Capítulo 208
Hola, señor Andrés, soy la niñera que cuida a la señorita Luisa. Desde ayer, la señorita Luisa había estado de mal ánimo, no sé qué le habrá pasado. Anoche no cenó y tampoco desayunó esta mañana. Hace un momento, cuando fui a llamarla, vi que tenía muy mal aspecto y ojeras,
como si no hubiera dormido en toda la noche.
Andrés guardó silencio por un instante y, con voz áspera, respondió: -Intenta que coma algo.
-Le preparé los platos que a la señorita Luisa le gustan. Hace un momento dijo que, después de bañarse, bajaría a comer.- La niñera hizo una pausa y luego añadió: -Veo que la señorita Luisa está realmente mal. ¿Quiere venir a verla?
Los labios de Andrés se tensaron; su voz revelaba cansancio: -No, hoy alguien vendrá a
llevarla a casa.
-Oh, está bien.
Luisa bajó las escaleras después de bañarse.
La niñera puso la comida en la mesa, -Señorita Luisa, estos son todos sus platos favoritos. No comió ni anoche ni esta mañana, seguramente debe de estar muy hambrienta ahora. Coma un poco más.
–
-Gracias. Luisa parecía desanimada, con los párpados pesados debido a la falta de sueño, y le dolía mucho la cabeza.
-Bien, usted coma, yo iré a limpiar la cocina.
Luisa miró la mesa llena de comida caliente y apetitosa, pero no tenía apetito.
Tomó un par de sorbos de sopa y abrió su celular para ver WhatsApp y mensajes de texto, pero aún no había noticias de Andrés.
La niñera había dicho que Andrés había ordenado cuidarla bien y reportar cualquier problema de inmediato.
Entonces, él ya debía saber en qué estado se encontraba ella.
¿Por qué, entonces, no había ningún mensaje?
¿Realmente ya no le importaba?
Luisa bajó las pestañas, con un sentimiento amargo en los ojos.
Capitulo 208
En la Casa González.
Tan pronto como Luisa entró por la puerta, Violeta corrió hacia ella, ¡Luisa, finalmente has vuelto a casa! ¡Te extrañé tanto!
Luisa forzó una sonrisa y extendió la mano para acariciar la cabeza de Violeta, -He vuelto para estar contigo.
-¡Qué bien!– Violeta sonrió felizmente.
Carla, que estaba a un lado, la miró con preocupación, -Luisita, ¿estás bien?
-Estoy bien.
Carla no preguntó más, -Mientras no estabas, limpiábamos tu habitación todos los días. Sube
a verla.
-Mm.
-Voy contigo, Luisa,– dijo Violeta alegremente, tomando la mano de Luisa.
-Violeta, Luisa está muy cansada, necesita descansar. ¿Qué tal si me quedo contigo abajo jugando?– Carla tomó a Violeta, hablándole con voz suave.
Violeta hizo un puchero; su pequeña cara mostraba clara infelicidad, -No quiero. Hace mucho que Luisa no está en casa, quiero que juegue conmigo.
Carla, con paciencia y voz dulce, respondió: -Violeta, sé buena. Luisa ya está en casa, la podrás ver todo el tiempo. Deja que Luisa descanse bien ahora, solo así tendrá energía para jugar contigo después.
Levantó la vista hacia Luisa, pausando su mirada, Luisa, ¿por qué tienes ojeras?
Luisa, sin energía, respondió débilmente: -No dormí bien.
Al oír esto, Violeta dejó de insistir y dijo con comprensión: -Entonces, Luisa, ve a dormir primero, y cuando despiertes puedes jugar conmigo.
-Violeta es una buena niña.
Luisa, con un dolor de cabeza insoportable, los ojos secos y ásperos, y el cuerpo exhausto, subió las escaleras.
Caminaba con pasos inestables.
Capitulo 209
Capítulo 209