Capítulo 103
Carlos había terminado de fumar un cigarrillo, pero su irritación no había disminuido, sino que había aumentado.
Condujo de vuelta al hotel.
Al abrir la puerta de su habitación de hotel, se quitó la corbata con molestia, se despojó del abrigo y lo colgó detrás de la puerta, y de repente se quedó helado al levantar la vista.
En la cama grande que está en el centro de la habitación,
Carolina yacía en la cama, vestida con un vestido de tirantes de encaje negro, posando de manera seductora.
-Carlos, has vuelto-, los ojos de Carolina eran seductores, y su voz, tentadora.
La escena era extremadamente provocativa, y Carlos sentía como si la sangre le hirviera y su
mente explotara de golpe.
Ya tenía una sospecha, pero aun así se contuvo, diciendo con un gesto descontento: -¿Qué estás haciendo aquí?
Carolina miró con ojos coquetos, -Esperándote.
-¡Fuera! Carlos frunció el ceño, con un tono de voz frío.
–
-No quiero-, la voz de Carolina era sumamente seductora.
Ella bajó de la cama, caminando de manera insinuante hacia él, agarró su corbata, sonrió con coquetería, y le susurró suavemente al oído.
-Carlos, esta noche estoy contigo.
Carlos intentó empujarla.
Carolina agarró su corbata, se puso de puntillas y lo besó.
Carlos gruñó, sin rechazar.
La temperatura de la habitación comenzó a subir.
Carlos cambió de ser pasivo a activo, levantó a Carolina horizontalmente y la arrojó
bruscamente sobre la cama.
Tuvieron una noche de apasionado sexo.
A la mañana siguiente, Carlos despertó de forma natural y, al abrir los ojos y ver la cara de Carolina tan cerca, se sorprendió y se despertó de inmediato.
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Se sentó de golpe, preguntando enojado: -¿Qué haces aquí?
Carolina, con la cara sonrojada y coqueta, dijo: -Carlos, anoche nos entregamos a una noche de desenfrenado sexo, tuviste varios orgasmos, ¿lo olvidaste?
Carlos estaba asombrado.
Bajó la mirada y vio la ropa esparcida en el suelo, las medias negras rasgadas, y las locas escenas de la noche anterior de repente inundaron su mente.
Carlos maldijo en voz baja, frustrado, y se levantó
para vestirse.
-Carlos, ¿a dónde vas?– Carolina intentó detenerlo rápidamente.
-¡Suéltame! – Carlos apartó bruscamente la mano de Carolina. -Te advertí que no volvieras a seducirme. ¡Ahora en mi corazón solo está Luisa!
-Je, je-, Carolina rió, -¿Solo en tu corazón está Luisa? Anoche estabas muy feliz haciendo el amor conmigo, ¿por qué niegas tus sentimientos hacia mí? Todavía te gusto, ¿verdad?
Carlos soltó una risa fría, —¿No sabes que los hombres pueden separar el sexo del amor? Además, mientras hacía el amor contigo, todo en lo que pensaba era en Luisa, ¿por qué crees que lo hice tantas veces contigo?
-¡Tú!– Carolina palideció de repente, -¡Carlos, eres un cerdo!
Carlos sacó una camisa limpia del armario y se la puso. -¿No sabías ya que soy un cerdo?
Se rio de sí mismo, una risa algo desolada, -Si no fuera un cerdo, ¿habría estado contigo sin haber terminado con Luisa? Si no fuera un cerdo, ¿habría perdido a Luisa?
Al escuchar esto, Carolina de repente soltó una risa.
-Así
claro.
que lo sabías. Un destello de burla pasó por sus ojos. -Realmente eres malvadamente
–
Grupo Martínez.
Oficina del presidente.
Andrés frunció ligeramente el ceño, -¿Qué tal? ¿Han descubierto quién se llevó a Alma aquel día?
El asistente Alejandro informó: –Según la vigilancia, parece que las personas que
secuestraron a la señorita Violeta durante la fiesta de compromiso y las que se llevaron a Alma son el mismo grupo.
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Hasta ahora hemos descubierto que Alma ha sido sacada del país de contrabando, y aún no hemos identificado a las personas que la llevaron ese día. Ni los detectives privados que contratamos ni la policía han tenido avances. Cada vez que aparece una nueva pista, se pierde rápidamente, y la investigación se estanca a medio camino.
Andrés se sumió en sus pensamientos, con el ceño aún más fruncido, -Parece que no
debemos subestimar el poder que tienen estas personas.