Capítulo 636
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¿O sea, que en verdad iba a besarla aunque Luciana estuviera ahí? Tragando saliva, quiso protestar, pero a la vez sentía una expectación que la desarmaba.
-Señor Guzmán… -empezó a decir.
-Luciana. -Alejandro la interrumpió para, de pronto, tomar la mano de Luciana-. Tú y yo somos el 6.
-¿Qué? -Ella abrió mucho los ojos. ¡No lo soy! Mi papel dice 9.
Le enseñó su número para demostrarlo.
-Tonterías–dijo él, echando una ojeada fugaz-. Eso claramente es un 6. Pueden confirmarlo, ¿verdad?
Echó el papelito sobre la mesa para que los demás lo vieran. Aunque muchos reconocieron de inmediato que era un 9, nadie se atrevía a contradecir al “señor Guzmán“. Así que todos confirmaron lo que él decía:
-Sí, se ve como un 6.
—Sí, sí, es un 6.
Mientras tanto, Rosa apretó los dientes con frustración y guardó su propio número: también era un 6.
-Bueno, pásenme eso —dijo Alejandro, mostrando una ligera sonrisa mientras alzaba la mano.
La compañera, entendiendo la señal, le entregó la tablilla cubierta con film plástico.
-Luciana, hay que seguir las reglas del juego, ¿o no?
Alrededor se escucharon gritos de entusiasmo y bromas cómplices.
-¡Que se besen, que se besen!
-Toma–Alejandro le extendió la tablilla con el plástico
Deténlo frente a tu mejilla y yo te doy un beso a
través de él. Te lo prometo. -Echó una mirada a los demás. ¿Ven? Todos nos están esperando.
Luciana se quedó sin salida, sintiendo toda la presión. Por unos segundos dudó, pero al final agarró la tablilla y lo miró con recelo. 1
–¡Más te vale cumplir lo que dices!
-Claro que sí – aseguró él, adoptando un aire de caballero.
Confiando a medias, Luciana colocó la tablilla transparente sobre su mejilla. Fue entonces cuando Alejandro, en un rápido movimiento, se la quitó de la mano. Con una mano apoyó el rostro de Luciana y con la otra sujetó su nuca; sin titubear, la besó directamente.
-¡Woooow!
¡Bien ahí, señor Guzmán!
Entre aplausos y vítores, Luciana se quedó pasmada. Sintió hervir las mejillas de rabia y vergüenza mientras trataba de empujarlo con la mano sobre su pecho. Sin embargo, la diferencia de fuerza era abismal; si él no pensaba soltarla, ella no podía hacer nada.
Desesperada, levantó la mano y le dio una bofetada a Alejandro. No fue un golpe fuerte ni muy sonoro, pero bastó para que se hiciera un silencio absoluto. Él se detuvo al instante. Aun así, esbozó una sonrisa ladeada, con aire complacido.
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Capitulo 636
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¿Por qué tan enojada?
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Luciana temblaba de coraje, con los labios apretados. “El divorcio revela la verdadera personalidad“, pensó, y decidió que ese Alejandro, antes tan galante y educado, no era más que un farsante.
-Alejandro–murmuró con rabia-, no me obligues a odiarte.
¿Odiarlo?
Él se quedó perplejo. Ni siquiera había logrado que ella lo quisiera; ¿ya se estaba ganando su odio?
De pronto, sintió un retortijón y un intenso malestar en el estómago. Su rostro palideció de golpe y salió disparado hacia el baño.
-¡Señor Guzmán! —exclamó Rosa, poniéndose en pie con intención de seguirlo. Se detuvo un segundo, mirando a Luciana-. ¿No vas tras él?
Luciana dudó; por un lado, sentía que debía preocuparse, pues era evidente que él estaba mal. Pero por otro, sabía que si iba tras él, él volvería a aferrarse y no sabría cómo manejarlo.
-No.–Negó con la cabeza, insegura. 1
—¡Tú…! — Rosa chasqueó la lengua, molesta—. Luciana, él es tu marido. Primero le pegas delante de todos y le haces pasar vergüenza… y ahora, aun sabiendo que está mal ¿ni siquiera te preocupas? ¿En verdad lo amas?
Sin dar tiempo a que Luciana respondiera, Rosa se giró y corrió tras él.
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