Capítulo 664
-¿Qué…?–Salvador puso cara de incredulidad-. ¿Cómo es posible?
-¿Por qué no habría de serlo? -Martina le echó una mirada de suficiencia-. ¿Te crees que solo tú tienes poder en Muonio? Existen otras personas con recursos que también me pueden ayudar, sin rogarte a ti.
En su mente, por supuesto, la “persona con recursos” era Luciana (o mejor dicho, la ayuda que Luciana había gestionado).
-¡No te vayas! -Salvador, enojado, le sujetó la muñeca–Dime de quién hablas. ¿Fue Vicente, ese engreído? ¡ i Imposible!
La familia Mayo, al menos en el círculo de la alta sociedad de Muonio, estaba muy por debajo de los Morán. Y él mismo había pedido a su hermano que manejara el caso de Marc a su antojo. Con lo mucho que Santiago lo quería, no podía haberse echado para atrás… ¿o sí?
-¿Por qué no sería posible? -replicó Martina, irritada por su presuntuosidad-. ¿Qué tiene de malo Vicente? Es guapo, estudioso y con una buena familia. ¡Es mucho mejor que tú! -resopló con fuerza y liberó su brazo con un tirón-. ¡Hasta nunca!
-¡Oye, Marti! —gritó Salvador, a punto de estallar. Cuanto más lo pensaba, más furioso se ponía. ¿Quién diablos había interferido en sus planes?
Sacó el celular y marcó rápidamente el número de su hermano Santiago Morán. En cuanto este contestó, lo acribilló con preguntas:
-¡Oye! ¿No dijiste que Marc no saldría hasta que yo lo decidiera? ¿Por qué lo soltaste?
Santiago contestó con total calma:
-Sí, te lo prometí. Pero Alex quiso sacarlo.
-¿Alex…? -Salvador guardó silencio. Lo entendió enseguida: si Alejandro lo había exigido, entonces estaba claro el motivo. ¿Qué relación hay entre Martina y Luciana? Se llevaban como hermanas.
-Tsk…-se dio un golpecito en la frente-. Esto sí que me arruinó los planes. “Hermano, ya no te llevo sopa la próxima vez. ¡No vales la pena!”
Aquella noche, en Serenity Haven, Alejandro se encontraba en la entrada dando instrucciones a Simón:
–Lleva esto a Luciana. Si pregunta por mí, dile que ando ocupado… una reunión, una cena, algo de trabajo.
-Entendido. -Simón asintió con una sonrisa cómplice.
Cuando Alejandro se dio la vuelta, se lo notaba relajado y satisfecho. Salvador, que estaba ahí con un cigarrillo en la mano, lo míró con desdén.
-¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué tanta alegría? Crees que Luciana te va a amar, ¡pero como mucho sentiría gratitud por lo que hiciste! ¿De verdad piensas que va a enamorarse
-¿Gratitud?-Alejandro arqueó una ceja sin alterarse-. S¿Y acaso la gratitud no es un tipo de emoción? Yo no soy muy exigente.
Salvador, Jacobo y Jael se quedaron atónitos, como si Alejandro se hubiese vuelto loco de remate.
-Dios mío… Alex ha perdido la cordura.
De inmediato, los tres se apartaron un poco, como queriendo marcar distancia de “ese loco” para no verse
Capitulo 664
afectados.
+25 BONUS
Después de todo lo sucedido con Marc, Luciana no podía quitarse de encima una sensación de inquietud. Cada vez que pensaba en Alejandro, aquella sensación de desasosiego se volvía más intensa. Lo bueno era que, ese mismo día, Alejandro no hizo acto de presencia. Y durante los dos dias siguientes, tampoco apareció. Luciana respiró aliviada, suponiendo que quizá había sido su imaginación la que la mantenía en vilo.
Sin embargo, tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ello, pues la cirugía de Pedro y de Ricardo estaba a la vuelta de la esquina. La noche previa al procedimiento, Luciana se quedó en el hospital, acompañando a Pedro.
-Hermana… murmuró el chico, sujetando la mano de Luciana-. Mañana todo saldrá bien, ¿verdad?
-Claro que sí. -Ella le acarició el cabello-. Tu operación es sencilla. No hay nada de qué preocuparse.
-No hablaba de mi–aclaró Pedro, negando con la cabeza. Me refería a mi tío. Después de mañana, él también estará bien, ¿no?
Al oirlo, a Luciana se le encogió el corazón. En un momento así, Pedro pensaba primero en Ricardo en lugar de pensar en sí mismo. ¿Acaso era la fuerza de los lazos familiares? ¿Qué había hecho Ricardo para merecer tanto cariño?
-Sí, tu tío también estará bien–respondió, pese a que no lograba explicar la mezcla de sentimientos que sentía por dentro.
-Entonces me quedo tranquilo. -El chico dio un suspiro aliviado y, con una sonrisa suave, cerró los ojos-. Buenas noches, hermana.
-Buenas noches…
Curiosamente, esa noche quien no logró conciliar el sueño fue Luciana. Se quedó dando vueltas, sin poder descansar.
A la mañana siguiente, en mitad de su duermevela, le pareció escuchar un par de voces a su alrededor.
-Luciana, ¿Luciana?
-¿Estás despierta?
-Oye, despierta…