Capítulo 524
A pesar del alboroto del mundo exterior, el interior del Chalet Bahía de las Palmeras era un refugio de tranquilidad.
Anaís había estado arrodillada en el salón durante cuatro largas horas. Sus rodillas ya estaban adormecidas, pero no se atrevía a levantarse. No podía estar segura de si Efraín tomaría represalias contra otros por su culpa.
Mientras continuaba en su posición, el dolor en sus rodillas se hacía insoportable, así que se arrastró unos pasos hacia el sofá. Era extraño, Efraín había subido y no había vuelto a bajar. La casa estaba desierta; ni un solo empleado a la vista.
Anaís soltó un bostezo. La noche anterior había estado vigilando a Yeray Ulloa junto a Sergio Velasco, y no había pegado ojo. Estaba tan cansada y somnolienta que, sin darse cuenta, se quedó dormida sobre el sofá. En su sueño, incluso abrazó un cojín, acomodándose de forma curiosa: su parte inferior en el suelo y su parte superior en el sofá.
Despertó en mitad de la noche al escuchar pasos que bajaban por la escalera. Se sobresaltó al ver el cojín entre sus brazos y lo soltó de inmediato, volviendo a arrodillarse de manera
obediente.
Al levantar la vista, se encontró con Efraín sentado a su lado. Fue como un rayo en un día despejado. ¿Cuánto tiempo llevaba él ahí? ¿La había visto dormir? Sin embargo, él no la miró. ni una sola vez, concentrado en los documentos que tenía en sus manos.
Anaís mantuvo el silencio, preguntándose si tal vez Sofía no estaba tan herida. Conociendo la importancia de Sofía para Efraín, ya estaría muerta si la situación fuera grave.
Bajó la mirada cuando escuchó a Lucas Martínez acercarse a Efraín con un tono respetuoso.
-Presidente, el viejo le ha pedido que vaya.
El asunto de Sofía había convencido a Anselmo de que había algo más entre su hijo menor y Anaís, al menos del lado de él. Efraín había hecho un escándalo con el asunto de Sofía, lo que había enfurecido al patriarca.
Toda la familia Lobos estaba atenta, esperando ver cómo resolvería Efraín este conflicto.
Lucas, percatándose de que Anaís estaba escuchando, no dudó en añadir un poco más de información.
-Toda la familia Lobos está presente. Incluso han llevado a Andrés Lobos.
En otras palabras, era una trampa. Un juicio esperando a Efraín.
Efraín solo asintió con esa actitud que era entre indiferente y distante. Anaís, al ver su expresión, se preguntó si aquel vaso que había estallado cerca de ella había sido una ilusión. ¿Ese Efraín furioso y emocional solo lo había visto ella?
No se atrevía a hablar, y solo escuchó el sonido de la silla de ruedas. Cuando esta pasó junto a
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Capitulo 524
ella, Anaís se arrodilló aún más derecho, curiosa por el motivo detrás de la llamada del viejo para Efraín. ¿Era a causa de Sofía?
Si el problema con Sofía era tan grave, ¿por qué Efraín no había hecho algo más drástico para desahogarse? No podía entenderlo. Cualquier cosa relacionada con él era un misterio insondable. Efraín era impredecible, sus emociones ocultas bajo una capa de hielo.
Mientras divagaba, Lucas se acercó a ella, le quitó el celular de manera brusca y encendió la televisión. En la pantalla, estaban transmitiendo noticias de farándula, y lo más comentado era
Jaime.
Anais había oído hablar de Jaime, ya que de niña solía acompañar a Héctor a reuniones donde su nombre era mencionado con frecuencia. Decían que por él, muchos habían tenido una vida
miserable.
Miró a Lucas con curiosidad, pensando que tal vez intentaba distraerla con chismes. Pero entonces, el nombre de Sofía apareció en la pantalla, dejándola atónita.
El presentador mencionó que Sofía era la hija que Jaime había dejado atrás, y que los internautas exigían que Sofía fuera expulsada del país. La familia Lobos no había respondido
al respecto.
¿Sofía, hija de Jaime? Sabía que Sofía no era una verdadera Lobos, pero que fuera hija de Jaime, ¿cómo se había filtrado esa información? No podía haber sido Efraín, quien siempre
había sido indulgente y protector con Sofía.
Anaís comenzó a suponer que tal vez otros miembros de la familia Lobos también habían visto la noticia y querían deshacerse de Sofía, mientras que Efraín intentaba protegerla, lo que explicaría su llamada.
Con este pensamiento, todo parecía encajar. Anaís soltó una risa interna; Sofía lo merecía. Ser la hija de Jaime, el tipo que, en su tiempo, fue visto como un demonio por la gente, era un
destino irónico.
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