Al otro lado de la calle, no muy lejos de la acera.
La ventanilla de un Aston Martin negro estaba medio bajada.
Sentado en el asiento trasero, Daniel, con sus cautivadores ojos, destellaba una luz juguetona mientras curvaba los labios: ¿Esa es la mujer de Andrés?
A su lado, Antonio respondió: -Si, señor Daniel.
Daniel sonrió de lado: -Parece que tiene suerte.
-Esos dos hombres que están con ella deben ser los guardaespaldas que Andrés le asignó.
Daniel comentó con tono significativo: Es realmente hermosa. No me extraña que Andrés la
cuide tanto.
Antonio sonrió: -Esa mujer es el único punto débil de Andrés.
-Je, je. Daniel apartó la vista, con una sombra oscura en la mirada: -Andrés arruinó mis planes. Lo mínimo que puedo hacer es darle un “regalo” de bienvenida.
En el proyecto de Solévia había invertido una enorme cantidad de energía y dinero, pero Andrés lo habia saboteado justo en el momento clave, lo que me resultó graves pérdidas.
Ese agravio tenia que ser vengado. Y con fuerza.
Luisa, ¿verdad? Vamos a ver si siempre tienes la misma suerte.
En la estación de policía.
Luisa hizo una llamada telefónica y, en menos de cinco minutos, el oficial a cargo recibió una llamada de sus superiores.
Después de colgar, la mirada del oficial hacia Luisa cambió y su tono se volvió mucho más respetuoso :-Señorita Luisa, hemos recibido su denuncia y se ha iniciado una investigación formal por intento de homicidio. Puede retirarse por ahora. Le informaremos de inmediato si hay novedades.
Luisa asintió levemente: -Gracias.
Al salir de la estación, Luisa recibió una llamada de un número desconocido,
La voz al otro lado sonaba hostil: -Escuché que aceptó el caso de Evaristo. ¿Va a presentar una demanda contra nuestra empresa?
Luisa frunció el ceño: -Sí.
-¿Abogada Luisa, verdad? ¿Tendría un momento para venir a hablar conmigo personalmente?
El tono del hombre destilaba arrogancia y desdén
-¿Quién es usted?
El hombre rió: -Yo soy Leonardo, el antiguo jefe de Evaristo.
Luisa reconoció el nombre.
Para el arbitraje laboral se requerian los datos comerciales de la empresa, y el representante legal de la empresa anterior de Evaristo efectivamente se llamaba Leonardo.
Luisa preguntó con calma: -¿Y qué desea discutir?
-¿Qué más? Un acuerdo privado. Si podemos resolver esto en privado, mejor. Así no perdemos tiempo.
-De acuerdo. Deme una dirección.
Leonardo le dictó una dirección.
Era un club empresarial, a unos quince kilómetros de distancia.
Al colgar, los dedos largos y delicados de Luisa jugueteaban de manera inconsciente con el volante.
Quien la había invitado no tenía buenas intenciones; no podía permitirse bajar la guardia.
Decía que quería hablar de un acuerdo, pero, ¿quién sabía con que planes oscuros la esperaban?
Luisa llamó a dos de sus guardaespaldas.
Ambos respondieron al unísono: -Señora Luisa, en qué podemos servirla?
-Acompáñenme a un lugar. Sospecho que las personas alli intentarán algo.
-Entendido.
En el salón privado del club.
Un hombre delgado, vestido con una chaqueta de cuero negra y con un corte de cabello estilo bullet, estaba sentado en un sofá, bebiendo tranquilamente.
A ambos lados, lo flanqueaban cuatro subordinados..
Leonardo, con la mirada fría y sombría, ordenó: Cuando esa mujer entre, ustedes la golpean sin piedad. Si pasa algo grave, tenemos a los jefes que nos respaldan.
Los subordinados respondieron con entusiasmo:-¡Como diga, Leonardo!
Copa do 105
Luisa, vestida con un traje sastre gris claro y tacones altos negros, llegó a la puerta del salón.
Uno de
sus guardaespaldas le abrió la puerta.
Antes de que Luisa pudiera entrar, los hombres que estaban dentro se abalanzaron sobre ella. Eran cuatro, todos armados.
Luisa reaccionó de inmediato, retrocediendo varios pasos. Sus guardaespaldas, rápidos y bien entrenados, respondieron con movimientos certeros y letales.
Los gritos de dolor comenzaron a escucharse und tras otro.
Los guardaespaldas de Luisa derribaron rápidamente a los cuatro subordinados de Leonardo.
Cancu
Capítulo 189