Capítulo 109
La niña que ya se había dormido fruncía los labios y murmuraba, agarrando la manga de la camisa de Andrés sin soltarla.
-¿Despertaste?– Andrés se inclinó ligeramente, apoyando sus manos a ambos lados del cuerpo de Luisa, mirándola con los ojos bajos.
-Cuentos… Los ojos de Luisa todavía estaban cerrados, movió los labios y dijo una palabra de forma confusa y poco clara, -Cuentos…
-¿Carlos?– Andrés no entendió bien, entrecerró los ojos levemente, sus profundos ojos oscuros como tinta, con un brillo frío en su mirada.
¿Qué estaba diciendo?
¿Carlos?
¿Estaba borracha y todavía gritando por Carlos?
Que dijera tonterías sobre su incapacidad sexual cuando estaba borracha era una cosa, ¿pero atreverse a llamarle por el nombre de Carlos?
Es cierto, él había olvidado por completo la razón inicial por
la
que
fue al bar.
Originalmente, él había ido a confrontarla.
Ella ni siquiera lo había probado, ¿cómo sabía que él era impotente?
Andrés frunció el ceño, desilusionado en su corazón.
¡Qué desalmada!
Se levantó de pie, su mirada cayendo sobre Luisa, con una actitud desdeñosa la observó, —¿ Todavía estás pensando en él?
Aunque la niña no podía oírlo, Andrés aún preguntó.
El aire estaba impregnado de un intenso enojo.
¿Quién estaba enojado?
-Luisa.- La voz de Andrés era profunda, casi como una amenaza, -Piénsalo bien antes de hablar…
Al segundo siguiente, la niña movió ligeramente sus pestañas, se revolcó inquieta en la cama, se volteó y enterró su cara en la almohada, murmurando con un tono coqueto: -Cuentos, quiero escuchar cuentos…
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Andrés: …
¿Cuentos?
Así que no era “Carlos“, era “cuentos“.
Andrés sonrió y de repente se relajó.
Se acercó un poco más, con un tono indulgente, -Luisita, primero te llevaré a bañarte, ¿y después del baño te cuento cuentos para dormir, te parece?
A su Luisita le gusta estar limpia, si se despertaba al día siguiente y descubría que todavía llevaba puesta la ropa de ayer, impregnada de olor a alcohol, seguro que se disgustaría consigo
misma.
La habitación estaba tan silenciosa que se podía oír la respiración prolongada de la niña. …
Luisa dormía profundamente, incapaz de responderle.
Tras esperar en silencio unos segundos, Andrés exhaló, se giró hacia el baño para preparar el agua y luego volvió a levantar a Luisa en brazos.
-Mejor vamos a bañarnos, te sentirás limpia y fresca para dormir.
Despojó a Luisa de su ropa y la colocó en la bañera.
Luisa, sintiendo el movimiento, abrió los ojos, con una mirada aturdida, —Andi…
-Luisita, pórtate bien.
Andrés procedió con suavidad y cuidado, mojó primero el cabello de Luisa, aplicó champú en sus manos, frotó y luego lo distribuyó por su cabello.
Luisa se recostó en la bañera, aún desorientada, pero el agua tibia la relajaba completamente.
Ella exhaló cómodamente, disfrutando del cuidado de Andrés.
Después del baño, Andrés secó las gotas de agua del cuerpo de Luisa y la envolvió completamente en una toalla llevándola al dormitorio para secarle el cabello.
Una vez seco el cabello, Luisa despertó.
–
-Quédate conmigo, dijo, agarrando su cuello.
Andrés, con la mirada baja, la consoló suavemente: -Está bien, me quedaré contigo.
-Cuéntame una historia,– murmuró Luisa en voz baja.
Andrés, sumiso y obediente, asintió, – De acuerdo.
Encendió su celular, buscó algunas historias para dormir y empezó a contárselas con una voz
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baja y suave.
Poco a poco, Luisa se calmó.
Su mano, que había estado agarrando el cuello de su camisa, se relajó.
Finalmente, Andrés consiguió que Luisa se durmiera.
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Él había planeado regresar a casa, pero debido a que Luisa estaba borracha y sin nadie que la cuidara, decidió quedarse esa noche.
No tenía sus artículos de aseo ni ropa de cambio.
Andrés hizo una llamada para que un sirviente de la familia Martínez trajera ropa de cambio y artículos de aseo, y usó el baño de Luisa para darse una ducha.
La chica en la cama dormía profundamente.
Andrés sonrió con indulgencia, su mirada suave y profunda se fijó en su rostro pálido y
hermoso.
Después de observarla detenidamente durante unos minutos, Andrés se acercó para cubrirla con la manta, se inclinó y dejó un beso en su rostro, -Buenas noches.