Capítulo 154
Luisa no se atrevía a pensar en esa posibilidad.
Estaba nerviosa, sus dedos temblaban ligeramente.
No podía ser.
¡Andrés no haría eso!
Él había dicho que solo tenía ojos y corazón para ella.
Pero, ¿cómo se explicaba entonces la grabación que Carlos acababa de reproducir?
Luisa estaba sumamente confundida.
Carlos guardó silencio por un momento.
Le dio a Luisa tiempo suficiente para sus pensamientos desordenados.
Después de un rato, Carlos continuó diciendo: Alma secuestró a Violeta, incluso quiso matarte, Andrés te salvó de ser apuñalada, ¡casi mata a Andrés! Supuestamente, después de todo lo que hizo Alma, la gente de la familia Martinez no debería haberla perdonado en ninguna circunstancia. Pero piénsalo, Alma ya estaba en manos de la policía, ¿por qué, tan pronto como dijo que estaba embarazada, alguien la sacó de allí inmediatamente?
Luisa frunció el ceño, apretando los labios sin hablar.
-¿Por qué no adivinas de quién era el hijo que Alma llevaba en su vientre?
Esa pregunta cayó como un rayo en un día soleado.
Luisa se estremeció incontrolablemente.
-¡Ya no hables más!
Estaba emocionalmente alterada, levantó la vista y miró fijamente a Carlos, diciendo en voz alta: ¡No hables tonterías aquí! ¡Andrés no es ese tipo de persona! ¡Él no es como tú! ¡No porque tú seas despreciable, todos deben serlo!
Una sombra de dolor cruzó los oscuros ojos de Carlos, un sentimiento de tristeza surgió en su
corazón.
¿Era Andrés tan bueno en su mente?
¿Y el tan despreciable?
Ja, ja.
Carlos reprimió su tristeza, se recompuso un poco, adoptando una expresión calmada, con una sonrisa en los ojos. Lo que digo es la verdad, quisa. Confías demasiado en Andrés. Si no ha
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hecho nada, ¿por qué tendría que ocultártelo?
-¡Lárgate! – dijo Luisa, enfurecida.
Carlos encogió los hombros, sonrió levemente: llamas y le preguntas?
-Andrés está con Alma ahora, ¿por qué no le
-¡No me distraigas!– Luisa empujó a Carlos con fuerza y se giró para entrar en la casa.
Carlos agarró rápidamente la muñeca de Luisa y la tiró hacia afuera; Luisa perdió el equilibrio y casi se cayó.
Carlos extendió su brazo para rodear la cintura de Luisa, se inclinó para acercarse, inhaló profundamente entre el cabello de Luisa, con una expresión de obsesión. -Luisa, déjalo, vuelve conmigo.
Luisa levantó la rodilla y golpeó con fuerza el estomago de Carlos.
Carlos soltó un grito de dolor y la dejó libre.
Luisa no dudó y le dio una bofetada en la cara.
У
¡Plas! El sonido de la bofetada fue nítido y resonante.
Los ojos de Luisa brillaban con pequeñas llamas de ira, y reprendió con voz severa: aléjate de mí! ¡No eres digno!
Carlos, con la mejilla enrojecida por el golpe, desvió ligeramente la cabeza.
–
¡Carlos,
Luego, levantó la mirada directamente hacia Luisa, los extremos de sus ojos rojizos, la marca de la bofetada visible en su rostro.
-Luisa, ¿por qué eras tan cruel conmigo?
Su voz era suave, sonaba triste.
Luisa soltó una risa fría, sus ojos llenos de desdén
-¿Todavía preguntas por qué? ¡Ja!, porque ya estás manchado, nunca podremos volver al pasado.
Luisa alzó la barbilla, mirándolo con desprecio. Un hombre que no se respeta a sí mismo es como un pepino podrido, ¡nunca volveré contigo
Después de decir esto, no le dio a Carlos otra oportunidad de hablar; se giró y, con un fuerte ” pum“, cerró la puerta de un golpe.
Carlos quedó afuera, mirando la puerta cerrada, sus ojos oscuros y profundos llenos de dolor.
Porque ya estás manchado.
Nunca podremos volver al pasado.
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da palabra de ella era hiriente, como agujas afiladas que se clavaban en su corazón, jándolo lleno de cicatrices y desgarrado.
arlos, abatido, regresó a su nuevo apartamento,
sto al lado del de Luisa.
ɔrió la ducha en el baño, lavándose una y otra vez.
Capitulo 155