Suspiró. Al ver la tristeza que se dibujaba en el rostro de Luciana, Alejandro soltó a su vez un leve suspiro.
-¿Otra vez dices que lo entiendes? No, no entiendes nada.
-¿Eh?-Luciana alzó la cabeza, confundida.
-Me encargaré de sacar a Marc. -Alejandro decidió ir directo al grano. Su voz sonaba con una mezcla de resignación y ternura-. Pero quiero que sepas que, aunque parezca más sencillo para mí que para otros, en realidad la fuerza que tengo que emplear es la misma.
“Si no fuera por ti, no tendría por qué meterme en este problema“, parecía decir con sus ojos.
-¿Comprendes?
Sus palabras eran tan francas que, si Luciana no lo entendía en ese momento, o era muy ingenua o solo se estaba haciendo la desentendida.
-Lo siento… -murmuró ella con gratitud-. Sé que esto es una gran molestia para ti. Pero yo…
No completó la frase. En su mente aparecía la angustia de Martina y la posibilidad de que Marc terminara en la cárcel. Su ceño se frunció, consciente de que estaba abusando un poco de Alejandro. Optó por guardar silencio.
-Sí, es molesto. Él la miró, pero su semblante reflejaba buen humor-. Así que quiero que recuerdes que lo haré porque tú me lo pediste. ¿Serás capaz de guardarlo en tu memoria?
Los ojos de Luciana quedaron fijos en los de Alejandro, sintiendo que algo la atraía de forma irresistible. Al final, asintió despacio.
—Lo sé. Y de cualquier forma… ya sea que logres ayudar a Marc o no, te debo un gran favor.
—Bien. —Alejandro, satisfecho, la animó―. Ahora concéntrate en comer. Olvídate un segundo de los problemas ajenos. Lo primero es que cuides de ti y de ese bebé.
-Tienes razón… -respondió Luciana, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo.
***
Al día siguiente, Luciana estaba acompañando a Pedro en el hospital cuando recibió la llamada de Martina.
-¿Marti…?
-¡Luciana! –Se notaba la emoción en su voz, aunque también seguía llorando-. ¡La otra parte retiró la demanda! Hace un momento nos avisaron en la comisaría que podemos pasar por mi hermano.
-¿De verdad? ¡Eso es fantástico!
-¡Sí!-La voz de Martina se quebró-. Pero… ayer, cuando fuimos, la actitud de esa gente era pésima. ¿Cómo cambiaron de idea tan de repente? Luciana… ¿fue porque hablaste con el señor Guzmán?
Lucíana se quedó callada. Su intención había sido no contarlo, pero parecía que Martina ya lo intuía.
iSabía que eras tú! -Martina dejó escapar un sollozo con novido-. Luciana, te metiste en esto por mí. Perdóname, de verdad.
¿Para qué lo analízas tanto? Lo importante es que tu hermano va a salir. -Luciana sonrió con franqueza-. ¿ Por qué no te apuras a ir por él?
-¡Tienes razón! Voy para allá. ¡Te llamo Juego!
+25 BONUS
Capitulo 663
Tras cortar la llamada, Martina fue de inmediato a la comisaría con sus padres. Aún faltaba que llegara el abogado, así que tuvieron que esperar un rato.
-Papá, mamá, siéntense. Voy a comprar un par de botellas de agua.
-Bueno, hija.
En la comisaría no había una tienda, pero justo enfrente había un mini súper abierto las 24 horas. Martina salió, compró dos botellas y, al disponerse a cruzar la calle de regreso, un Cayenne negro se detuvo justo frente a ella. Ese auto le resultaba familiar.
El vidrio bajó, dejando ver el rostro de Salvador, con su belleza casi sobrenatural.
“Un demonio“, pensó Martina con fastidio. De por sí Vicente ya era demasiado guapo, pero este Salvador se pasaba de la raya.
Decidió ignorarlo y se adelantó, intentando rodear el coche,
-¡Martina! -Salvador se bajó y, como una sombra, la siguió. Le cortó el paso con una sonrisa arrogante-. ¿Otra vez en la comisaría? ¿No han podido sacar a Marc? ¿Se acabaron las opciones? Porque mi oferta sigue en pie. ¿No quieres pensarla un poquito?
Martina soltó un bufido de burla, clavando la mirada en su hermoso rostro con evidente disgusto.
-Parece que tus fuentes no son tan confiables, señor Morán.
-¿Perdón? -Salvador alzó las cejas-. ¿De qué hablas?
Martina forzó una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
él
か
-La otra parte retiró la denuncia. Aceptó llegar a un acuerdo y mi hermano va a salir hoy mismo. Justo vengo por
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Capitulo 664
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