Capítulo 630
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Debido a los exámenes médicos, Pedro había tenido que acudir en ayunas desde muy temprano. Alejandro, para evitar más negativas, decidió enfocarse en el chico:
-¿Qué se te antoja, Pedro? Lo que tú quieras, cuñado te lo consigue.
Pedro soltó una risita cómplice mientras miraba de reojo a Luciana:
-¡Hamburguesas! ¡Pollo frito!
El par de adultos se quedó en silencio un segundo, hasta que Luciana protestó.
-No. Eso no es nada saludable.
-Cuñado… -Pedro era muy listo y, en vez de pelear con su hermana, optó por hacerle ojitos a Alejandro, en plan “ayúdame.”
¿Alejandro iba a negar algo a su cuñado consentido? Por supuesto que no. Le había ayudado tanto que ahora lo protegía más que nunca.
-No te preocupes, Pedro, tengo una idea.
Por eso terminaron en un KFC cercano. Después de todo, pollo frito y hamburguesas eran la especialidad del lugar. Una vez ahí, Alejandro pidió que el personal de cocina preparara todo recién hecho. Pedro comió con auténtico entusiasmo. En cambio, Luciana, que no era fan de esa comida, prefirió algo más sencillo: pan, tocino y huevos. Alejandro, atento a cada detalle, untó la salsa en su pan y espolvoreó un poco de pimienta y sal rosada sobre sus huevos para que fueran más sabrosos.
-Toma, prueba —le ofreció.
Con Pedro presente, Luciana no quiso armar un escándalo, de modo que empezó a comer en silencio, aunque sin mucho apetito. Sentía un nudo en la garganta que le impedía disfrutar. Cuando terminaron de desayunar, ya se les hacía algo tarde. La Estancia Bosque del Verano quedaba bastante retirada de la ciudad, así que Alejandro llamó a Simón para que llevara a Pedro de regreso.
-Simón, hazte cargo de Pedro y llévalo a la estancia. Luego, dirigiéndose a Luciana, añadió –: Y tú, vienes conmigo. Te dejo en tu departamento.
Luciana iba a negarse, pero Alejandro se adelantó:
-Necesito hablar contigo de algo.
Pedro, siempre tan dispuesto a complacerlos, exclamó enseguida:
Capítulo 630
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-¡Perfecto! Yo vuelvo solo. Ustedes pueden platicar tranquilos.
Alejandro sonrió, orgulloso de que su cuñado fuera tan comprensivo, y Luciana acabó aceptando con un leve asentimiento; además, ella también tenía pendiente una conversación con él. De este modo se dividieron en dos autos: Simón se llevó a Pedro, y Alejandro condujo con Luciana en dirección a su apartamento.
-Alejandro.
-Luciana.
Pronunciaron sus nombres al mismo tiempo. Luciana frunció el ceño mientras él esbozaba una ligera sonrisa.
-¿Quieres hablar tú primero? —ofreció Alejandro.
-Está bien. Sin rodeos, ella fue directa-. No seas tan bueno con Pedro. Desde que era muy pequeño, casi nadie ha sido amable con él, así que en cuanto alguien lo trata bien, se encariña con facilidad.
El gesto de Alejandro se fue tornando cada vez más sombrío.
-¿Y qué tiene de malo que mi cuñado se encariñe con su cuñado?
-No lo permitas insistió Luciana, con un leve fruncir de ceño-. Muy pronto dejarás de serlo; me preocupa que luego le cueste trabajo superarlo. Sabes bien que él no es un chico cualquiera…
Antes de que terminara la frase, Alejandro alzó el brazo y dio un puñetazo en la pared interior del auto con tal fuerza que Luciana pegó un respingo, asustada.
-¡Ah!
Sus ojos se abrieron de par en par.
-¿Tú…?
-¡Luciana! -gruñó Alejandro, apretando la mandíbula. Su cuerpo entero parecía tensionado y hasta sus articulaciones crujían—. ¿Por qué me tratas así? ¿Es por Mónica? ¡Sí! Admito que la amé. Al igual que tú amaste a Fernando.
Inhaló con fuerza y prosiguió, dejando salir su rabia:
-¿Enamorarse de alguien en el pasado es un pecado imperdonable? ¿Por haber querido a otra persona antes ya me condenaste de por vida? ¿Ya me aplicaste la pena máxima?
Luciana lo miró con asombro. No entendía de dónde venía tanto enojo.
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Capitulo 630
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-Alejandro…
-¡Aún no termino! -la interrumpió él, con una mueca fría. Había algo sombrío asomándose en su mirada-. No te centres solo en que la amé. Incluso si Mónica solo fuera una amiga, si terminó lesionada por mi culpa, y ahora está así… ¿qué clase de hombre sería si la abandonara por completo?
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