Capítulo 143
Carlos solía pasar todo el día con Carolina, sin considerar los sentimientos de Luisa, y había llegado también el momento de ser castigado.
Se decía que los hombres eran actores naturales, y Diego pensaba que había mucha verdad en
eso.
La manera en que Carlos actuaba no necesariamente se debía a que amara tanto a Luisa, podría ser simplemente porque le encantaba actuar, buscando ganarse la simpatía de Luisa para que ella se apiadara y regresara con él.
En cuanto a Carolina, Diego realmente no la respetaba en absoluto.
Sabía bien que Carlos estaba con Luisa y aún así, sin ningún pudor, se había acercado a él, entrometiéndose en la relación de otros. ¿Cómo podría ser una buena persona?
Al pensar en esto, de repente a Diego le pareció que no era tan difícil hablar.
Diego dijo con tono calmado: -Probablemente por Luisa, ya sabes, Luisa ahora tiene un prometido, y están bastante enamorados. Carlos vio anoche a Luisa y a su novio en el pueblo, lo que lo perturbó tanto que enloqueció y caminó solo por mucho tiempo por la noche hasta que se desmayó.
-Ah—, suspiraba Diego profundamente, con una expresión de tristeza, —no tienes idea, casi pierde la vida, si no fuera porque un transeúnte lo encontraba a tiempo y lo traía al hospital, probablemente nunca más lo volveríamos a ver.
Tras decir esto, Diego discretamente levantaba la mirada para observar la expresión de
Carolina.
El rostro de Carolina se ponía pálido de inmediato.
Ella murmuraba para sí misma: -¿Por Luisa?
Diego suspiraba, -Sí, ¿crees que está siendo un tonto, ¿eh? ¡Ay, solo cuando lo pierdes, entiendes lo que tenías…!
Carolina temblaba de ira, su voz se elevaba, ¡¿Estás diciendo que por Luisa él está dispuesto a renunciar a su propia vida?!
Una enfermera que pasaba por allí advertía con desaprobación: -Señorita, por favor, este es un hospital, no grite.
El rostro de Carolina pasaba de pálido a rojo, furiosa.
Ella empujó con fuerza la puerta del hospital y exclamó, -¡Carlos! ¡¿Qué pretendes?!
Capitulo 143
2/2
Diego torció la boca, con una mirada curiosa, echó un vistazo sigiloso hacia el interior de la
habitación.
-¡Pum!– La puerta se cerró.
Al siguiente segundo, un intenso argumento estalló dentro de la habitación del hospital.
-¿Todavía piensas en Luisa? Carlos, ¿cómo puedes hacerme esto?
Carlos respondió con una risa fría: ¿Acaso necesito justificarme contigo?
Carolina, furiosa, preguntó: -¿Qué quieres decir?
-He estado pensando en las cosas que hice contigo antes y cómo eso lastimó a Luisa, y ahora lo tengo claro, no puedo seguir así. Carolina, no me busques más, temo hacer infeliz a Luisa.
—¡Ja, ja, ja, ja! Carlos, ¿todavía estás viviendo en un sueño?– Carolina se reía descontroladamente. -¿Todavía temes hacer infeliz a Luisa? ¿Ella se preocupa siquiera un poco por ti? Arriesgaste tu vida por ella, ¿pero ella ha mostrado alguna preocupación por ti? ¿ Ha venido siquiera a verte?
Esas palabras golpeaban como un cuchillo directo al corazón de Carlos.
-¡Fuera! ¡Lárgate de aquí! – Carlos, enfurecido y avergonzado, gritaba como loco.
Se escucharon ruidos de cosas siendo violentamente arrojadas dentro de la habitación.
Carolina, con los ojos enrojecidos y en tono burlón, dijo: -Carlos, realmente das lástima.
Después de eso, se dio la vuelta para irse.
Carolina abrió la puerta, y Diego, que aún no se había ido, se encontró con su mirada de forma inesperada.
Diego, incómodo, se tocó la nariz y dijo: -Eh, dejé algo adentro, regresé por eso.
Carolina ignoró a Diego y se marchó rápidamente con la cabeza baja.
La puerta de la habitación permaneció abierta, y Diego miró hacia adentro.
Tsk, todo tirado por el suelo… está claro que está furioso.