Capítulo 266
Andrés acababa de regresar a la familia Martínez cuando el coche de Valentina entró junto a él al estacionamiento subterráneo de la antigua casa de los Martínez.
Ambos ingresaron por la puerta, uno detrás del otro.
En la sala de la planta baja, doña Ximena, Víctor y Patricia estaban esperándolos sentados en el sofá.
Andrés, con paso apresurado, apenas cruzó la entrada dijo: -Quien llamó a la policía fue una amiga de Luisita. Como no podía contactarla y temía que algo le hubiera pasado, decidió reportar su desaparición. La policía se comunicó con la familia González solo para confirmar si realmente se trataba de una desaparición. Por ahora, los agentes aún no saben que Daniel la secuestró. Además, han pasado apenas unas pocas horas desde el incidente, así que por el momento no abrirán una investigación formal.
Andrés tenía el rostro serio; sus ojos oscuros y profundos reflejaban un frío cortante.
Daniel llamó y quiere que vaya solo…
—¡No puedes! ¡Hermano, no puedes ir solo!-lo interrumpió Valentina antes de que pudiera
terminar la frase.
Desde que se enteró del secuestro de Luisa a manos de Daniel, Valentina había estado de buen ánimo; incluso venía tarareando una melodía de camino a casa de los Martínez.
Pero al escuchar que Andrés planeaba ir solo a rescatarla, esa breve alegría se desvaneció por completo.
Valentina, visiblemente alterada y muy nerviosa, exclamó: -¡Él no te va a perdonar! Es demasiado peligroso que vayas solo. ¡Mejor llamemos a la policía para que vayan contigo!
Andrés se mostró molesto y respondió con firmeza: -No. No podemos avisar a la policía. Si Daniel se entera de que lo hicimos, la matará al instante.
Valentina replicó: -Pero su amiga ya llamó a la policía, ¿no? Ellos ya saben que Luisa está desaparecida.
Andrés dijo: Como acabo de explicar, la policía aún no sabe que Luisita fue secuestrada. Mientras nos coordinemos con la familia González y les digamos que ya apareció, no habrá problema. Luego nosotros ideamos un plan de rescate.
Víctor preguntó: -¿Y cómo piensas hacerlo?
Andrés, con expresión imperturbable, respondió–Daniel me quiere es a mí. Iré y me intercambiaré por ella.
-¡Estás loco!-exclamó Víctor.
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-¡No puedes hacer eso!-saltó Valentina.
¡Yo no estoy de acuerdo!-agregó doña Ximena.
Los tres reaccionaron casi al mismo tiempo, oponiéndose de forma tajante.
Patricia, con el rostro serio, le preguntó a Andrés–¿No hay una alternativa?
-Tengo que ir.–respondió Andrés con un tono que no admitía discusión.
Valentina, desesperada, exclamó: -¡Pero cambiarte por ella es una pérdida mayor! ¿Cómo puede compararse tu vida con la de esa Luisa?
Ante sus palabras, Andrés la miró con una frialdad estremecedora.
Aquella mirada era tan intensa, cargada de advertencia y rabia contenida, que Valentina enmudeció de inmediato. Abrió la boca, pero no pudo pronunciar ni una sola palabra.
Un segundo después, Andrés dijo con voz helada: -No quiero volver a escucharte esas palabras.
Los ojos de Valentina se llenaron de lágrimas. Mordió su labio con fuerza, visiblemente dolida. -Hermano… ¿De verdad Luisa vale más que tu vida?
-Sí.
Ni una pizca de duda.
Esa sola palabra dejó a todos los miembros de la familia Martínez completamente atónitos.
El silencio que siguió fue tan profundo que parecía que el ambiente se había congelado. Tras unos segundos, doña Ximena reaccionó y gritó furiosa: -¡Esto es una completa locura! El rostro de Víctor se tornó brusco. -Andrés, ¿acaso olvidaste lo que te dijo tu abuelo?
-No.-respondió Andrés con calma. Pero no se preocupen tanto. Luisa, para mí, sí es más importante que mi propia vida, pero no soy tan ingenuo como para entregarme sin más. Si voy solo, sé que ni ella ni yo saldremos vivos.