Capítulo 525
Lucas siguió a Efraín hasta el carro y escuchó cuando le preguntó:
-¿Quién te dio permiso para encender la televisión?
Efraín estaba sentado en el asiento del conductor, con una expresión de descontento.
-Solo quería que la señorita Villagra supiera algunas cosas, que no siempre piense que usted es tan malo.
En los ojos de Anaís, Efraín parecía dispuesto a hacer lo que fuera por Sofía, sin importar las consecuencias.
Efraín guardó silencio, mirando por la ventana. Sus dedos temblaron mientras buscaba su medicamento, pero Lucas lo detuvo rápidamente.
-Presidente, mejor vayamos a ver qué sucede primero. Esta noche será una dura batalla.
En más de veinte años, Anselmo nunca había pasado tanta vergüenza. La familia Lobos, tan orgullosa, había terminado siendo el tema de conversación de todos de la noche a la mañana.
Efraín realmente había decepcionado esta vez.
Ahora, la mansión de los Lobos estaba llena de gente esperando.
Efraín cerró los ojos lentamente, como si no le importara en lo más mínimo.
Lucas lo observó por el retrovisor. Era siempre así, nunca se sabía qué estaba pensando el presidente.
Y ese niño…
Nadie sabía quién era la madre biológica del niño. Lucas había estado al lado de Efraín durante años, siempre preguntando solo lo necesario y nunca indagando más de lo debido.
Por eso, en realidad, muchas cosas también eran un misterio para él.
Aceleró al máximo y, al llegar frente a la mansión de los Lobos, no pudo evitar comentar:
-El viejo está muy enojado esta vez. Podría…
Podría reducir el poder de Efraín.
Pero Efraín tenía una alta participación accionaria. Incluso si el viejo quisiera meter a todos los demás miembros de la familia Lobos en la administración, no podría desestabilizar su posición.
Todo dependía de lo que Efraín quisiera hacer.
Al llegar en su silla de ruedas a la mansión de los Lobos, Efraín encontró el lugar en completo
silencio.
En la sala había mucha gente, y en el centro estaba el viejo.
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Frente al viejo había una bebida caliente. No parecía tan enojado como se esperaba, pero los otros lo miraban con ojos llenos de malicia.
Efraín avanzó lentamente con su silla de ruedas y, con una sola palabra, saludó:
-Padre.
Andrés, sentado en el sofá para dos, miró la situación de Efraín con satisfacción.
Si no fuera por la intervención de su abuelo, no sabría cuánto tiempo hubiera estado retenido. Esta noche parecía que Efraín iba a caer.
¡Bien merecido!
Él pensaba que la familia Lobos era su feudo personal, sin reconocer quién lo había elevado a esa posición. El viejo podía levantar a una persona y destruirla con la misma facilidad.
-Has venido.
La voz del viejo era autoritaria mientras tomaba un sorbo de su bebida caliente. Era medianoche, y aunque solía tener hábitos regulares, el hecho de tomar algo tan fuerte a esa hora indicaba que su mente no estaba en paz.
Todos los Lobos estaban ahí, inquietos por el silencio del viejo.
Benjamín Lobos fue el primero en hablar. Aunque le temía a Efraín, esta era una oportunidad de oro para hundirlo.
-Efraín, esto es culpa tuya. Tú fuiste quien trajo a Sofía, y nunca nos dijiste que era hija de Jaime. Ahora, ¿cómo se supone que padre explique esto a las autoridades?
Para otros, el hecho de que Anselmo hubiera removido a Jaime pero luego criara secretamente a su hija levantaba sospechas sobre sus intenciones.
Benjamín estaba ansioso por acusar, sabiendo que sus propios escándalos lo habían dejado en una mala posición con el viejo. Ahora, buscaba causar una buena impresión, tal vez ganar más acciones, especialmente porque su hijo Roberto estaba ganando el favor del viejo últimamente.
No dejó que Efraín respondiera antes de seguir atacando:
-Y bueno, adoptaste a Sofía, pero ¿cómo puedes, por una rabieta con padre, divulgar su origen? ¡En todos estos años, la familia Lobos nunca ha enfrentado un escándalo así!
Efraín soltó una risa burlona.
-Vaya, hermano, tus escándalos recientes fueron mucho más ruidosos.
Benjamín había estado envuelto en un lío por acostarse con la hermana de su esposa, un asunto que había hecho mucho ruido.
¿Cómo se atrevía a hablar?
Benjamín quedó sin palabras, su rostro cambiando de rojo a blanco y luego a azul, antes de
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respirar hondo.
-¡Eres tan terco! ¡Parece que solo padre puede controlarte!
Pasó la pelota de nuevo al viejo, y todos esperaban que él hablara.
El viejo frunció el ceño al mirar a Benjamín.”
Benjamín se estremeció, sin poder encontrar palabras para contener a Efraín. Enfrentarse a su mirada lo aterrorizaba.
Efraín había tomado las riendas de la familia Lobos desde joven, y aunque los demás no lo aceptaban, seguía ahí, salvo por el accidente que lo dejó en silla de ruedas. Algunos dirían que fue merecido.