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Capitulo 533
Capítulo 533
Anaís estaba sentada en el carro, observando a Efraín, quien permanecía en silencio. Esa sensación de absurdo la invadía con fuerza.
Para los demás, él era como una estrella inalcanzable. Nadie imaginaría que algún día obligaría a una mujer a casarse con él.
Anaís se enderezó lentamente y, al pasar por una calle en particular, presionó de repente el botón para abrir la puerta.
Sin embargo, la puerta no se abrió. Miró de nuevo a Efraín.
Su rostro estaba ligeramente pálido, sin emociones, e incluso algo sombrío y apático.
Anaís veía cómo se acercaban al registro civil, comenzando a ponerse nerviosa.
Si Efraín en realidad solo la veía como un sustituto, podría encontrar a alguien que se pareciera más a su verdadero amor.
-Presidente Lobos…
Intentó apelar a su razón, pero él interrumpió:
-No te esfuerces.
Lo que implicaba que, sin importar si ella quería o no, o cuánto intentara, ese día el matrimonio se llevaría a cabo.
Anaís solo sentía frustración y ansiedad.
-No me gustas. Si nos casamos a la fuerza, solo seremos una pareja infeliz. Además, tengo a alguien que me gusta. Presidente Lobos, tú no eres una persona irracional. Si esto es por lo de Sofía, ¿te parece si me disculpo?
Si hubiera sabido que lo de Sofía llegaría a este punto, habría actuado de otro modo desde el principio.
Apenas terminó de hablar cuando sintió una presión en su muñeca. Fue jalada súbitamente, casi cayendo en su regazo.
Alzó la mirada, encontrándose con sus ojos.
Sus labios, mordidos la noche anterior, mostraban claramente las marcas, añadiendo un toque extrañamente seductor a su impresionante rostro.
Anaís intentó decir algo, pero él sacó una caja elegante y delicada.
La abrió, revelando un par de anillos.
No eran simples como los que había regalado antes, sino que estaban meticulosamente diseñados, con un esquema de colores de porcelana china. No tenían diamantes, sino una serie de piedras preciosas que parecían un paisaje pintado.
El anillo para ella era simple y elegante, el de él extremadamente sencillo, pero ambos capturaban la atención al instante.
Él bajó la mirada, tomando su mano para ponerle el anillo.
Anaís intentó retirar su mano, pero él la sujetó firmemente, sin darle oportunidad de retroceder.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que, cuando Efraín se empeñaba en algo, no escuchaba a nadie más.
Una vez que el anillo estuvo en su lugar, sintió una especie de pánico, como si estuviera destinada a estar ligada a él de por
vida.
Efraín no la miró, se puso el otro anillo.
Anaís rápidamente intentó quitarse el suyo, pero escuchó algo que la detuvo en seco:
-¿No amas a tu novio? Casándote conmigo, él no morirá.
Anaís se quedó perpleja, mirando incrédula su rostro.
Un rostro sorprendentemente atractivo, con labios que ahora pronunciaban amenazas tan crudas.
La furia la invadió instantáneamente.
-Efraín…
Era como si él hubiera cambiado por completo.
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Capítulo 533
¿Qué había pasado en tan poco tiempo? ¿Acaso la partida de Sofía lo había afectado tanto?
Efraín bajó la mirada hacia su anillo, su tono era suave.
-O tal vez, el peso de tu novio no es suficiente. ¿Qué tal si sumamos a tu hermano? ¿Si él muriera frente a ti, cómo le explicarías a Héctor?
La deuda de gratitud la aplastaba. ¿Cómo podría enfrentar a Héctor en el más allá?
Cada palabra de Efraín le resultaba extraña a Anaís.
Sentía que el sujeto frente a ella había sido poseído por alguien más. No era el Efraín que conocía.
El Efraín educado, quien aunque distante al mirar a los demás, tenía una calidez en el fondo de sus ojos.
Ella guardó silencio, sentada a su lado, pálida.
Recordó los rumores que circulaban por San Fernando del Sol, sobre cómo Efraín, a pesar de no poder caminar, tenía un estatus tan elevado porque aquellos que lo desafiaban terminaban muy mal.
Por eso, aunque estuviera en una silla de ruedas, nadie se atrevía a menospreciarlo.
Si él decidía hacerle daño a Z y Raúl Villagra…
La mente de Anaís estaba hecha un lío, llenándose de pensamientos dispersos, cuando el carro se detuvo frente al registro civil.