Capítulo 693
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En el humo, Alejandro se perdía en sus pensamientos. Rememoraba el rostro dormido de Mónica en la cama del hospital, sintiéndose culpable. No era ningún tonto: sabía que en su momento compartieron algo fuerté. Ella tenía sus propias expectativas, y él lo veía con claridad.
Hasta hacía poco, según los planes de su abuelo, habría podido abandonar a Luciana y volver con Mónica. Pero no lo hizo.
Él y Mónica… había un pasado. Un hijo que no logró nacer. Una joven a quien había amado años atrás, a quien llamó “Mariposita.” 1
Y aun así… la dejó atrás.
Para él, Mónica quedaba en el pasado, y quizás, para ella, también. Al fin y al cabo, era él quien le falló.
Justo entonces, Luciana se acercó con paso cauteloso y noto que la terraza estaba repleta de flores de mariposa, igual que en Casa Guzman. Se le oprimió el pecho.
El hombre que se hallaba ahí, fumando con aire melancólico, la hacía pensar que estaba conmemorando algo que los uníá a él y a Mónica.
Luciana sintió deseos de retroceder, de dejarlo a solas con sus recuerdos. Pero no podía olvidar que ella misma había tomado la decisión de creer en él. No renunciaría tan pronto. Lo importante era que él le fuera leal, que amara al bebé que llevaban en camino. Aunque dolía, porque sí… estaba celosa.
Se quedó ahí, dudando. Fue cuando Alejandro se dio la vuelta y, al verla, se alarmó, como si lo hubieran descubierto.
—Luciana… —tiró el cigarrillo y lo aplastó contra el cenicero, entrando. Alzó la mano intentando tomar la suya—, ¿Despertaste?
Ella, en ese mismo momento, se recogió el cabello que caía junto a su mejilla y no llegó a tocar su mano. Alejandro frunció el entrecejo; temía que estuviera molesta ¿Había visto las flores en la terraza? ¿Estaba celosa? Ella, con una leve sonrisa, trató de sonreír con normalidad.
-Sí, ya me desperté. Me rugen las tripas. ¿Terminaste tu trabajo?
-¿Eh? -Alejandro no terminaba de entender su actitud. ¿No estaba molesta entonces? Para confirmarlo, rodeó su hombro con el brazo, atrayéndola contra sí.
Esta vez, Luciana no se apartó. Alejandro suspiró aliviado; al parecer, todo estaba bien.
-Acabo de terminar. Entré y te vi dormida, así que me fui a fumar un cigarrillo al balcón. Vámonos a comer.
-Ok. -Ella lo miró con docilidad, como si no hubiera visto ni pensado nada extraño. Sin embargo, posó la mano en su vientre y pensó: “No es el momento adecuado para decirle la verdad. Este bebé es mi último recurso.”
Después de comer, Simón la llevó a su clase de yoga. Siempre había sido risueño, pero esa tarde lucía una sonrisa aún más grande. Al abrir la puerta del coche para ella, dijo:
-Cuñada.
-¿Cómo? -Luciana, que solía responder con una sonrisa, se detuvo, dándose cuenta de que algo no cuadraba–. Qué acabas de llamarme?
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Capitulo 693
“Cuñada“, ¿no te gusta?repuso Simón, inostrándole los dientes de pura alegría-, Alejandro nos dijo que a partir de hoy te llamáramos asf; queda prohibido llamarte por tu nombre.
¿De veras?
Luciana se quedó pensativa. Recordó el día en que se registraron como matrimonio, cuando Sergio también la había llamado “cuñada“. 1