Capítulo 7 Disculparse con
Rachel
Rachel permaneció impasible ante la llamada; su expresión era una máscara de indiferencia absoluta. “Dile que estoy ocupada con el trabajo“, ordenó rotundamente.
Samira, siempre diplomática, no podía ser tan franca. “Le pido disculpas, señor White, pero la señorita Marsh se encuentra ocupada en un asunto urgente. En cuanto se desocupe, le avisaré que llamó“.
“¿En serio?“. La voz del hombre destilaba un inconfundible dejo de enfado. “Dile que quiero verla en mi oficina en cinco minutos“.
Sus palabras fueron como témpanos de hielo y no admitían discusión.
La incertidumbre se reflejó en el rostro de Samira cuando inquirió: “Señorita Marsh, ¿qué
haremos?“.
Rachel respiró hondo y se encontró con la mirada preocupada de su asistenta.
“Ve y arranca el auto primero. No tardaré mucho“.
En el momento en que los nudillos de Rachel tocaron la madera pulida de la puerta de la oficina del último piso, la voz dulzona de Tracy dijo: “Pase, por favor“.
Cuando la puerta se abrió, un silencio eléctrico llenó el espacio que había entre las miradas de amabas mujeres.
“¡Rachel, qué gusto verte!“, exclamó Tracy cálidamente, al mismo tiempo que caminaba
hacia la aludida.
Acto seguido, extendió la mano para saludarla, pero la otra esquivó su intento de contacto
con un movimiento sutil, pero certero.
Ante eso, la compostura de Tracy flaqueó. Los ojos se le llenaron de lágrimas, mientras se giraba hacia Brian. “¿Lo ves? Rachel no me ha perdonado“.
Como la recién llegada no estaba dispuesta a presenciar su exhibición deliberada de cercanía, fue directo al grano; “Señor White, ¿qué es lo que requiere mi atención inmediata?“.
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Capítulo 7 Disculparse con Rachel
Sus tacones de aguja se habían convertido en instrumentos de tortura; su tobillo hinchado y atrapado en el interior gritaba de dolor.
Cada latido le transmitía oleadas de incomodidad que le recorren la pierna, haciendo que cada segundo que pasaba de pie resultara más insoportable.
No quería perder su tiempo con el dramatismo de esa mujer.
“Tracy se siente obligada a aclarar personalmente cualquier malentendido que haya entre ustedes“, explicó el hombre con una postura protectora e inconfundible hacia la aludida.
“¿En serio?“. La sonrisa de Rachel destilaba el frío punzante del invierno. “Eso no será
necesario, porque sus disculpas no significan nada para mí“.
Al oír eso, las lágrimas de Tracy brotaron en cascada y sus rasgos reflejaron una evidente angustia. “Rachel, entiende, por favor! Nunca fue mi intención hacer daño a nadie. Sé lo de tu relación con Brian. Acepto que no debí haberle permitido que me consolara ni haber
buscado refugio en él, pero mi claustrofobia me abrumaba. ¡Estaba aterrorizada! No dejes que
esto abra una brecha entre ustedes“.
Su actuación fue magistral; cada palabra temblorosa y cada lágrima brillante estaban diseñadas para ganarse la empatía de Brian.
Ese era el tipo de actuación que normalmente atraía a los hombres, incluido Brian.
Sin embargo, Rachel sabía perfectamente que solo estaba fingiendo.
“Señorita Haynes, centre toda esta energía en tus obligaciones profesionales. Aquí tus exhibiciones teatrales son en vano. Y si realmente respetas mi relación con Brian, mantén límites apropiados en lugar de aferrarte a él, para luego pedirme perdón“.
Ante eso, la máscara perfectamente construida de Tracy se quebró, revelando una conmoción genuina.
Su estrategia de disculparse delante de Brian resultó contraproducente de una manera espectacular. Ella esperaba un perdón fácil, no ese rechazo contundente.
Fue algo realmente inesperado,
Girando con elegancia, buscó refugio junto a Brian.
“Solo empeoré las cosas. Mis intentos de reconciliación no sirven de nada. El rechazo de Rachel es completamente culpa mía“.
Dicho esto, se dio la vuelta estratégicamente mientras se secaba las lágrimas con precisión.
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Su actuación fue perfecta; cada movimiento estaba diseñado para despertar la empatía del
hombre.
Brian le ofreció un pañuelo, al mismo tiempo que le decía con una voz que era tan suave como la lluvia de verano: “Toma, sécate los ojos. No estoy molesto“.
“¿Hablas en serio?“. La voz de Tracy tembló con una esperanza cuidadosamente calculada.
“¡Por supuesto! En todos nuestros años de amistad, ¿cuándo te he culpado por algo?“.
En la amplia oficina, sus miradas se entrelazaron con ternura y afecto inconfundibles; eran la viva imagen de una pareja profundamente enamorada.
Por otro lado, ahí estaba Rachel, la prometida de Brian, observando cómo se desarrollaba la
escena. Justo como lo había anticipado desde el regreso de Tracy.
Aunque se había preparado mentalmente para ese momento, la realidad la golpeó más profundamente que cualquier escenario que hubiera podido imaginar.
Brian y Tracy se complementaban a la perfección, haciendo que Rachel se sintiera como una
extraña, una pieza fuera de lugar en su elegante rompecabezas.
El dolor punzante en su tobillo ahora parecía trivial, en comparación con la presión aplastante que se acumulaba en su pecho. Era como una presión invisible que amenazaba con sofocar su respiración.
“¿Puedes ayudarme?“. La voz de Tracy era dulce mientras se secaba los ojos y tiraba con delicadeza de la manga del hombre.
“Por supuesto“, contestó él con un asentimiento, antes de dirigirse a Rachel con calculada
compostura.
“Tracy se pone muy nerviosa en la oscuridad y en los espacios reducidos. El abrazo que me dio en el ascensor fue solo por miedo, nada más. Rachel, siempre has sido muy comprensiva,
así
que seguro que puedes superar ese malentendido“.
¿Comprensiva? Esa palabra le pareció una burla.
“¿Es eso lo que piensas de mí?“, inquirió la a ludida, esbozando una sonrisa cubierta de una escarcha ártica. “Parece como si pudieras leer mis pensamientos. ¿Qué te hace estar tan seguro de lo que siento?“.
“¿Qué te sucede?“, preguntó Brian con evidente sorpresa en la voz, al mismo tiempo que sus
rasgos se nublaban.
Era evidente que el desafío de su prometida lo había tomado por sorpresa,
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Rachel mantuvo su sonrisa glacial cuando inquirió: “¿De verdad esperas que pueda perdonarla? De acuerdo. Solo necesita salir de nuestras vidas, mantener la distancia y no aparecer nunca más“.
Las lágrimas de Tracy fluyeron nuevamente, mientras se aferraba a la manga de Brian; era la viva imagen de la angustia.
Él la tranquilizó con una palmadita suave, al mismo tiempo que le dirigía a la otra una mirada de desaprobación.
“¿Es necesario hacer tan grande un incidente menor?“.
“Si te parece que es tan insignificante, entonces me voy“, respondió Rachel con tranquila dignidad.
Cuando se dio la vuelta para marcharse, Tracy se abalanzó hacia delante y la agarró del
brazo.
“¡No te enojes, por favor! De verdad lo siento“.
“Ahórrate tus palabras“, respondió Rachel, no obstante, la otra continuó bloqueándole el paso.
Rachel le dirigió una mirada gélida y agregó: “Soy inmune a tus parodias de damisela en apuros. Esas tácticas pueden funcionar con los hombres, ¡pero conmigo no!“.
El mensaje llegó, sin embargo, Tracy demostró ser sumamente audaz.
“¿Qué te parece si nos sentamos y hablamos? Puedo explicar lo que sea necesario. Pero, primero déjame traerte un poco de café“, ofreció con una sonrisa, al mismo tiempo que se apresuraba a preparar la bebida.
Cuando Rachel extendió la mano para tomar la taza que le ofrecían, esta se inclinó misteriosamente, ¡y el líquido hirviente cayó en cascada sobre su muñeca!
“¡Ay! ¡Está muy caliente!“. El grito de Tracy se oyó primero, a pesar de que la otra había recibido la peor parte,
Casi todo el contenido empapó su muñeca, mientras que Tracy solo recibió unas cuantas
gotas,
El dolor atravesó la carne de Rachel, mientras las lágrimas amenazaban con brotar de sus
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<Capítulo 7 Disculparse con Rachel
ojos.
Sin embargo, ver a Brian apresurarse a examinar la mano de la otra extinguió cualquier impulso de expresar su agonía.
Al final no pudo emitir ningún sonido. Después de todo, ¿qué sentido tendría? Era evidente que la preocupación de su prometido estaba en otra parte. Entonces, ¿para qué someterse a
más humillación?
“Me voy“, anunció, dándose la vuelta.
“¡Espera!“, le gritó Brian.