Capítulo 412
Capítulo 412
Después de terminar la partida de golf, Paulina Romo y Aarón tenían otros planes para el resto del día.
Armando Frias y Mercedez Lobos se habían unido al grupo a mitad del camino, quizás porque sospechaban que Paulina y los demás tenían otros compromisos pronto, y porque sabían que no necesariamente encajaban con el plan siguiente. Así que, cuando terminaron de jugar, Armando tomó la iniciativa y dijo:
-Nosotros tenemos otro compromiso más tarde, así que mejor no les quitamos más tiempo.
Aarón y Antonio Rocha, al escuchar eso, tampoco insistieron para que se quedaran.
-Ah, está bien. Entonces será para la próxima, cuando tengamos tiempo, salimos todos juntos -comentó Aarón.
Armando sonrió y asintió, luego se marchó junto con Mercedez.
Jaime Burgos, por su parte, estaba preocupado de que Armando y Mercedez fueran a seguirlos hasta la comida o a tomar algo. Al ver que ellos mismos decidieron marcharse, se sintió aliviado y le susurró a Paulina:
-Al menos supo cuándo irse.
Paulina soltó una pequeña risa.
-Sí.
Ya alejados del club, Armando rompió el silencio:
-¿Te sientes mal?
Mercedez, que había tenido una mala racha durante el juego, en efecto no estaba del mejor humor.
Sobre todo porque Aarón y los otros parecían llevarse tan bien con Paulina.
Aunque sabía que todo era porque Paulina los había engañado con su fachada, igual le daba un poco de coraje ver cómo la trataban.
Sin embargo, no quiso decirlo abiertamente. Solo sonrió, resignada.
-Hoy hice un montón de tonterías, la verdad me siento un poco desanimada. Me falta mucho por aprender.
Armando intentó animarla:
-Tú también tienes tus puntos fuertes, no te claves en detalles así de pequeños.
Al escuchar eso, Mercedez se sintió un poco mejor.
Lo que había pasado ese día dejaba claro que Paulina tenía una mente ágil y era muy buena para anticipar problemas.
Eso sí, le sorprendió bastante, no esperaba que Paulina se desenvolviera de esa manera.
Incluso pudo notar que Armando también se había sorprendido con la actitud de Paulina.
A pesar de eso, no le vio a Armando un interés especial hacia Paulina.
Y aunque ella no había brillado en el golf ese día, Armando seguía viéndola con el mismo interés de siempre.
En realidad, ni ella ni Armando tenían otro compromiso después. Solo que Armando, al notar que Mercedez andaba cabizbaja, prefirió proponer irse para que ella no pasara un mal rato.
Al pensar en eso, la nube gris que traía encima se disipó.
Aquel mismo día, más o menos a las tres de la tarde, Paulina regresó a casa de la familia Romo después de tomar algo con. Aarón y los demás.
Apenas cruzó la puerta, Josefina Frias corrió a abrazarla.
-¡Mamá, ya regresaste!
-Sí. mi vida
Capítulo 412
Josefina había estado un poco molesta desde la mañana porque Paulina se había ido sin llevarla.
Pero ahora, al verla de tan buen humor, Paulina se dio cuenta de que igual se la pasaba bien aunque ella no estuviera en
casa.
Josefina estaba por contarle algo a Paulina, cuando de repente sonó su teléfono.
Era una llamada de Armando.
Josefina contestó de inmediato:
-¿Papá?
No se sabía qué le decía Armando, pero Josefina respondió animada:
-¡Sí, ya entendí!
Colgó y le avisó a Paulina:
-Mamá, papá quiere sacarme a pasear, dice que en un rato manda por mí.
Paulina la miró tranquila, sin intentar detenerla.
-Está bien, mi amor, que te diviertas.
Josefina, aunque le costaba separarse de Paulina, no podía resistirse a la idea de ir a ese lugar que tanto había querido visitar con Armando.
Así que, cuando el chofer llegó a la casa de los Romo, Josefina subió al auto y se fue.
Después de que Josefina se marchó, Paulina subió a su cuarto para ocuparse de sus cosas.
El martes, Paulina fue en lugar de Jaime a la empresa Tecnología Frias para tratar un asunto de trabajo.
Al enterarse de que Paulina había llegado, Francisco, uno de los directivos, bajó personalmente a recibirla junto a Ana. -Señorita Paulina, por aquí, por favor -le indicó Francisco con amabilidad.
Paulina asintió con una sonrisa.
Ella pensó que la reunión sería en alguna de las salas de juntas de Tecnología Frias, como solía ser.
Pero Francisco la llevó directamente a la oficina de Armando.
Paulina ya conocía bien ese despacho, porque cuando trabajaba como secretaria ahí, a veces tenía que entrar a entregar papeles o atender algún asunto.
No había pasado ni un año desde la última vez que estuvo en ese lugar, pero sentía que había sido hace muchísimo tiempo. Armando ya estaba adentro.
Al verla llegar, levantó la vista de los documentos y se puso de pie, saludándola con cortesía:
-Qué bueno que llegaste, Paulina. Por favor, toma asiento.
