Capitulo 213
Capítulo 213
Rocío acarició suavemente su cabello y tomó el brazo de Andrés proclamando su territorio: -¿ Tú eres la señorita Luisa? Hola, mi nombre es Rocio, soy la novia de Andi.
Andi.
Novia.
Luisa bajó las pestañas, su mirada se fijó en la mano de Rocío sobre el brazo, y sintió como sí algo le hubiera pinchado el corazón.
Andrés permaneció inmóvil, bajó la mirada y escaneó con indiferencia la mano de la mujer sobre su brazo; su nuez de Adán se movió con nerviosismo. Intentó explicar, pero no encontró las palabras.
Fernanda no pudo soportarlo más y se lanzó hacia adelante, arrancando la mano de Rocío, -i Quita tu mano!
-¡Si van a mostrar su amor, lárguense de aquí! Este no es lugar para sus demostraciones,– gritó Fernanda, enfurecida; su rostro se volvió rojo brillante, y sus grandes ojos brillaron con fuego, -¿Qué, no tienes dinero para un hotel?
Eso fue un poco grosero.
Sergio se sobresaltó y se apresuró a suavizar la atmósfera.
Tiró de Fernanda hacia atrás, -¡Ay, ya, calma! todos somos amigos aquí, no hagamos esto tan
feo.
Fernanda se resistió, -¡Déjame, no me detengas
Sergio la sostuvo firmemente, señalándole desesperadamente con la mirada.
Rocío no se molestó; sonrió con buen humor, y con voz suave le dijo a Andrés: -Andi, parece que tus amigos no nos dan la bienvenida, ¿por qué no vamos a un hotel y pasamos un tiempo
solos?
Rocío era digna de un premio a la mejor actriz; su sonrisa era perfectamente medida, y manejaba su tono y actitud con una pureza impecable.
Luisa escuchó esas palabras y se sintió miserable; sus ojos, como lòs de un cervatillo, se llenaron de lágrimas, su nariz se sintió agria, y estaba tan angustiada que quiso llorar, pero no quería hacerlo frente a Andrés y Rocío.
Miró obstinadamente a Andrés, su voz tembló, aun intentando parecer calmada, -Andrés, debe haber otra razón, ¿verdad? Dímelo, puedo entenderlo, no seas así, realmente estoy sufriendo… ¿podemos aclarar esto?
Sus ojos se llenaron aún más de lágrimas, y su voz se quebró con un sollozo, -Dijiste que
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mientras yo no hablara de terminar, nunca me de arías, ¿verdad?
Los oscuros ojos de Andrés eran profundos como un mar sin luz; curvó ligeramente los labios en una sonrisa sarcástica, -Señorita Luisa, todos somos adultos aquí, ¿todavía crees en esas mentiras para niños?
El rostro de Luisa perdió todo su color.
El dolor se reflejó en sus ojos; sus labios se movieron intentando decir algo, pero no logró emitir sonido alguno..
Andrés, herido por la expresión de Luisa y sin querer seguir viéndola, desvió la mirada; su voz se volvió fría como el hielo, -Señorita Luisa, ya lo he dicho todo muy claro, no sigas con este acoso sin sentido, mantengamos la dignidad.
Luisa, como un globo desinflado, dejó caer sus hombros; su figura se tambaleó, dio un par de pasos inestables hacia un lado y liberó la entrada.
Catalina, preocupada por Luisa, se acercó rápidamente y la abrazó suavemente, -No pasa
nada, Luisita, aún nos tienes a nosotros, todo estará bien…
¡Andrés, no te pases!— gritó Fernanda, furiosa e intentó abalanzarse para golpear a alguien, pero Sergio la sujetó firmemente.
-¡Fernanda, no seas impulsiva, cálmate!– Sergio estaba realmente preocupado.
Mientras Catalina consolaba a Luisa, miró a Juan con una señal de los ojos.
Juan se acercó a Andrés y le susurró algo.
Andrés se marchó con Rocío.
-¡Estoy furiosa, realmente furiosa, ellos se han pasado!– maldijo Fernanda en voz alta.
Sergio, aun sujetándola, se sintió muy frustrado.
De repente, Fernanda se giró y fulminó con la mirada a Sergio.
Sergio presintió que algo malo iba a pasar.
Como era de esperarse, Fernanda desahogó su ira con él, lanzándole un puñetazo, -¡Tú vete también!
-¡Pero si yo no he hecho nada!– protestó Sergio, sintiéndose injustamente acusado.
Fernanda exclamó enojada: -¿No fue tu idea la de traer a Andrés aquí? ¿Hubiera ocurrido esto de no ser por ti? Hoy se suponía que íbamos a consolar a Luisita, pero ni siquiera he empezado a consolarla y ya ha sido herida de nuevo. ¡Vete, vete, lárgate!
Dicho esto, Fernanda empujó a la gente hacia fuera.
Catalina le dijo a Juan, —Juan, mejor ve tú tambien con Sergio. Nosotras nos quedaremos aquí
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con Luisita, entre chicas podemos hablar mejor.
Juan no dijo mucho, solo asintió con la cabeza y tiró de Sergio para irse.
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