Capítulo 635
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La cara de Luciana se puso al rojo vivo. Normalmente no se sonrojaba con facilidad, pero esta vez la situación la desbordaba: ¡tenía a todos sus compañeros de clase alrededor!
– ¡Alejandro! ¿Estás loco o qué? -exclamó, intentando soltarse.
-Luciana… -murmuró él, con un aliento que olía intensamente a alcohol. Tal vez era efecto de la bebida, o quizás se trataba de una confesión honesta. Sostenía la mano de Luciana sin soltarla, suplicante-. No me ignores, no me rechaces… ¿sí?
Entonces, apoyó la mano de Luciana sobre el lado izquierdo de su pecho.
-Toca aquí… me duele como no tienes idea.
¡Estaba comportándose como un auténtico borracho descontrolado!
-¡Suéltame! -dijo Luciana, sintiendo cómo el calor le subia a la cara. Percibía las miradas de sus compañeros, algunos disimuladas, otros demasiado evidentes.
Pero Alejandro se empeñaba en mantener la misma postura, repitiendo:
-Luciana, háblame… mírame, ¿sí? Dile algo a este corazón que no deja de doler…
Rosa, que acababa de llegar con un vaso de agua, no sabía ni a dónde mirar. Luciana la sorprendió con una mirada de incomodidad, al tiempo que Rosa experimentaba una punzada de… ¿celos?
El jefe de grupo, percibiendo la tensión en el aire, se acercó con una sonrisa forzada:
-Señor Guzmán, Luciana, estamos organizando algunos juegos en el otro lado. ¿Por qué no se unen?
-¡Claro! -respondió Luciana con rapidez, aprovechando la oportunidad para soltarse de Alejandro-. Vamos.
Le daba igual de qué juego se tratara con tal de que dejara de decir disparates.
En la zona de los sofás, en cuanto Luciana se acercó, varios compañeros le cedieron el lugar. Alejandro se acomodó junto a ella, casi rodeándola con su brazo en el respaldo. Nadie se atrevía a sentarse cerca de él. Echando un vistazo, se inclinó hacia Luciana y preguntó:
-¿Y de qué juego se trata? ¿Verdad o reto? Me parece algo muy tonto.
-¡Cállate! -soltó Luciana, fulminándolo con la mirada- Si no te agrada, puedes irte. ¿Quién te invitó? (1
Él fingió un puchero lastimero.
-No me cuidas nada…
Luciana sintió un tirón en la comisura de los labios. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Señor Guzmán, Luciana. –Una de las chicas apareció con una caja entre los brazos y una sonrisa—. Tomen un papelito cada uno y saquen un número.
De acuerdo aceptó Luciana, mientras metía la mano y sacaba un papel. La chica luego le ofreció la caja a Alejandro, pero él se mostró reacio.
-Hmph.
¡Ya muévete! -bufó Luciana. Como él no reaccionaba, ella misma tomó otro papel en su lugar—. Listo.
-¿Qué porquería es esta? -murmuró Alejandro al ver el pequeño número 6. Luego se fijó en el de Luciana, que
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decía 9. Aunque se parecían, había una diferencia obvia.
-¡Bien! Ahora que todos tienen un número, mencionaré un dígito al azar. Quienes coincidan con él, tendrán que participar juntos en un juego–anunció el organizador, y tras un breve silencio, soltó-: ¡Número 6!
Alejandro hojeó su papel con hastío y levantó ligeramente un párpado.
-¿Y bien? ¿Quiénes son los afortunados con el 6?
-Y–yo… -Rosa, que estaba sentada enfrente de Alejandro se puso nerviosa. Era el mismo número que él. Su corazón empezó a latir con fuerza-. Señor Guzmán…
Ella alzó la mano, esperando que Alejandro la secundara. Pero él ni la volteó a ver.
-¿Es igual? -preguntó con desinterés. ¿Y qué se supone que pasa si hay dos con el mismo número?
-Bueno, pues… -El compañero tomó un objeto extraño envuelto en papel plástico. ¡La prueba es un “beso a través del plástico“! Obviamente, si uno de ustedes tiene pareja y se niega, podemos cambiarlo per otra dinámica. La idea era juguetona y picante, pero sin llegar a romper límites. Alejandro entrecerró los ojos y sentenció: -No hay necesidad de cambiarlo.
Rosa se quedó pasmada, ¿acababa de decir que no pensaba cambiar de juego?
Capítulo 636
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