Día soleado
Helena se despertó enredada de brazos y piernas. Estefano la sostenía por la cintura y podía ver su gran erección matutina. A pesar de los momentos que habían compartido, todavía
sentía curiosidad por su m*****o. El tamaño la fascinaba, así que se dio vuelta lentamente y jaló la manta. Al principio solo miró, pero fue natural, lo rodeó con sus manos. Él gimió,
cambió de posición, y en ese momento se dio cuenta de que su marido estaba despierto.
-Puedes continuar la exploración, no me estoy quejando.
-Pensé que estabas dormido.
Helena estaba roja, había sido sorprendida con las manos en la masa. Escondió el rostro en
el hueco del cuello.
-¿Vergüenza, pequeña?
-Es maravilloso esta intimidad y la confianza que estamos construyendo, nunca tuve esto,
por eso necesito acostumbrarme. Nunca pensé que me tratarías así.
-Yo tampoco lo pensé. Nunca hice por una mujer lo que hago por ti, en el día a día y mucho
menos en la cama, ninguna mujer me tuvo arrodillado entre sus piernas.
Helena tardó algunos segundos en comprender sus palabras, él nunca había hecho sexo oral
a una mujer antes que a ella.
-¿Por qué? Recuerdo bien que desde el inicio de nuestro matrimonio lo intentaste conmigo,
pero me sentía insegura, ¿por qué solo conmigo?
-Y prometí no mentirte y no lo haré ahora, si realmente quieres saber te lo contaré, pero no
aceptaré que huyas de mí después y me rechaces en la cama después de la noche que
tuvimos. La decisión es tuya.
-Estefano, me estás asustando, fue una pregunta simple, ¿qué puede ser tan malo que me
haría tener miedo de ti?
-Pequeña, la pregunta fue simple, pero la respuesta no lo es, no soy un hombre bueno. ¿
Quieres tu respuesta?
-No, al menos no en este momento.
-¿Estás dolorida?
-Sí, pero es soportable, entonces podemos…
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-Helena, presta atención, no quiero que mi toque en ti sea soportable. Estamos juntos en
esto, en la cama somos iguales, quiero placer, pero deseo que tú también lo sientas. No
quiero una mujer que cierre los ojos y pida que termine rápido y la deje en paz. ¿Estamos
claros?
-Estamos. ¿Vamos a salir hoy para conocer la ciudad?
-Si tú quieres, sí, el jefe ya está en la calle con su mujer. Ya es hora del almuerzo, podemos
comer fuera, o pedir algo de un buen restaurante.
-Me gustaría almorzar aquí y luego tomar el sol en la piscina, ya que estamos solos.
-No estamos solos, hay guardias de seguridad, pero ponte tu bikini mientras proporciono
comida para nosotros, puedo manejar mis celos.
Después del almuerzo Helena fue a la piscina, aún adolorida, prefirió solo tomar el sol. Sus pensamientos regresaron a la conversación que tuvo con Estefano. Él no mintió, pero escondía algo relacionado con el sexo que ella aún no estaba lista para saber, solo esperaba que él no necesitara dolor para sentirse completo, ya había recibido demasiado dolor en la vida. Estaba distraída en sus pensamientos cuando Estefano se acercó y la besó, ella gimió
su nombre.
-Pequeña, estoy loco por tenerte una vez más.
Se arrodilló entre sus piernas y profundizó el beso, estaban perdidos el uno en el otro cuando él la sujetó fuertemente por la cintura, asustándola.
-Estefano, me estás lastimando.
Quédate quieta, alguien viene, avisé a los guardias de seguridad que no quería a nadie en el
área de la piscina.
Cuando los pasos se hicieron perceptibles para Helena también, relajó su postura.
-Es el jefe.
-¿Cómo lo sabes?
-Los pasos, los reconozco.
Él guardó el arma y el cuchillo. Ella ni siquiera había notado hasta ese momento que los tenía
con él.
El marido de Ella se quedó en el campo de visión de Helena, ella intentó levantarse de la posición demasiado íntima en la que se encontraba, pero Estefano no lo permitió e incluso le lanzó una especie de gruñido.
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El jefe ni siquiera miró en su dirección, hizo un gesto de que necesitaba hablar con Estefano y se fue.
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-¿Tiene algún problema conmigo?
-No, no te miró porque se dio cuenta de que le arrancaría los ojos, incluso siendo mi jefe, es
un perro posesivo, igual que yo. El tiempo de sol se acabó, ponte el albornoz y ve a hablar con la señora, necesito ver qué quiere el jefe.
Cuando se encontró con Ella, Helena fue arrastrada a una habitación donde dos mujeres esperaban, había una fiesta por la noche y se iban a preparar.
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