Capítulo 683
+25 BONUS
Mientras Alejandro estaba en el baño, Luciana se dirigió a la cocina en busca de un recipiente hermético. Con cuidado, colocó adentro al pequeño muñeco y selló la tapa luego lo guardó en el congelador.
Sonrió al pensar que así no se derretiría.
-Luciana. -Alejandro apareció en la puerta, solo con la camisa puesta, habiendo dejado el abrigo a un lado–.¿ Qué haces?
-Nada… -respondió, sintiendo que el corazón se le aceleraba. Cerró la puerta del refrigerador con disimulo-. Estoy preparando la cena. ¿Te lavaste las manos? Ven a comer, imuero de hambre!
Trató de sonar con calma, deseando que no se notara el ligero nerviosismo que sentía, temiendo delatar el regalito que había rescatado del deshielo.
***
A la tarde siguiente, Luciana se despertó de su siesta y se fue a su clase de yoga. Para cuando terminó la sesión, ya eran casi las seis. Salió del salón y justo recibió la llamada de Alejandro:
-¿Dónde estás? ¿Estás en casa?
No, acabo de salir de mi clase. Voy de camino.
-Perfecto. Estoy a punto de llegar también. Mantente atenta a mi auto, y yo a ti.
– De acuerdo.
Colgó. Luciana se puso su gorro, el cubrebocas y emprendió el regreso a su departamento. Esa noche, en Muonio, Ilovía con nieve mezclada, dejando el suelo resbaladizo y humedo. Luciana avanzaba con cuidado de no mojarse los
zapatos.
Al pasar por la puerta este del hospital universitario, vio a Clara salir con prisa. De pronto, un auto se detuvo frente a ella. Luciana creyó reconocer el modelo. La puerta se abrió y bajó un hombre de mediana edad. Desde su posición, Luciana solo veía sus perfiles, pero aun así lo identificó: era el mismo sujeto que había visto en el vecindario de Martina días atrás.
¿Qué relación tendrían?
El hombre se acercó a Clara. Ella le lanzó una mirada disgustada y le soltó un regaño, a juzgar por su expresión. El hombre, sin embargo, se reía despreocupado y acto seguido le acarició el rostro.
-¡¿Qué…?! La escena dejó pasmada a Luciana. Sentía tanta sorpresa que dio un mal paso y estuvo a punto de caer. Por suerte, su paraguas era de mango largo y se apoyo justo a tiempo. Aunque no se lastimó, uno de sus pies terminó metido en un charco, empapando todo su calzado con agua helada.
-¡Ah! -exclamó, estremeciéndose por la sensación congelante. Sacó el pie enseguida, pero ya era tarde.
-¿Ves lo que gano por andar husmeando? -se reprochó en voz baja.
Aun así, no podía contener el impulso de mirar hacia esa escena. Clara, tras ser tocada en la cara, frunció el ceño, pero a los ojos de Luciana no lucía realmente enojada. Entonces Clara sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó al hombre. El sonrió satisfecho y se inclinó un poco hacia ella.
-¡Dios mío! -pensó Luciana, abriendo los ojos desmesuradamente. ¿Van a besarse? ¿Cuál es exactamente su relación?
Antes de que la vieran, Luciana se alejó apresurada, sin importarle que se volviera a meter el otro pie en otro
1/2
Capitulo 683
charco. Ya había visto suficiente.
En ese momento se acercó un Bentley Mulsanne. Bajó la ventanilla y una voz inconfundible la llamó:
–¡Luciana!
Alejandro.
Ella cerró su paraguas de inmediato:
-Llegaste… ¡Ay, mis zapatos están empapados!
Sin esperar a que él bajara a abrirle la puerta, se metió directamente en el asiento del copiloto.
-¿Cómo es que terminaste con los pies mojados? -preguntó Alejandro, con el ceño fruncido-. ¡A ver!
La sujetó por el tobillo, y Luciana trató de resistirse:
-¡No, no! ¿Qué haces?
+25 BONUS