, pero no soy traductora profesional. Además…-se señaló el vientre abultado. No creo que me convenga asistir a reuniones de negocios en mi estado.
-Ya veo… Él no disimuló su decepción.
-Aunque, si gustas, puedo recomendarte a algún compañero que sí se dedica a esto.
-¿De veras?
-Los ojos del hombre se iluminaron-. Perfecto, eso también me sirve.
-En ese caso, intercambiemos datos.
-De acuerdo,
Como él no utilizaba WhatsApp, Luciana y él se quedaron con los números de teléfono y correo electrónico para mantenerse en contacto.
-Te lo agradezco muchísimo. Apenas encuentre a la persona adecuada, te aviso.
-No hay de qué —contestó ella sonriendo.
Al final, conversar con el hombre le había tomado un buen rato. Al salir de la cafetería, Luciana fue directo a la calle posterior de la UCM, donde había quedado de verse con Ricardo para almorzar, Llegó puntual y esperó unos minutos hasta que él apareció.
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-Perdón por el retraso -se disculpó, algo agitado-. El tráfico está fatal con la nieve.
-No te preocupes. -Luciana lo tranquilizó, alcanzándole un vaso de agua-. Toma.
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