Capítulo 30 Una realidad
muy distinta
Rachel y Trey llegaron tarde a la reunión.
Por supuesto, el grupo no iba a dejarla salir del apuro tan fácilmente. Mientras estallaban en
risas, gritaron juguetonamente: “¡Llegas tarde, Rachel Marsh! ¡Tienes que beber una copa!“.
La mirada de Rachel recorrió la habitación hasta que se posó en Brian, que estaba sentado en
el sofá, atrayendo sin esfuerzo la atención de la gente que se agolpaba a su alrededor.
A su lado, Tracy parecía realmente cómoda, inclinándose con una inconfundible familiaridad.
Lucían como la pareja perfecta: encantadores, elegantes y completamente sincronizados.
Entretanto, Rachel se sentía como una extraña que se había metido por error en la historia de
otra persona.
“¡Vamos, Rachel! ¡No te quedes ahí parada, ven y bebe con nosotros!“, exclamó alguien, y los
demás se unieron para animarla.
En silencio, ella miró de nuevo a Brian.
Ciertamente su relación no era pública en el trabajo, pero una pequeña parte de su ser deseaba que él captara cómo se sentía y le evitara ese momento incómodo.
Sin embargo, el hombre permaneció indiferente, como si ella formara parte del resto de los presentes en la habitación.
Al darse cuenta de que no tenía sentido esperar, miró hacia otro lado y se concentró en la copa de vino que tenía delante.
Entonces la levantó, dispuesta a beberla toda de un sorbo.
Pero, justo en ese momento, una mano cálida y firme agarró la suya y la detuvo,
arrebatándole suavemente el licor.
Se trataba de Trey, quien se metió una mano en el bolsillo mientras miraba a su alrededor
con ojos penetrantes:
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“Fui yo quien hizo que ella llegara tarde, así que si alguien debe beber, ese soy yo“.
Dicho eso, levantó la copa y la bebió con delicadeza.
Emocionados, todos estallaron en vítores: “¡Así es como bebe un verdadero hombre!“.
De pronto, alguien comentó: “Oye, Rachel, ¿dónde diablos encontraste un pasante tan encantador? ¡Haría cualquier cosa por tener alguien como él en mi equipo!“.
Sonriendo, la joven respondió: “Fue pura coincidencia. Lo contraté hoy mismo“.
“¡Realmente estás viviendo el sueño! ¿Contratar a un tipo como él solo por capricho? ¡Todos
estamos celosos de ti!“.
Los comentarios juguetones continuaron y, antes de que ella pudiera darse cuenta, alguien le entregó otra copa de licor: “¡Esta vez no hay excusas!“.
“De acuerdo, está bien“, sin dudarlo, Rachel levantó el vaso y lo bebió todo de un trago.
En el sofá, la expresión de Brian se volvió tan gélida como el hielo mientras hacía pedazos la copa cristal que tenía entre sus manos, provocando un fuerte crujido en el lugar.
El inesperado ruido interrumpió el parloteo y todos voltearon a verlo.
Tracy miró hacia abajo y vio sangre goteando de su mano, pues el vidrio roto se había clavado profundamente en su piel.
El rojo brillante resaltaba, vívido e impactante, y dejó atónitos a los presentes.
Entonces, el caos se desató.
“¡Paren la música! ¿Qué es todo este alboroto?“.
“¡Enciendan las luces!“.
“¡Que alguien llame a un médico, rápido!“.
Sin embargo, Tracy los interrumpió con firmeza: “No es necesario. Solo traigan un botiquín de primeros auxilios“.
Luego, miró a Brian y le aseguró que ella se encargaría de su herida.
Él asintió con la cabeza y accedió: “Está bien“.
Mientras todos los observaban en silencio, Rachel se giró, dio un paso atrás y se dirigió al
baño.
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No obstante, este estaba lejos de ser el refugio que ella esperaba.
“¿Vieron eso? ¡Les dije que había algo entre Tracy y el señor White! ¡Ahí está la prueba!“.
“¡Exacto! Yo incluso investigué un poco y descubrí que ella es la mujer de la que ha estado enamorado durante años. Y ahora que ha regresado, es evidente que sus sentimientos se han
intensificado“.
“Deberíamos tratarla con más respeto. Después de todo, pronto se convertirá en su esposa“.
Los chismes continuaron y una voz preguntó de repente: “Pero, ¿no se supone que el jefe se
sentía atraído hacia Rachel?“.
“¡Ay, por favor! ¡Eso es ridículo! Digo, Rachel es atractiva, pero escuché que tiene un hermano menor discapacitado. ¿De verdad crees que alguna vez la aceptaría como su mujer?“.
“¡Por favor! Quizás sea lo suficientemente competente para trabajar para él, pero jamás podría pasar algo más. ¡Ella no es alguien a quien él tomaría en serio, jamás!“.
Entonces, la puerta se abrió de repente con un fuerte golpe.
Sobresaltadas, las jóvenes se giraron solo para encontrar a Rachel parada ahí: “¿Qué…? ¿Qué haces aquí?“.
“¿Ustedes son las dueñas de este lugar?“, preguntó la chica, en un tono tan agudo que hizo
que ellas se callaran de inmediato.
Rachel no era ajena a los rumores en su lugar de trabajo, y mayoría de las veces, no les
prestaba atención.
Pero esta vez era diferente; habían arrastrado a su hermano y eso era algo que no iba a dejar
pasar.
Sin pensarlo dos veces, agarró el brazo de la mujer que lo mencionó, con una mirada aguda
e inquebrantable.
Presas del miedo, las demás se dispersaron enseguida.
“¿Dónde oíste eso?“, preguntó, con un semblante feroz.
La mujer palideció y su compostura se desmoronó. Siempre había conocido a Rachel como
una persona serena y despreocupada, por lo que nunca imaginó que tendría este lado cruel y violento,
“Yo… Conozco a alguien que fue a la misma escuela que tú. Fue ella quien me lo dijo“, tartamudeó.
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Capítulo 30 Una realidad muy distinta
“Vaya… ¡Mira nada más!“, se burló Rachel, curvando sus labios en una sonrisa despiadada.
Entonces soltó a la otra y le dio un ligero golpecito en el hombro: “Cualesquiera que sean las circunstancias de mi hermano, no tienen nada que ver contigo. ¡No tienes derecho a menospreciarlo! Y en cuanto a tu comentario acerca de que no soy digna de la atención de Brian, ¿crees que tú sí lo eres? ¡Ahora piérdete!“.
Jeffrey era lo único en lo que nunca haría concesiones, y cualquiera que se atreviera a cruzar esa línea, lo pagaría muy caro.
¡Si ella no lo defendiera, no sería digna de llamarse su hermana!
Cuando salió del baño, vio a Trey apoyado casualmente contra la pared, con los brazos cruzados: “Siempre pensé que era toda dulzura y nada de ferocidad. Supongo que estaba
equivocado, ¡en verdad tiene agallas!“.
“¿Y qué? ¿Ahora estás dudando en trabajar conmigo?“, preguntó Rachel con indiferencia.
Colocando una mano sobre su pecho, él exclamó: “¿Arrepentirme? Por supuesto que no, solo lamento no haberme presentado a trabajar para usted antes“.
Cuando regresaron a la habitación privada, la energía había vuelto a ser la misma, mientras
que la mano herida de Brian ahora estaba cuidadosamente envuelta en vendas.
La noche continuó con karaoke y todos agarraron el micrófono con ansiedad, deseosos de impresionarlo.
Deslizándose en el asiento junto a Rachel, Trey le dijo en voz baja: “Todos están levantando sus copas por el señor White. ¿No debería hacer lo mismo?“.
Pero, en lugar de responder, ella se limitó a beber su copa en silencio.
El ritmo alegre de la sala cambió a medida que una melodía lenta y sentimental llenó el aire.
“¿Quién eligió esta canción?“, alguien preguntó en la multitud.
Tracy levantó la mano sin dudarlo y agarró el micrófono: “Fui yo“.
“¿No es un dueto? ¿Quién es tu pareja?“, bromeó otra persona.
Girándose hacia Brian, ella lo miró con ojos expectantes y un poco dudosos a la vez: “Si no
mal recuerdo, te encanta esta canción. ¿Qué tal si la cantamos juntos?“.
Inexpresivo, él cruzó las piernas y apoyó una mano en su rodilla, sin mostrar ninguna
reacción.
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Como resultado, Tracy se puso nerviosa y una fina capa de sudor apareció en su nariz.
En ese momento, el silencio parecía insoportable.
Mientras tanto, Rachel apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en sus palmas, deseando silenciosamente que el hombre se negara.
En su mente, incluso se atrevió a imaginarlo abriéndose paso entre la multitud, tomándole la mano y diciéndole: “Solo es un gran malentendido; Rachel es mi prometida“.
Pero la realidad era totalmente distinta, pues bajo las tenues luces, solo podía observar cómo esa figura alta y refinada pasaba junto a todos, caminando hacia Tracy.
Con un ligero toque, sus dedos apartaron un mechón de su cabello y dijo en un tono cálido, casi tierno: “Si es lo que quieres, entonces cantaré contigo“.
<El réquiem de un corazón